Los celos te matan

1568 Words
TERCERA PERSONA Había pasado una semana y Lila seguía sin encontrar el momento adecuado para contarle la verdad a su familia. Ahora se dirigía a su primera revisión médica del embarazo. Aunque su vientre ya comenzaba a notarse, su familia ni siquiera sospechaba de su estado, lo que le daba un respiro temporal. Cruzó la calle y recorrió el camino empedrado frente al hospital hasta llegar a la entrada. Una vez adentro, se dirigió al mostrador de recepción, donde una chica revisaba algo en su ordenador. —Hola, tengo una cita —dijo Lila, entregándole su identificación. La recepcionista confirmó los datos en su pantalla y le respondió con cortesía: —Sí, tu médico es Sammer Lansford. Segundo piso. El nombre "Sammer Lansford" había resonado en su cabeza desde que programó la cita. Le resultaba familiar, pero no podía recordar por qué. Todo cobró sentido cuando entró en la consulta y lo vio: el hombre que la había amado durante sus años de universidad. —¿Lila? —exclamó Sammer, claramente sorprendido. Había revisado la lista de pacientes del día, pero no había asociado el nombre con ella. Había asumido que era imposible, porque si era Lila, significaría que estaba casada y embarazada, algo que lo llenaba de emociones encontradas. Pero ahora, al verla frente a él, no pudo evitar sentir una mezcla de felicidad y desolación. —¿Sammer? ¿De verdad eres tú? —preguntó Lila, incrédula. Él se levantó de inmediato y la abrazó, sin poder contenerse. —Sí, soy yo. Qué coincidencia verte aquí —dijo con una sonrisa nostálgica—. Pero parece que llego en el momento equivocado. Supongo que estás embarazada. Nunca me enteré de cuándo te casaste. Aunque Sammer intentaba sonar alegre, por dentro sentía que algo se rompía. —Bueno… es una larga historia. Pero no importa —respondió Lila, esquivando la pregunta. Sin embargo, Sammer estaba decidido a saber más. Necesitaba entender qué había pasado en la vida de la mujer que había amado tanto. —Vamos a hacer la revisión. Después de esto, si tienes tiempo, ¿podemos hablar? Me encantaría escuchar esa "larga historia". Lila dudó por un momento. Sabía que Sammer había tenido sentimientos por ella, pero parecía tan calmado ahora que pensó que quizás él también había seguido adelante y se había casado. Sin embargo, no era así. Lila decidió que no tenía necesidad de mentirle. Era casi un alivio contarle la verdad a alguien. —De acuerdo —aceptó. Sammer sonrió y la guió al sillón para la revisión. Lila se recostó y dejó que él aplicara el gel frío en su vientre. —¿Sabes el sexo del bebé? —preguntó Sammer, con curiosidad. —Sí, será una niña. Mi hija —respondió Lila con orgullo. Sammer asintió mientras observaba la pantalla. —Todo parece estar bien. Pero necesitas aumentar un poco tu ingesta de proteínas y mantenerte hidratada. Es importante. —De acuerdo —dijo Lila, aceptando la servilleta que Sammer le ofreció para limpiarse el estómago. Después de que ella se arreglara la ropa, Sammer tomó su chaqueta de la silla. —¿Hay algún lugar especial al que quieras ir? —preguntó, consciente de que los antojos podían ser impredecibles durante el embarazo. —Pues… ahora que lo mencionas, tengo antojo de albóndigas con pan y jugo de pepinillos. No sé por qué. Sammer rió. —Perfecto, conozco un lugar que te encantará. Ambos sonrieron y salieron juntos hacia una tienda de albóndigas junto al paseo marítimo. Mientras disfrutaban de la comida, Sammer rompió el hielo. —Bueno, ¿me contarás esa larga historia? Lila dio un mordisco al pan con albóndigas y suspiró. —Es muy larga, pero está bien. Prométeme que no te arrepentirás de escucharla. —No me arrepentiré. Quiero saberlo todo. Quiero saber qué tipo de hombre conquistó tu corazón y con quién te casaste. Lila lo miró a los ojos y, por primera vez en mucho tiempo, se sintió lista para compartir lo que llevaba guardado. Mientras tanto, Logan estaba en casa, tratando de distraerse. Había pasado una semana sin beber yendo del trabajo a casa y de casa al trabajo. Sabía perfectamente cuál era la razón de su autocontrol: su hija. Sin embargo, llevaba días sin intentar contactar con Lila. Pensaba que darle su espacio era lo correcto, al menos por ahora. Frustrado por no encontrar nada interesante en la televisión, decidió salir. No quería compañía, pero un trago en el bar no le haría daño. Tomó las llaves de su coche y se dirigió hacia la carretera costera. En mitad del camino, algo llamó su atención. Detuvo el coche bruscamente