Mi mayor pesadilla

1420 Words
LILA Pasó un mes entero desde el reencuentro de Ethan y Sophie. Sophie le dijo a su padre que viviría aquí por mucho tiempo y renunció a su trabajo insultando a su jefe, a quien detestaba. Ahora eran felices, muy felices. No, no estoy celosa, pero bueno... ¡hormonas! ¿Qué se le va a hacer? Hoy, por fin, sabría el sexo de mi bebé: ¿sería un príncipe o una princesa? Me estaba arreglando con cuidado. Era una mamá monísima con mi falda plisada rosa y mi camiseta blanca. Me dejé el pelo n***o suelto y salí de la habitación con mi bolso. Delante de mí, los enamorados seguían coqueteando como si nadie los viera. —¡Ya, Ethan! —decía Sophie—. ¡Para! Va a vernos Lila, y me dará vergüenza. —Solo te besaré una vez. Vamos, por favor, solo uno. Tosí. Ya basta, pensé. Yo también soy humana, y no se me puede echar en cara mi soledad así. —¡Oh, Lila! Buenos días —dijo Sophie, algo avergonzada—. Hemos preparado el desayuno. Vamos, ¿estás lista para este emocionante día? —Mira, ahora estoy realmente emocionada —respondí sarcástica—. ¿Qué nombre le voy a poner? ¿Qué haré con su habitación? Le di esa habitación a Ethan; al menos puedo convertir el sótano en uno. Es grande. Lo haremos juntas, ¿verdad, Sophie? —Claro que sí —respondió ella, riendo—. Lo haremos juntas. Hablamos animadamente mientras desayunábamos, y después de recoger la mesa, subimos al coche. Me acomodé en el asiento trasero, porque no quería interrumpir a los tortolitos. Sophie me miró por el retrovisor y frunció el ceño antes de extender la mano para abrocharme el cinturón. —Ahora sé una buena madre, Lila. ¿Cuántas veces te he dicho que no te olvides de ponértelo? Dos horas después, habíamos terminado en el hospital y entramos en la sala de espera. ¿Mi bebé? Por desgracia, no pudimos averiguar el sexo porque el pequeño decidió darse la vuelta. Tendríamos que esperar otro mes. Fuimos a mi habitación. Pedimos dos cafés porque ya era hora de cotillear un poco. Sophie fue la primera en hablar. —Lila, necesito decirte algo. —Dime, querida. —Verás, Ethan me pidió que lo planteara como si fuera idea mía, pero no puedo ocultarlo. Me dijo: "Iba a decírselo a Lila desde el principio, pero no podía por si luego me reprochaba que intento cambiar su vida. El bebé vendrá, y ahora seremos cuatro personas. ¿Deberíamos irnos a una casa separada?" —¿Una casa separada? —Sí. —Sophie, no voy a obligarte a nada. Pueden mudarse si quieren, por supuesto. Ya he vivido esto antes; no pasa nada. Sophie se echó a reír. —¿Qué te hace tanta gracia? —pregunté, confundida. —¡Me refiero a que tú también vienes con nosotros, tonta! ¿De verdad crees que te dejaría? —Ah, entiendo... ¡No lo sé, Sophie! —¿Qué estás diciendo? —Solo quiero dar a luz a mi bebé en un barrio limpio, con buena gente. Nuestra casa es pequeña, pero ¿no somos felices aquí? —Claro que sí, pero Ethan no quiere que estés sola. Quiere ayudarte. —Soy muy feliz así. Mi hermano, mi cuñada y mi bebé son más que suficientes. Sophie me abrazó con fuerza. —Te queremos mucho, Lila. Quizá no tengas al padre de tu bebé a tu lado, quizá no hayas ido al hospital de la mano del hombre que amas, pero aquí estamos nosotros. Te queremos muchísimo. Ambas lloramos. —Reconocí a Ethan gracias a ti, Lila. Lo amé por primera vez gracias a ti. Pero cuando no eres feliz, siento que tengo un nudo en la garganta. Si soy feliz, siento que te traiciono. —No digas tonterías, Sophie. Soy feliz, de verdad. Soy aún más feliz cuando tú eres feliz. No hagas esto tan emotivo. —Pero cuando estás cerca de Ethan, veo tristeza en tus ojos. Aunque sonríes, hay nubes negras. —No es por ti. Quiero que seas feliz desde el principio. Sophie levantó la cabeza de mi hombro y se echó a reír. —¡Lila, por favor! Sonreí. No había más que decir. Justo en ese momento, llamaron a la puerta y una mujer morena entró con