Enamorado de la rubia

1647 Words
SOPHIE —Sophie, no te vayas. ¿Ethan? ¿De verdad eras tú? Me giré con miedo y lo vi. Sus ojos soñolientos me miraban fijamente. Llevaba una camiseta azul y unos vaqueros desgastados. Parecía que había agarrado lo primero que encontró. Su cabello estaba revuelto, completamente despeinado. Él nunca salía de casa sin peinarse, nunca. Así que había salido con prisa... por mí. ¿Y qué debía hacer ahora? Por supuesto que debía irme, pero entonces, ¿por qué no podía moverme? ¿Por qué mis pies estaban clavados al suelo? ¿Por qué no quería irme? Cuando me quedé inmóvil, incapaz de decir nada, Ethan se acercó. Tomó mis manos entre las suyas, y su contacto me estremeció. —Sophie, por favor, no me dejes. Estoy tan acostumbrado a ti... Tragué saliva para tratar de volver en mí, intentando ignorar el torbellino en mi cabeza. Apenas pude abrir la boca. —Pero lo que dijiste anoche... —Fue para que te alejaras de mí. Intenté que te enfriaras conmigo. Porque... —bajó la mirada y apretó mis manos—, porque hay un maldito sentimiento dentro de mí que no puedo sacar desde la primera vez que te vi. Me quedé helada. No perdía ni una sola palabra, ni una letra. Su voz temblaba, parecía tan frágil. —Me siento tan extraño... Nunca había estado así. Cuando toco tus manos, siento como si me electrocutaran. Cuando miro tus ojos azules, siento que estoy en medio del océano, sin saber nadar. Y ahora estaba aquí, en medio de ese momento. Un momento en el que cada una de sus palabras, sus frases, calaban hondo. —¿Estás... enamorado de mí? —pregunté con voz apenas audible. Ethan se detuvo al oír mi pregunta, como si necesitara tiempo para responder. —Quiero averiguarlo contigo. Ven conmigo. Me quedé en silencio por un instante, lo suficiente para que mis pensamientos me atravesaran. Finalmente, respiré hondo y hablé. —Ethan, pensé mucho después de todas esas palabras. Me destrozaste tanto que sentí que realmente iba al infierno contigo. —Sophie, todo lo que dije fue mentira. Pensé que, si hacía esto, tal vez estos sentimientos se irían. Pero no lo hicieron. No lo harán. —Ethan, anoche me di cuenta de que nosotros... nunca llegaremos a nada. —Me armé de valor para decirlo—. ¿Te acostaste con otra mujer anoche? Su mirada bajó y, tras un breve silencio, confesó: —Sí. Pero lo hice para probarme algo a mí mismo. Quería saber si podía sacarte de mi mente. Pero incluso cuando estaba con ella, tú no dejabas de aparecer en mi cabeza. Sophie... tú eres realmente importante para mí. Creo que... te amo. Aquella última frase me rompió por dentro, pero no podía olvidar lo demás. —Si piensas en mí mientras estás con otra mujer, me estás engañando, Ethan. Y nunca podría aceptar que me engañen. Adiós, Ethan. En ese momento, el ayudante del autobús volvió a llamarme desde atrás. —¿Vienes? —Ya voy —respondí con voz firme. Miré a Ethan por última vez. Estaba completamente destrozado, y eso casi me hizo vacilar. Pero no, no había vuelta atrás para nosotros. Me di la vuelta y subí al autobús. Me senté en mi asiento, y, mientras el vehículo arrancaba, mis ojos lo buscaron una vez más. Ahí estaba él, mirándome fijamente, encerrado en sus propios pensamientos. El autobús comenzó a alejarse, pero él no se movió. Sus ojos siguieron los míos hasta que finalmente... desapareció. LILA Abrí los ojos con el sonido del despertador. Me levanté temprano porque quería prepararle un desayuno delicioso a Sophie antes de que se fuera. Al incorporarme lentamente, sentí algo bajo la mano: un papel con algo escrito. Mis ojos se abrieron de par en par cuando lo tomé y lo leí. ¿Qué había pasado de repente? ¿Qué había sucedido durante la noche? Ayer se portó muy bien mientras veíamos la película. Ethan. ¿Le hiciste algo a mi hermana? Me levanté de la cama furiosa. No había equipaje. ¿Cuándo se fue? Salí de la habitación y llamé con fuerza a la puerta de Ethan. La segunda vez que llamé, abrió. Sólo llevaba un chándal y me miró confundido cuando le lancé el periódico. —¿Qué rayos le hiciste a Sophie? Se sorprendió al escucharme, pero había algo más en sus ojos. ¿Era dolor? —¿Dónde está ahora? —pregunté, apretando los dientes. —Creo que está en la estación de autobuses. iré a buscarla. Es la mujer de mi vida —respondió Ethan. Aquellas palabras me dejaron en shock. Esto salió demasiado rápido, especialmente de Ethan. Confesiones como esa no se esperan de él. Lila, basta, me dije. Ni siquiera sabes lo que pasó. —Me voy —dijo de