LILA
Estaba desayunando cuando mis ojos se posaron en Ethan. Su rostro cambió de inmediato: sus ojos se abrieron de par en par y no podía siquiera masticar la comida que tenía en la boca. Sentí curiosidad.
—Ethan, ¿qué has visto en las noticias que te sorprende tanto? —pregunté, levantando una ceja.
Intentó calmarse mientras me respondía.
—No es nada, no importa —dijo, con un tono poco convincente.
Por una vez, mi curiosidad ganó. Sin pensarlo mucho, saqué rápidamente el periódico que intentaba esconder debajo de su mano. Ethan se asustó al darse cuenta de lo que estaba haciendo.
—Lila... —susurró, con un tono casi suplicante.
Pero ya era demasiado tarde. Mientras leía el artículo en las noticias, la sangre comenzó a hervirme. Mis manos temblaron mientras sostenía el periódico.
"Esta vez, el famoso heredero Logan fue visto junto a la reconocida belleza Nisha en un bar de Manchester, caminando de la mano".
Mis ojos se clavaron en la foto de la mujer que sostenía la mano de Logan. Era hermosa. Demasiado hermosa. Y, de repente, los nervios inundaron mi cuerpo. Un calor abrasador me recorrió mientras empezaba a temblar. Sentí el sudor frío en la frente, y la paciencia que quedaba en mí desapareció por completo. Solté el periódico y empecé a gritar.
—¡El bastardo también reclama a mi hija!
Iba a continuar desahogándome, pero Sophie apareció justo a tiempo para agarrarme del brazo.
—Cálmate, cariño, mira al bebé —dijo con un tono tranquilo, intentando evitar que perdiera el control.
Pero no podía detenerme.
—¡Sophie, ¿puedes creerlo?! Después de toda la charla de ayer, ¡se acostó con otra mujer! Como una tonta pensé que estaba arrepentido. Que quería a su hija. Pero no voy a dejar que se salga con la suya, Sophie. ¡No voy a dejar que manche el nombre de mi hija! ¡Mi hija nunca llevará el apellido de ese bastardo!
LOGAN
Tiré el periódico al suelo, enfadado. Esto era lo único que me faltaba.
Mi mente estaba hecha un caos. Una parte de mí no podía dejar de pensar en Lila y en mi hija, pero la otra… la otra se centraba en ese hombre irresponsable que parecía ser yo, el tipo que siempre hacía lo que le daba la gana, que nunca se preocupaba por el matrimonio ni por los hijos.
¿Cómo había llegado mi vida a este punto? Todo había dado un vuelco de repente, sin previo aviso. Al principio pensé que tal vez era algo bueno, que esta nueva realidad me obligaría a madurar, a encontrar un propósito. Pero luego, cada vez que reflexionaba sobre ello, sentía que estaba haciendo el ridículo.
Me encontraba atrapado. Una mujer con la que nunca estaría y, al mismo tiempo, mi propio hijo creciendo en su vientre.
Mis pensamientos chocaban unos con otros, como si mi mente fuera un campo de batalla. El enfado, el arrepentimiento y la confusión me consumían.
TERCERA PERSONA
Sacando la bebida del armario de su habitación, Logan se sentó en su sillón y apoyó los pies sobre el escritorio. Estaba tan absorto en sus pensamientos que, por primera vez, se sintió completamente aislado del mundo, a pesar de tener tantas responsabilidades que atender.
Lila, por su parte, llegó a casa enfadada y, sin pensarlo mucho, decidió descargar su ira contra la causa de su enfado. Entró en su habitación y, en cuestión de minutos, salió vestida con unos vaqueros y una camiseta. Junto a ella, quedó sobre la mesa una carta de renuncia, lista para poner fin al sinsentido que había soportado desde el principio. Subió al coche de Sophie y se dirigió decidida hacia la explotación.
Ethan estaba furioso con su primo. Había hablado mucho con él acerca del bebé. Le había dicho que debía cuidar de Lila y comportarse como un hombre responsable. Sin embargo, ¿qué había hecho Logan desde el primer día? Ethan conocía muy bien a Nisha, esa mujer que siempre había estado detrás de Logan. Sabía perfectamente que no lo dejaría en paz hasta conseguir lo que quería. Y, aunque Logan no tuviera sentimientos reales por ella, el daño ya estaba hecho: había traicionado a Lila, a su hija, y a sí mismo. Engañar no siempre implicaba estar con alguien más. A veces, era simplemente fallar a las personas que confiaban en ti.
Logan seguía inmerso en sus pensamientos cuando la puerta de su oficina se abrió de golpe. Al bajar los pies del escritorio, no pudo ocultar su sorpresa al ver quién entraba.
—¿Lila? —preguntó, incrédulo.
La mirada de Lila estaba cargada de furia. Sus ojos brillaban con una mezcla de rabia y determinación mientras encaraba a Logan.
—Seré breve y directa —dijo con frialdad—. En primer lugar, nunca verás a mi hija. Tu nombre y tu apellido jamás mancharán la identidad de mi hija. Y, por último, no quiero volver a verte.
