Dos polos opuestos
La familia Andersen era una de las más acaudaladas de Cambridge que acababan de llegar a Londres. Ya estaban recibiendo tantas tarjetas de invitación que no daban abasto. El señor y la señora Anderson rondaban los 50 años y a pesar de que no estaban para invitaciones del tipo festivo les complacía enormemente este gesto, porque evidentemente tanta algarabía no se debia a ellos. Sino a sus dos hijas casaderas.
Habían asistido hace poco al entierro del hermano mayor del distinguido señor Andersen que fuera en extremo querido por la familia, era la excusa perfecta para rechazar muchas de ellas y pedirles a sus hijas que los disculparan. Evidentemente estaban cansados y su único deseo era casar a sus hijas para volver al campo donde la vida era mas tranquila.
El hijo mayor Jack se había casado hacía pocos menos de un año, estaba con su esposa residenciado en Sussex. Todos los miembros amaan el campo y el único motivo por el que la familia se había trasladado era el de establecer pronto también a sus hijas, ya que fue imposible en Cambridge que aceptaran a algún pretendiente y no eran creyentes de matrimonios concertados. Querían que sus matrimonios fueran basados en el amor como lo fue el suyo.
Aunque no les faltaban pretendientes, ninguno les simpatizaba lo suficiente y creyeron finalmente que en la ciudad de Londres con más variedad y eventos sociales de jóvenes les sería más fácil. Sus dos hijas, Grace de 21 y Lucía de 19, eran los sucficientemente mayores como para comprometerse y crear su propia familia o al menos eso le habian inculcado, pero ambas parecían recelosas. Conservaban la firme esperanza de que hicieran algún vínculo agradable con algún joven y así dejarlas debidamente casadas .
Los Andersen conocían muy bien a sus hijos y sabían que esta idea emocionaba enormemente a Grace, quien soñaba con casarse y tener muchos hijos. Cocinar galletitas, pasteles y adorar a su esposo como la típia muchacha de esa edad, pero tenia la idea de un amor profundo. Casi de cuento, y por ello no lograba encontrar a un joven a quien darle la oportunidad. No era una mujer que causara desagrado, por el contrario era muy hermosa con su cabello rubio y sus ojos azules como el océaño. Su rostro delicado y mirada tierna le habían robado el corazón a mas de uno, aunque nadie el suyo. Sonreia timidamente siempre y se sonrojaba con facilidad, su aspecto delicado le daba el toque de un angel dulce. Tenía la idea romántica de encontrar su media mitad y que lo sabría al instante cuando lo mirara fijamente, tenía que sentirlo en su corazon. Ella era el extremo del romance.
Muy contrario a lo que pensaba Lu, a quien la idea de comprometerse le producía dolores de cabeza e intenso rechazo. Ella no se veía como una esposa, tenía sueños que parecían realmente imposibles en una época en la que era inconcebible. Viajar por el mundo y conocer lugares asombrosos y para nada atarse a un marido "mandón" y cargar con niños a todos lados. Nunca les habia confesado esto a sus padres, solo su hermana sabía de estos pensamientos y cada que la escuchaba expresarse de aquel modo fruncía la boca en desagrado. Su ventaja estaba en ser la segunda hermana, ya que si Grace no se casaba la presión sobre ella era mucho menor. Socializar se le daba tan mal que siempre dejaba que Gracie hablara o dirigiera una conversación mientras se recluía en sus pensamientos. La hipocresía que abundaba en esa clase era tan convencional que le asqueaba el hecho de escuchar los cotilleos que surgían en las reuniones a las que se veía obligada a asistir, sin embargo, le encontraba siempre el lado divertido regocijándose para ella misma con la opinión de que las cabezas huecas y los cumplidos baratos era lo que más destacaba a una persona.