repente. Lo miré mientras se ponía unos vaqueros y una camiseta azul y salía de casa a toda prisa. Me senté en el sofá a esperar. Pasó una hora. Seguían sin aparecer. Faltaban 15 minutos para que Sophie pudiera tomar un autobús. Me preguntaba si realmente se había ido. En el fondo, no quería que se fuera. Quizás Ethan solo era una excusa para que Sophie se quedara aquí… por mí. —¿Qué pasa contigo, Lila? —murmuré. El timbre sonó justo cuando estaba perdida en mis pensamientos. ¡Gracias a Dios! Abrí la puerta emocionada, pero lo que vi me dejó sorprendida: era Sophie. ¿Dónde estaba Ethan? ¿Y por qué Sophie sonreía? Obtuve respuestas media hora después. Sophie perdonó a Ethan. Al parecer, Ethan quería vengarse de Sophie porque creyó que ella lo había engañado, pero luego se arrepintió. El problema fue que su teléfono estaba apagado y nunca dio señales de vida. Pasamos el resto del día entre discusiones, limpieza, cena y conversaciones. Le conté a Sophie mis sueños sobre Ethan y ella, y ella me lanzó una almohada en la cara. Al final, terminó pidiéndome que siguiera contándole. Durante ese tiempo, llamamos al holding para saber algo de Ethan, pero nos dijeron que no había pasado por allí. —Lila, me voy. Algo le debe haber pasado a Ethan —dijo Sophie, preocupada. —Eso suena lindo, ¿no? Mi amor, Ethan... —respondí, burlándome. De repente, recibí un mensaje en mi teléfono. —Ethan prendió el teléfono. Acabo de recibir un mensaje. —¡Lláma ya, Lila! —me gritó Sophie. Marqué el número y acerqué el teléfono a mi oreja. Contestó con voz cansada: —¿Hola, Lila? —Ethan, ¿dónde estás? —¿Por qué importa? Iré pronto. No te preocupes. —¿Dónde estás? —insistí. —En el bar al que Sophie fue la última vez. —Ok, nos vemos. —Nos vemos. Colgué y me giré emocionada hacia Sophie. —Vamos, prepárate ahora mismo. —Lila, ¿prepararme para qué? ¿Por qué no le dijiste que yo ya estaba aquí? —¿Eres tonta o qué? ¿Nunca has oído hablar de una sorpresa? —respondí, riendo cínicamente. Vestí a Sophie para el bar, o mejor dicho, para Ethan. Llamé a un taxi, le di la dirección y nos fuimos. —¡Vamos, nuevos enamorados! —murmuré para mí misma, sonriendo. SOPHIE Bajé del taxi y entré en el bar familiar. Allí estaba él, mi amado, frente a mí. Mi corazón comenzó a agitarse con fuerza, pero... ¿quién era esa morena? Una pequeña mujer, no muy atractiva, caminando hacia Ethan. ¿Le había dicho algo?. Con el sonido elegante de mis tacones altos, me acerqué despacio, colocándome a unos pasos detrás de Ethan. La mujer empezó a hablar con voz irritante. —Wow, Ethan. ¿Qué te ha pasado? Es la primera vez que no te veo con una mujer. —Vete, Virginia —respondió él con voz seria. —¿Qué? ¿El asunto es tan delicado que incluso me despediste? Vamos, te conozco desde hace años. Dime la verdad. Ethan respiró hondo y dio un sorbo a su bebida antes de contestar. —¿Sabes cuál es mi mayor juramento, Virginia? —Bueno, hay una frase famosa que me has repetido más de veinte veces, pero no entiendo la relevancia... espera un segundo, ¿has estado con una rubia? —Peor. —¿Qué podría ser peor? —Me enamoré de una rubia. Me enamoré desde la primera vez que la vi. Mi corazón se apretó al escuchar esas palabras salir de la boca de Ethan. Pero cuando esa zorra soltó una carcajada desagradable, mi entusiasmo se desvaneció. —Ethan, ¿estás bromeando? —se burló ella—. Debes de estar perdiendo los estribos. Si quieres relajarte... —Hablo en serio, Virginia. La quiero. La quiero de verdad. —¿Quieres algo intenso, eh? —insistió, con un tono descarado—. Vamos, querido, ya conozco estos estados tuyos. Te haré olvidar a esa rubia en una noche. Basta ya. Vamos, Sophie, entra ahora mismo. —¿Qué te hace pensar que él quiera olvidar? —dije, alzando la voz. Ahí estaba. Lo había soltado. Bien por mí. Ethan me miró como si no pudiera creer lo que veía. —Así que tú eres esa rubia. —Sí, soy yo. Vamos, joder... No pude terminar la frase porque, antes de darme cuenta, Ethan me calló con un beso. Con sus labios. Sus labios que seguían en los míos mientras yo seguía completamente en shock. Se apartó un momento, apenas un segundo. —No te fuiste —murmuró él, mirándome con intensidad. —No me fui —respondí con una sonrisa temblorosa. —Te amo. —Yo también —dije yo, con el corazón a punto de estallar. Y cuando sus cálidos labios me encontraron de nuevo, todo lo que quise fue corresponder. Quise perderme en él. Quise sentir este amor de verdad.
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