Borracha herida

1320 Words
LILA —¡Sophie, para, chica! Sophie, ¿por qué lloras? ¡Espera! Sophie se paró a un lado de la carretera y levantó la mano hacia el taxi que se acercaba. Por fin la alcancé y me subí al taxi justo detrás de ella. —Llévame a un bar o algo —dijo Sophie. El taxista nos miró por el retrovisor y sacudió ligeramente la cabeza, como si no entendiera bien la situación. —Sophie, ¿qué ha pasado? —le pregunté preocupada. —¡El cabrón de Ethan! Maldito perro. ¿Qué pasa con ese cabrón? De repente me di cuenta de que Sophie no paraba de despotricar contra Ethan. ¿Pero qué había pasado de repente? —¿Qué hizo Ethan, Sophie? —¡No digas el nombre de ese bastardo! No vuelvas a decir Ethan. Llegamos al bar, que estaba tan cerca que el trayecto fue prácticamente inmediato. Sophie bajó del coche enfurecida, así que pagué rápidamente y salí tras ella. Entré al bar intentando alcanzarla con pasos rápidos. Rayos, el olor repugnante a cigarrillo me golpeó el estómago, y ahora con mi embarazo lo soportaba menos que nunca. Sophie se dejó caer en un taburete junto a la barra y le gritó al camarero con voz firme: —¡Whisky! —Sophie, no seas tonta. ¿Qué vas a hacer cuando te emborraches? Mira, no puedo cargar contigo en mi estado, vámonos —le dije mientras intentaba razonar con ella. —¡No voy a ninguna parte, Lila! Puedes irte tú. —No seas terca, no voy a dejarte sola. Sophie dio un sorbo a su bebida y me soltó de golpe: —Siempre has estado conmigo en mis días difíciles porque sentías lástima por mí, ¿verdad? ¿Tú también sentías lástima por mí? ¡Maldita sea! ¿Todos estos años han sido solo por lástima? —¡No digas tonterías! —le respondí—. Estoy contigo porque te quiero, a la mierda la lástima. —Pero Ethan dijo que todos me compadecen... Por fin, gracias a Dios, comenzó a contarme lo que había pasado. —¡Es un idiota! ¿Por qué deberíamos sentir lástima por ti? No hay ninguna razón para eso. Bebió tranquilamente el resto de su copa y pidió otra. Una hora después, Sophie estaba borracha, lanzando insultos a todo hombre que pasaba. Cuando un chico rubio pasó cerca de nosotras, Sophie le gritó: —¡Eres un cabrón! El hombre se detuvo y la miró sorprendido, sus ojos oscureciéndose con el enfado. —¿Me has dicho eso a mí? —Sí, te lo dije. ¿Quién eres tú para compadecerte de mí? —¿Pero qué coño estás diciendo? Era mi turno. Hora de intervenir. —Oh, está un poco borracha. No lo dijo en serio, pensó que eras otra persona —improvisé torpemente. El tipo me miró con una ceja levantada, claramente confundido. Bueno, yo también estaba confundida. ¿Qué acababa de decir? —Lo siento —añadí rápidamente—. No le prestes atención, está borracha. Él sonrió de manera desagradable y luego miró a Sophie. —Reza por tu amiga, porque si no, estaría ahora mismo en la cama de alguien… —espetó, marchándose con actitud de pervertido. En otro momento habría saltado a su yugular gritándole, pero esta vez solo pude decir: —Ajá. Sí, eso es. Me limité a aguantar. Todo por Sophie. Este tipo de situaciones siempre acababan igual. No podía más. Tan pronto como Sophie se distrajo, tomé su móvil y llamé a Ethan. —Lila —respondió Ethan con su tono habitual. —Ethan, ven aquí de inmediato. Sophie está bebiendo como una loca. —¿Dónde están? —No miré el nombre del bar porque vine persiguiendo a Sophie, pero está cerca del holding. —Voy para allá. Cuida de Sophie. Colgó. Aquí estaba yo, con un embarazo avanzado, jugando a ser niñera de estos dos locos. Perfectos el uno para el otro. Si por mí fuera, ojalá