Hacía mucho tiempo que decidió no ser como ellos. Pasaba Largos momentos analizando a sus acompañantes deduciendo o inventando historias acerca de su personalidad y muy poco la habían visto reír. La catalogaban de indiferente y poco más de antipática. Aunque su hermana era la bonita ella poseía un encanto peculiar. Unos enormes ojos azul turqueza que resaltabán aun mas claros con su cabello castaño oscuro y apenas una sonrisa ambigua, atraía con su simple mirada que inspiraba admiración y temor al mismo tiempo. Por ello ningun caballero, aunque no falto quien la deseara se atrevía a más.
En los eventos a los que asistieron no ocultaba su desden y siempre cotilleaban de ella a sus espaldas. Cosa que a ella no le importaba, pero a su hermana si y se le iba el tiempo disculpándola por una cosa u otra como una reacción natural. Detestaba que Grace lo hiciera, pero por nada queria dejar de ser la condecendiente y dulce chica perfecta. Lu siempres prefería sentarse en un rincón a leer atlas de viajeros y aventuras, llenándose de fantasías pensando que su vida era en extremo aburrida, pero se consolaba creyendo que ella misma viviría una aventura, alguno de estos días.
Era Lucía Andersen, la hermana pequeña frente a los demás y fuera de las páginas de sus libros debía comportarse lo mejor que podía. Aunque su personalidad no le permitiera la mayoría de las veces ser condescendiente con comentarios tan vacíos e inútiles por parte de la congregación, sólo por Grace hacía el esfuerzo. Tenía un carácter tal volátil que una vez que la sacaban de sus casillas les hacía sentir su oposición, era demasiado directa, demasiado clara, demasiado suspicaz, prefería mantenerse al margen no inmiscuyéndose en sus tertulias y solo hacer acto de presencia. Estaban en Londres y no queria poner a su familia en verguenza, odiaba que Grace estuviese disculpandose como si fuera su deber.
En un par de meses todos comentaban lo particularmente bellas que eran las señoritas Andersen. Ni por asomo pasaron desapercibidas a lo que a sus queridos padres les agradó. Significaba mas invitaciones, y en puerta pretendientes que a los que ellas les dieran el si. Ambas eran esbeltas y de rasgos finos y elegantes, pronto tenían a muchos caballeros admirándolas, por lo cual su madre estaba más que complacida ya que por los vientos que soplaban sus hijas estarían casadas o al menos comprometidas al cabo de un año. Habían muchos jóvenes de buena posición y simpáticos.
Frecuentaban a una señorita de sociedad llamada Elizabeth Price la cual era tan caprichosa como desesperante. Quería ser el centro de atención siempre e iba acompañada de otras dos señoritas no muy agraciadas únicamente para sobresalir en belleza. Era simpática, pero de ninguna manera podía tener a alguien como Gracie a su lado, porque inmediatamente las miradas irían a parar a la rubia, o al menos era la opinión que tenía Lu.
Liza las invitaba a menudo a platicar con ella y a tomar el té y Grace siempre cordial hacia lo propio, sin darse cuenta lo falsa de su amistad. La señorita Price era tan hueca como el resto a los que su hermana siempre con una sonrisa les seguía la corriente, y los que ella nunca podía siquiera mantener una conversación sensata. A diario era prácticamente lo mismo, damas, caballeros, vestidos y cotilleos. Largas horas de eso solo colocaban los ojos en blanco de Lu. Asistía con pereza a los bailes que ofrecían y bailaba una o dos piezas por consideración, luego alegaba cansancio y se internaba en alguna vacía habitación con un libro en mano.
Una tarde de vuelta a casa Grace se acercó preocupada
-Hermana nada te complace, no te he visto divertirte en todo este tiempo sé que te gustaba mucho el campo, pero la ciudad no está tan mal. Te rehúsas a hacer amistades y sé de buena fuente de que el señor Daniels está de lo más interesado en ti
-¡Por favor Gracie! No tecomportes como mamá. Si extraño la libertad que me daba el campo y no tengo nada en contra de la ciudad, es solo que estas personas no me divierten, por el contrario me enfurece su frialdad y su pensamiento básico. No me pidas que perdone tanto derroche e ignorancia... ¿Y quien es el señor Daniels? - río con burla - si te refieres al idiota que no me quita la mirada de encima ya lo he catalogado como un total indeseable, y no lo quiero ni a un metro de mi. Si quieres puedes de la manera dulce que solo tu sabes decírselo, porque no sé con que pueda salirle si se me vuelve a acercar alardeando tantos disparates.