al ver una figura familiar caminando por la acera junto a un hombre. Era Lila. Logan se quedó paralizado al observar cómo el hombre tomaba su mano y le decía algo que hizo que Lila estallara en carcajadas. Un claxon lo sacó de su trance. Con el corazón latiendo rápidamente y la ira invadiéndolo, Logan estacionó el coche y salió. Comenzó a caminar hacia ellos con pasos decididos, su cuerpo consumido por una furia que no podía controlar. * Después de comer, Lila aceptó la oferta de Sammer de dar un paseo. La conversación entre ambos seguía fluyendo. —¿Así que no estás casada, estás embarazada, tus padres ni siquiera lo saben, y, por un momento, pensaste en buscar marido? —preguntó Sammer, alzando una ceja con humor. —No puedo haberte contado lo de la búsqueda del marido, ¿verdad? —respondió Lila, llevándose una mano a la frente. —Me temo que sí. —Dios… entonces he hablado demasiado —dijo Lila, avergonzada. —No, es bueno saberlo, Lila. Siempre he estado aquí para ti. En todos los sentidos. Ya lo sabes. Lila rió, sintiendo un impulso repentino de alivio, y respondió con una frase que le vino a la mente: —Solían decir que el médico va al paciente que estará bien. Parece que lo hemos demostrado por completo. Sammer también se rió. La calidez entre ambos era evidente, pero antes de que pudieran continuar, Lila notó que Sammer había dejado de reírse de repente. Su rostro se endureció al mirar hacia algo detrás de ella. Antes de que Lila pudiera reaccionar, un peso intangible la golpeó: la tensión en el aire la desestabilizó y, al girarse, perdió el equilibrio, desplomándose al suelo. Mientras intentaba cubrirse la cara con las manos, escuchó una voz familiar llena de rabia. —¿A la mujer de quién estás tocando? —tronó Logan. Sammer apenas tuvo tiempo de reaccionar cuando Logan le lanzó un puñetazo directo. Antes de que pudiera asimilar lo que ocurría, Lila se levantó de golpe y se interpuso entre ambos. —¡Animal! ¡No lo toques! —gritó, con una mezcla de rabia. Pero sus palabras no hicieron más que encender la furia de Logan. Con la mirada fija en Sammer, volvió a lanzar una advertencia: —No quiero verte cerca de Lila otra vez. Sin esperar una respuesta, Logan agarró del brazo a Lila, tirando de ella con fuerza hacia su coche. Para su sorpresa, se sentó tranquilamente en el asiento delantero mientras ella lo miraba incrédula. —Estás embarazada. Por eso estoy siendo tan educado. Si no fuera por eso, te habría pegado a ese asiento por tu cabezonería —soltó Logan, mientras se colocaba el cinturón de seguridad. Lila, aún en estado de shock, se sentó en el asiento del copiloto. Logan rodeó el coche y tomó el volante. Sin darle tiempo a recuperarse, arrancó y comenzó a conducir con decisión. Finalmente, Lila recuperó algo de compostura y se volvió hacia él. —Para el coche —exigió, con los dientes apretados. —Tu petición ha sido rotundamente denegada —respondió Logan, con tono firme. —¿Cómo te atreves a golpear a Sammer? —dijo, intentando mantener la calma, aunque su voz temblaba de furia. Logan, que se había calmado momentáneamente al inhalar el suave perfume de Lila, volvió a perder el control al recordar lo que había sucedido. —Esto no ha terminado, Lila. Y ni se te ocurra intentar defenderte. —¿Defenderme de qué, Logan? —replicó Lila, sintiendo cómo su paciencia se agotaba. —Lila, no me cabrees. Hablaremos cuando lleguemos. Ahora estoy conduciendo y lo último que quiero es exceder el límite de velocidad mientras llevo a dos vidas conmigo. —¿A dónde vamos? ¿Cómo te atreves a intentar llevarme sin mi permiso? Ni siquiera creo que te importe lo que pase con nosotras. Logan giró ligeramente la cabeza hacia ella. —¿De verdad crees eso, Lila? La suavidad en su voz hizo que Lila callara. Estaba demasiado cansada para seguir discutiendo y, por alguna razón que no podía explicar, decidió dejarse llevar. Sus pensamientos se mezclaron con el recuerdo de Sammer, el hombre que había intentado ayudarla hacía apenas unos minutos. Pero ahora estaba aquí, en el coche de Logan, con un futuro incierto delante de ella. Cuando el coche se detuvo, Lila miró alrededor. Reconoció la casa que tenían frente a ellos. —¿Qué pasa? ¿Vas a echarme de casa? —preguntó, casi sin pensarlo, mientras las palabras salían de su boca. Logan la miró con incredulidad antes de señalar su vientre con la mirada. —Creo que ya hemos superado esa etapa. Lila sintió un nudo en el estómago.
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