se pelearan lejos de mi estómago, pero no, aquí estaba atrapada en su guerra. Interrumpí mis pensamientos cuando algo húmedo me tocó el hombro. Sophie lloraba, con su cabeza apoyada en mí. No puedo evitarlo. Estoy embarazada. Así que me emociono más. —Sophie, ¿qué pasó, mi amor? —Ese bastardo de Ethan. Me dijo que sentía pena por mi. —Vaya, eso es lo que dijo el bastardo. ¿Qué estaba pasando ahora? Él siempre parecía un buen chico... —Exacto, bastardo. Es como si estuviera realmente delante de mí ahora mismo, ¿sabes? No puedo borrar su maldita cara de mi cabeza. ¡Malditos sean todos!— intentó tomar más. —No, Sophie. Ya van cuatro. Mira, estás insultando a otra persona otra vez... Sentí un alivio enorme cuando me di la vuelta y vi a Ethan. —Está bien. Sophie me miró, entrecerró los ojos y tomó la cara de Ethan entre las manos. —¿Ethan? —¿Qué carajos te pasa? Él sonrió. —Solo Ethan puede responder así, tan animal, de verdad. Pero de pronto su expresión cambió. —¿Qué haces aquí? —le preguntó Sophie, apartando las manos de su cara. —¿Qué hago aquí? Vine a salvar a Lila de una alborotadora como tú, no por ti. —¡Ajá! Ahora soy una "alborotadora", pero eso es mejor que "lástima", ¿no? ¿Qué te parece? —Sophie, sabes que no quise decir eso. —¿Ah, no? Entonces, ¿cómo lo quisiste decir? ¿Cómo se puede malinterpretar la palabra miserable? —Sophie, estás armando un escándalo. Vámonos, o tendré que golpear a esos idiotas que te miran. —¡Oigan ustedes idiotas, acá hay un charlatan que dice que los puede golpear! —¡Ya basta! Dicho esto, Ethan cargó a Sophie sobre su hombro. Caminó hacia la salida del bar mientras intentaba bajarle la falda. Sophie forcejeaba, pero yo no podía parar de reírme. Aun así, no perdí el tiempo y comencé a grabar todo con mi teléfono por si Sophie no lo recordaba después de estar borracha. Cuando salimos, Ethan abrió la puerta del coche y metió a Sophie como pudo. Yo seguía grabando cuando, de pronto, Ethan me miró. —Lila, ¿qué estás haciendo? —Te estoy grabando. —Ya lo entendí. Pero como no eres periodista, me pregunto por qué. ¿Se lo vas a enseñar a tu hijo? —Algo así. En fin, vámonos. Ethan sacudió la cabeza, rodeó el coche y subió al asiento del conductor. Yo me acomodé atrás. Mientras tanto, la voz de Sophie no dejaba de resonar en el coche. Ethan estaba empezando a perder la paciencia. —Sophie, mira, cállate o te juro que te bajo del coche. Vaya palabras. Ethan estaba enfadado de verdad. Sophie, como si nada, giró la cabeza hacia otro lado. Veinte minutos después, noté cómo Sophie comenzaba a revolverse. —¿Sophie? ¿Hay algún problema? —pregunté. —Creo que voy a vomitar. Ethan reaccionó al instante, girando bruscamente hacia la derecha. —¡No vomites en mi coche! ¡Sal rápido! Sophie salió apresurada, mientras yo seguía grabando. Ethan y yo bajamos tras ella. Sophie avanzó tambaleándose, se agachó y vomitó. Ethan se arrodilló a su lado, sujetándole el pelo. Yo seguía grabando, hasta que la escena me golpeó: la "maravillosa" imagen que Sophie había dejado a su alrededor me revolvió el estómago. Ay, no, creo que yo también iba a... —Ethan, toma esto —le dije, pasándole mi teléfono a toda prisa. Y vomité. Cuando me levanté, Sophie me ofreció una botella de agua con cara de sorpresa. Miré a Ethan, que sonreía mientras sostenía mi teléfono. —¿Ethan? ¿Qué estás haciendo? —le pregunté. —Lo estoy grabando. Se lo enseñaré a mi sobrino en el futuro. Es un buen recuerdo, ¿no crees?
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