-¿Indeseable? de dónde sacas tantas cosas por Dios. No es un indeseable, es apuesto y solo te admira mucho - suspiro con frustración - al menos trata de ser más... Más paciente, e involúcrate un poco más - decía mientras subían por las escaleras desatando las cintas de sus sombreros
-Te prometo que ensayare mis risitas y exclamaciones de asombro - Entró a la habitación meneando su amplia falda y quitándose cada prenda de encima
-No seas irónica. Liza nos ha invitado a una reunión en donde asistirán todas las damas y caballeros distinguidos de Londres - se cruzó de brazos frente a su hermana, mientras esta se desataba los rizos oscuros hasta que cayeron por su espalda
-¡Qué emocionante! ¡no veo la hora de asistir! - enrcó las cejas con asombro - ¿que vestido voy a ponerme?. Espero conocer a un caballero agradable que me invite a un paseo - decía con evidente teatro observando a Grace fruncir el ceño
-Me enfureces cuando te pones así
-Dije que practicaría y me salió francamente mal o me conoces demasiado Gracie - acercándose a ella y tomándole las manos le dijo en tono serio al escuchar su suspiro de frustración - lo siento. No puedo más que burlarme de la situación aburrida que me espera, pero por ti prometo no actuar tan mal
-Gracias, porque estará alguien que... Bueno, que me gusta y yo...
-¡Que te gusta! ¿quien es ese que ha ganado por fin la atención de mi hermana? Cuéntame por favor - le suplicaba mientras la arrastraba hasta quedar sentadas encima de su baúl a los pies de la enorme cama con dosel
-El Señor Dabney - suspiro y comentó con ilusión - me gusta Lu como ningún otro antes, no fue a primera vista, pero cuando hablamos me pongo nerviosa a su lado y el tono de su voz hace que mi corazón lata deprisa. Cuando me mira... siento en mi corazón que él es
-Increíble... Arthur Dabney. ¡Quien lo diría! ese si que es un afortunado, mira que ganar el corazón de la chica mas bonita de Londres.... - sonrió mientras Grace se sonrojaba - Prometo comportarme ¿está bien?
- Sé que no quieres que me case porque entonces las energías de mis padres estarian centradas en buscarte un esposo a ti, pero...
-Ya lo se - suspiró acariciando el blanco y bonito rostro de su hemana - si ese hombre te merece Grace yo jamás voy a oponerme. Sería muy feliz por ti. Ya veré como hacer con papá y mamá me las ingenearé como siempre
El evento sería en una semana y las hermanas Andersen fueron de compras paseando por las calles y tiendas. Entraron a comprar cintas de colores para sus sombreros y Lu se empeñó en una azul del mismo tono de sus ojos. Como siempre estaban acompañadas de su doncella y el chofer las esperaba en la acera. Venían por la calle entre risas cuando ella le comentaba a su hermana de la cinta que tenía en la mano agitándola como si fuera una cometa, fue entonces que tropezaron con un par de caballeros. Uno de ellos era El Sr. Dabney y el otro el hermano de Liza. La cinta cayo al suelo y la brisa la alejo de las manos de Lu. Esquivando a los dos hombres corrió arremangano su vestido tratando de alcanzarla, pero cuando se agachó a recogerla su mano toco la de un caballero.