los cafés. —Hola, soy la nueva secretaria del señor Ethan. Va a tener una licitación importante en una hora y me pidió que le informara. —Gracias —respondió Sophie. Cuando la mujer salió, Sophie se volvió hacia mí con los ojos entrecerrados. —Lila, ¿por qué este tipo sigue contratando secretarias guapas? Ya he despedido a dos, y aún no aprende la lección. —Eres divertida, Sophie. Él no elige a las secretarias. Además, No te preocupes. Ethan dijo que después de ti, ahora le gustan las rubias ¿Qué dije? Un relámpago brilló en los ojos de Sophie, y supe que estaba a punto de pasar algo. TERCERA PERSONA Sophie salió de la habitación furiosa. Entró en la oficina de Ethan, lanzándole una mirada desaprobatoria a la nueva secretaria. —Ethan. Al escuchar su voz, Ethan levantó la vista del expediente que sostenía y sonrió, cautivado por la belleza de la mujer que amaba. —Señorita. Respondió con tono formal, pero su expresión se transformó en sorpresa al notar el evidente enojo de Sophie. Ella no esperó más y habló: —Lila dijo… Lila dijo: "No te preocupes. Ethan dijo que después de ti, ahora le gustan las rubias". El tema quedó claro. Ethan suspiró, frustrado. —Maldita sea, Lila —murmuró con fastidio. Se levantó de inmediato, tomó a Sophie de la mano y, mirándola fijamente a los ojos, le dijo con voz firme: —Sí, ahora me gustan las rubias. Pero no cualquier rubia… solo tú. Solo te quiero a ti. Sophie olvidó su enojo con aquellas palabras y lo abrazó con fuerza. —¿Estás diciendo la verdad? —Nunca mentiría —respondió Ethan, con total sinceridad. El rostro de Sophie se iluminó. Sin embargo, Ethan se apartó suavemente y añadió con seriedad: —Tengo que ir a una reunión ahora. Vete a casa si quieres. Lila vendrá conmigo. —Como quieras —respondió Sophie, sonriendo. Se inclinó para besarlo suavemente en los labios y salió de la habitación con una sonrisa que le llegaba hasta las orejas. Se despidió de Lila y subió al taxi que Ethan había mandado llamar frente al edificio. Mientras tanto, Lila y Ethan se dirigían al estacionamiento. Ethan parecía pensativo. —Lila, tengo que decirte algo. —Si es sobre la casa… —No. En realidad, hemos estado trabajando en la licitación durante un mes. Mi padre la organizó porque yo estoy aquí, pero hoy iba a venir él. Surgieron problemas y necesitamos a alguien con el mismo apellido para presentarla. Mi tío vendrá en su lugar. Me refiero al padre de Logan. Lila se quedó petrificada. Ethan continuó, intentando resumir la situación: —Mi tío no sabe nada de ti, y Logan no le ha contado. Además, no te reconoce de la antigua empresa. Para él, hoy solo eres mi asistente, así que no hay problema. Te lo digo para que lo sepas. Lila se relajó un poco, aunque la inquietud persistía. Si el padre de un hombre como Logan se enterara, probablemente le ofrecería dinero para deshacerse del bebé y proteger su reputación. Pero no lo sabía. Y Lila no iba a dejarlo escapar. Cuando llegaron al lugar de la reunión, bajaron del coche y comenzaron a caminar. Lila no imaginaba que con cada paso se acercaba más a su destino. No sabía que su vida estaba a punto de dar un giro drástico. Ethan avanzó, tomó el picaporte de la puerta de la sala de reuniones y lo giró lentamente. El tiempo pareció ralentizarse. Ethan quedó de piedra al abrir la puerta. Lila, que miraba por encima de su hombro, sintió una mezcla de shock, desesperación y ansiedad. Se llevó una mano al estómago mientras Ethan entraba en la sala. Ella se quedó inmóvil, incapaz de moverse, mientras las lágrimas comenzaban a correr por sus mejillas. Entonces Ethan habló, rompiendo el silencio con voz incrédula: —Logan… ¿Qué haces aquí? Lila apenas podía respirar. "Sí, ¿qué hacía él aquí”. Allí estaba el hombre que había arruinado su vida. El hombre que aún la miraba con odio. ¡Logan!
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