Antes de que Logan pudiera reaccionar, Lila lanzó la carta que llevaba en la mano sobre el escritorio y se dio la vuelta para marcharse. La fotografía del periódico, que aún estaba tirada en el suelo, volvió a llamar su atención. Logan la pisó con rabia, golpeándola con el pie, mientras veía a Lila salir del edificio con el doble de furia con la que había llegado.
Mientras tanto, Ethan recibió una noticia devastadora apenas cinco minutos después. Sophie, conmocionada, se acercó al hombre al que amaba y cayó de rodillas junto a él.
—Ethan, cariño, ¿qué pasó? —preguntó con urgencia.
Ethan levantó la mirada, su voz apenas un susurro.
—Sophie… mi padre tuvo un ataque al corazón.
El mundo de Sophie se detuvo por un momento.
—¿Cómo está ahora? —preguntó, temiendo la respuesta.
—Los médicos dijeron que me prepare para cualquier cosa.
El dolor en el rostro de Ethan era evidente, y Sophie no pudo evitar sentir que su propio corazón se rompía al ver sufrir al hombre que amaba.
—Debo ir a Estados Unidos —dijo Ethan, decidido.
—De acuerdo, vámonos. Tú reserva los boletos, y nos iremos en cuanto Lila llegue —respondió Sophie, firme.
Ethan miró a Sophie con ternura. Besó las lágrimas que caían por sus mejillas.
—No hace falta que vengas. Yo iré solo.
—No te dejaré solo —replicó Sophie con determinación.
Justo cuando iba a llamar a Lila, el ruido de la puerta interrumpió sus pensamientos. Lila había regresado. Sophie la llevó rápidamente a su habitación, dándose cuenta de que su amiga estaba al borde del colapso.
Cuando Sophie le contó a Lila lo ocurrido, las palabras de esta última la dejaron sin aliento.
—Vámonos, Sophie. Pero vámonos para siempre. No quiero quedarme en esta ciudad que me asfixia con mis sueños.
Sophie sabía lo que esa ciudad significaba para Lila. Era el lugar donde había planeado criar a su hija, lejos del peligro, en un barrio limpio y seguro. Pero esos sueños ahora estaban rotos. Lila había tomado su decisión.
—De acuerdo —respondió Sophie, asintiendo suavemente. Abrió la puerta y llamó a Ethan.
—Cariño, ¿conseguiste los boletos?
—Sí, tenemos que estar en el aeropuerto en una hora —respondió Ethan, con angustia.
Sophie se acercó a él y se sentó a su lado.
—Ethan, Lila quiere ir a Estados Unidos para siempre. Por Logan.
Ethan suspiró.
—¿Para siempre?
—Sí. Lo está empacando todo ahora.
Ethan asintió.
—De todos modos, me quedaba en esta empresa por ella. Su vida está allá. Vámonos para siempre.
—Te amo, Ethan.
—Yo también te amo.
En la habitación, Lila miró la pequeña cuna que había empezado a preparar para su hija. Con una mano en el vientre, sacó la ropa del armario y la guardó en una bolsa. Era todo lo que necesitaba. Su decisión estaba tomada.
Cuando subieron al avión, una gran emoción invadió a Lila. Estar embarazada la llenaba de pensamientos y sensaciones encontradas, pero se había preparado bien para el viaje. Antes de volar, había consultado con su médico para asegurarse de que era seguro. Él le había asegurado que, siempre y cuando no se expusiera a demasiada presión, no habría ningún problema.
Durante el vuelo, Lila soñó despierta. En su mente, todo giraba en torno a su hija: cómo sería su risa, sus primeros pasos, su vida en el nuevo hogar. Mientras imaginaba cada detalle, el cansancio del día terminó por vencerla, y sucumbió al sueño. Estaba agotada.
Una voz suave la despertó.
—Lila, estamos aterrizando —le avisó Sophie con una sonrisa.
Lila asintió y respondió con una leve sonrisa, pero no tenía ganas de hablar. Aún no. Cuando el avión tocó tierra, se levantó con movimientos lentos y, junto con sus amigos, descendió las escaleras del avión.
El chófer de Ethan ya los esperaba. Subieron todos juntos al coche n***o, pero el ambiente era pesado.
Ethan estaba profundamente preocupado por su padre, quien seguía en estado crítico tras el ataque al corazón. Sophie, por su parte, había huido de su casa sin decir nada a su familia, y ahora temía cómo reaccionaría su padre cuando supiera de su regreso. Y luego estaba Lila, quien llevaba tres meses sin hablar con su familia. Había mentido diciendo que estaba en el extranjero por trabajo, pero ahora tendría que enfrentar la verdad: no sólo estaba de vuelta, sino que regresaba embarazada.
El viaje en coche transcurrió en silencio. Cada uno apoyó la cabeza contra el cristal, absorto en sus propios pensamientos. Todos compartían el mismo deseo: que el camino no acabara nunca.