En cuanto levanto la mirada agradeció el que detuviera su cinta favorita. Sus ojos se quedaron anclados unos segundos con extrañeza y algo de asombro, ella era atrayénte y la brisa hacía que los mechones de cabelllo oscuro salieran de su sombrero y bailaran al rededor de su bonito rostro blanco con algunas delicadas pecas sobre su nariz. El escurtinio terminó cuando sin delicadeza alguna arrancó la cinta de su mano, hiso una rápida reverencia y volvió con sus acompañantes sin siquiera reparar en él. Pero él sí había quedado suspendido en el instante. Aquella cinta tenía el mismo color de sus ojos, un azul maravilloso como un cielo abierto en primavera. Y si, su perfume era de primavera. Olía a flores y su boca pequeña era tan rosada como provocativa. Solo bastaron unos segundos para quedar totalmente fascinado con aquella linda chica, y perdido en sus pensamientos la veía alejarse con el grupo que la despidió al subir a un elegante auto del otro lado. Jamás se giró a verlo siquiera.
-¿Entonces nos tomamos algo y discutimos el contrato?
-Si, claro - respondió saliendo del embeleso - ¿viste a esa señorita Remi, la de la cinta azul?
-Si la vi... ¿Qué pasa con ella?... No puedes ver a una cara bonita enseguida se te van los ojos, no tienes remedio - mencionó con una sonrisa meneando la cabeza
-¿Sabes quién es?
-Alguna de las amistades de los Price, del grupo reconocí a Lester
-¡Debo conocerla Remi! - sonrió mientras el auto se alejaba
-¡Claro!...Cuando no debes. Vamos que estamos sobre la hora
El día de la reunión llegó bajo un cielo encapotado de brisa fresca. Estaban las señoritas y los caballeros al aire libre en la mansión de los Price, con sus trajes elegantes y sus vestidos finos cuando entró al enorme jardín un caballero al parecer importante. Liza salió disparada a recibirlo, mientras él con cortesía besaba su mano ella se prendo de su brazo. Miradas de asombro se dirigieron a ese encuentro ya que no era habitual que asistiera a esas reuniones, aunque siempre estaba invitado. Era alto, de cabello tan n***o como la noche y ojos grises demaciado plomizos y brillantes. No llevaba barba, pero su piel blanca contrastaba con la sombra que le hacía sin duda lucir aun mas varonil. Su postura y perfil detallaban a un hombre de mundo, seguro de si mismo ademas de ser arrebatadoramente apuesto. Llevaba con elegancia aquel traje claro y corbatin de seda que contrastaba con su perfecta sonrisa enignática.
Con evidente emosión por su presencia inició la presentación demasiado formal. Se paseaba por cada persona a su alcance sonriéndole, se movía de aquí allá dando atención a cuanta señorita se le acercaba inclinándose con respeto ahacia los caballeros presentes. Entonces Liza para que no siguiera tal despliegue con las Andersen declamó en general.
-Señoritas, caballeros, sé que algunos de ustedes lo conocen y es muy grato tenerlo hoy aquí, les presento a Michael Frost
-Los conozco a todos Liza, no hace falta presentaciones más que a estas señoritas - dijo dirigiéndose con una sonrisa a las Andersen que le hicieron una reverencia educada
-¡Claro! ella es la señorita Grace y su hermana la señorita Lucía Andersen. Hace unos meses que están en Londres son de Cambrige - decía Liza, mientras él se desprendía cortésmente de la posesión de ella y besaba las manos de las chicas
-Es un verdadero placer conocer a señoritas tan bellas. Bienvenidas a Londres, no había tenido la oportunidad de conocerlas me encontraba de viaje - besó sus manos con la misma sonrisa pícara y la mirada seductora que trató a las otras damas presentes
-Es igual para nosotras señor Frost un honor conocerlo. Habíamos oído hablar de usted - comentó Gracie, pero él veía fijamente a Lu y ella le devolvía la mirada con los ojos entornados
- Espero encuentren en Londres una placentera estadía - y aunque era ducado algo en su voz y su mirada hacía que Lu encontrara en cada palabra alguna sensación extraña
En cuanto volvieron a tomar asiento, Liza se llevó al recién llegado y Lu pudo comentarle en voz baja a su hermana
-Un coqueto para la gran variedad que tenemos, no me extraña darme cuenta de cómo es el tral Frost me topé con él el otro día en la calle y me miró como si fuera una buena presa, justo como ahora. En realidad no sé que tanto le ven y suspiran por él ¿te diste cuenta de cómo te coqueteaba sin conocer siquiera tu nombre? ¡Qué horrible reunión!
-¡Lu! no me estaba coqueteando, estaba siendo amable y no puedes referirte a ti misma como la presa de algun hombre es vergonzoso, para mi no hizo nada ni dijo nada inapropiado
-Si tú lo dices, pero para mí es un coqueto mas. Un hombre así y soltero solo lo confirma. Es un granuja las quiere a todas ¿Sabes que se habla de él en los cotilleos como un amante perfecto....? ¡Bah! Un libertino... pero como tiene posición y es hombre le perdonan todo.
-A mi me parece simpático y agradable, aunque es evidente que a ti te ha causado una mala impresión - susurró con cautela y un deje de burla hacia su hermana - quizá sea mejor tenerlo como amigo a arriesgar tu virtud con él permitiéndole otros derechos – respondió muy sonrojada
-¡Arriesgar la virtud! ¿Con ese hombre?... - miró de un lado a otro por el comentario mordaz de su hermana - como si no hubiera otra forma de ser un escandalo, prefiero que me pillen vestida de hombre que ser una mas de la colección de aquel caballero.
-Yo prefiero que sigas leyendo tus novelas a ninguna de las dos opciones hermana, si es cierto lo que dicen no deberíamos tener amistad con él. Me di cuenta que te miraba profundamente y desde que llegó puso la mirada sobre ti, mantente alejada
-Ni que lo digas, me ganaría la enemistad de las féminas de la alta sociedad. No caería realmente tan bajo,prefiero que me ignoren y no me imagino haciendo la fila por sus atenciones como tu amiga.
La tarde transcurrió amena entre conversaciones triviales en las que todos participaban. Todos menos Lu que ya estaba en su plan imaginativo sobre el señor Frost. Bien parecido, de ojos inquisidoramente grises, unos 8 o 10 años mayor que ella, soltero. En conclusión un coqueto consagrado, por eso es soltero. Tiene mucho dinero se le nota, y por la manera en que todos lo rodean es importante. Liza sueña con casarse con él. Todas lo sueñan. A él le agradan todas y le va bien, sonríe y asiente a todo. Conclusión, un iman de aventuras.
Pensaba en la desdicha de Liza enamorada de un hombre así, se tendría que pelear con medio mundo o atarse a su brazo como lleva más de 15 minutos. En ese momento él volvió para descubrirla mirándolo y se alejó del caballero con quien conversaba, sin más preánbulos acercándose a ella quien buscó con la mirada a su hermana, pero ésta estaba embelezada con otro grupo y colócandose a su lado preguntó
-Señorita Andersen, usted casi no ha mencionado palabra alguna ¿tendrá algo que decirme?... supongo
-Se equivoca señor Frost no tengo nada que agregar, debería volver a su muy animada conversación. Aunque talvez sí da mucho que pensar
-¡Vaya! ¿Podrá compartirme algo de su pensamiento entonces?
-Lo siento, mis pensamientos solo los comparto conmigo misma, es lo natural y no suelo divulgarlos. Menos sin haberlos filtrado a lo que está permitido socuialmente, ya tengo conclusiones definidas
-¿Tendrá alguna conclusión sobre mi?
-Muchas señor Frost, pero lamento no compartirlas. Le aseguro que serán de su agrado - se acercó solo un paso y sintío que estaba sobre ella, su simple cercanía la ponía en una alarmante tensión. Se alejó con delicadeza y comunico a la congregación asistente - espero me disculpen, pero como no he de participar ni discutir algún tema en común. Liza me ofreció su biblioteca unos minutos. Tomaré su oferta ahora, con permiso - se retiró dejando a el señor Frost más que sorprendido y aumentó su curiosidad por conocerla, no la habia visto sonreír y su mirada parecia quemar como el hielo de lo intensa que llegaba a ser
-Lo siento señor Frost - se disculpaba Grace al ver que lo había dejado solo - mi hermana adora más leer que conversar
-No se preocupe, su hermana evidentemente es única.