Despierto por el constante ruido del timbre siendo tocado. Me levanto con pesadez, ¿quién será? Cuando llego y abro me encuentro con Naraku. Su sonrisa molesta es lo que me recibe. Mi cuerpo reacciona palideciendo.
—Hola, amor — murmura, el olor a alcohol me inunda y unas ganas de vomitar me invaden.
—Pasa — lo mejor para no ganar más golpes es ser sumisa.
—¿Qué hacías? —Pregunta besando mi cuello. Cierro los ojos y el miedo me invade.
—Dormía — susurro temerosa. Él me mira analizándome, sus ojos me observan deteniéndose en cada parte de mi cuerpo.
—No sabes cómo me encantas — murmura sin despegar su vista de mí.
—¿Ne-necesitas algo? —Ruego en silencio que hoy no tenga ganas de tener mi cuerpo. No quiero que me toque.
—Si ... Tráeme una cerveza, te quiero en la habitación, unos amigos vendrán y unas chicas con ellos, no salgas — asiento queriendo sonreír de felicidad, hoy no me tocará.
—Claro — salgo disparada hacía el refrigerador y le consigo su cerveza, me marcho a la habitación y paso el seguro.
Unos minutos más tarde el ruido es casi insoportable, pero es mejor que tener a Naraku cerca de mí. Cierro los ojos mientras que la mirada de aquel chico se proyecta de manera inesperada. Sonrío sin razón. No sabe lo que acaba de hacer, debía dejarme morir, pero por algún motivo desconocido, agradezco en mi interior de que no me haya dejado culminar mi propósito.
***
Al salir de la habitación ya cambiada y lista para ir a trabajar veo como el cuerpo de Naraku se encuentra desnudo y una chica desnuda sobre él. Una mueca de asco se forma en mi rostro y me apresuro a salir de aquel lugar, lo último que quiero es que despierte y me golpee. Suspiro mirando el cielo de esta mañana. Camino a la espera del bus ya que Naraku está utilizando el coche.
Mientras miro la ciudad pasar ante mis ojos me pregunto en cómo sería mi vida sin Naraku. Todo sería mejor. Lo sé, pero tengo miedo. Siempre lo tendré.
—Señorita — levanto la vista y un joven me observa intrigado y con una mirada que me incómoda.
—Necesita algo? —Pregunto mientras él solo mira mi cuerpo.
—¿Me puedo sentar a su lado? —Frunzo el ceño queriendo decirle que no, que se aleje, pero es un transporte público y solo me queda asentir.
—Claro—murmuro, por lo menos tuvo la decencia de pedir permiso. Suspiro y sigo con mi vista lejos de aquí, lejos de este odioso y asqueroso mundo.
A la distancia puedo visualizar la empresa y suspiro, debo de dar gracias de que Naraku no me molestó hoy. El recuerdo vago de aquel chico viene a mi mente. Él parecía buena persona, aunque Naraku también. Quisiera no sentir a cada instante este miedo incontrolable que me azota porque de verdad es frustrante.
Bajo del autobús y arreglo el vestido que me queda grande, no me gusta usar nada que sea apretado. No quiero que los hombres fijen su vista en mi cuerpo. Acomodo mi cabello y avanzo hasta la entrada de la empresa. La fina línea que se forma en mis labios siempre que entro y veo varios de mis compañeros mirarme con morbo reflejado. Avanzo con rapidez. Quiero irme lejos, de todo y de todos.
El cuerpo me duele horrible, pero es lo poco que tengo luego de lanzarme de esa altura. Entro al ascensor y agradezco ver que no hay nadie más en él. Subo con tranquilidad.
Al llegar a mi piso veo a todos correr de un lado a otro como si la empresa se estuviese derrumbando. Con una mirada confunda camino hasta mi despacho. Veo a mi mejor amiga hacer unos chequeos.
—¿Qué pasa aquí, Sango?—pregunto entrando. Ella para de hacer lo que hacía para levantar la mirada y sonreírme de manera tensa.
—Izayoi me dijo que en cuanto llegarás te avisara que debes ir a verla. Al parecer es una reunión importante porque la vi un poco agitada—me cuenta dándose golpecitos en el cuello—la empresa esta patas para arriba con su actitud. Ve o creo que le dará un infarto—asiento.
—Te veo al rato—murmuro y salgo del despacho. Espero no tener más problemas.
Inuyasha
—No tengo ganas de hablar—corto rápidamente el rollo que me trae mi hermano. Su esposa sonríe con suficiencia al ver mi cara hastiada. No soporto lo hipócrita que es y lo peor de todo es que ella lo sabe, y lo usa a su favor.
—Inuyasha ya dejes sentar cabeza, tienes 27 años, ¿qué piensas hacer con tu vida?—pregunta cruzando los brazos—¿piensas quedarte toda la vida sin formar una familia?—ruedo los ojos lo cual lo hace enojar. Puedo verlo claramente en la manera que sus brazos se tensan y me mira fulminante—debes de ser sensato—me flexiono un poco y pongo mis codos en mis rodillas para mirarlo mejor.
—¿Crees que me importa formar una familia?—pregunto pareciendo interesado.
—Sé que no, pero es lo correcto—dice abrazando a su esposa quien solo se mantiene en silencio escuchado la conversación.
—Sesshomaru, tu deberías saber lo que se siente estar atado. Esa vida no es para mí, sabes que no aceptaré, pierdes el tiempo igual que mi padre—me acomodo haciendo que mi espalda quede contra el suave respaldo.
—Tus amigos están casados, ¿por qué tu no?—suspiro agotado. Le tengo un gran respeto a Sesshomaru, pero cuando quiere molestar lo hace de verdad. Es tan insistente que llega un punto de ser insoportable.
—¿Quieres que haga como ellos?—pregunto. Hago una pausa y como una uva que trajo la chica de servicio—¿qué me case para luego engañe a mi esposa?—suelto una seca risa—prefiero quedarme soltero a que una mujer este recriminándome no ser lo suficiente para ella—me levanto—ahora tengo asuntos más interesantes a tratar que verlos a ustedes y hablar de mi vida amorosa—camino dejando a mi hermano con las palabras atoradas.
Subo en voladas a mi habitación, busco los documentos que papá me pidió llevar al restaurante. Gracias al cielo hoy tengo el día libre, mi padre puede ser muy estricto cuando se lo propone. Miro el corte en mi brazo. Un pequeño y casi invisible rasguño marca mi piel. Me pregunto en cómo estará esa chica, ojalá que no vuelva a intentar hacerlo nuevamente. Ella se ve tan destruida y machada que me dio nostalgia tan solo verla.
Tengo que aceptar que es hermosa. La noche solo pudo hacer ver sus rasgos más delicados y sofisticados. Su melena negra, o azabache como pude ver al ella pasar por la luz. Me encantaría ver el color de sus ojos, pero sé que tiene una mirada encantadora. Me pregunto si su sufrimiento se debe a alguien. Hay tantas personas en este mundo que solo buscan hacerles daño a los demás que no me extrañaría.
Tomo los documentos que buscaba y camino a la puerta. Mamá estará como loca al saber que no podré ir a ayudarla. Tengo que evitar encontrarme con esa mujer que tuvo mucho que ver en mi pasado.
Midoriko fue la única mujer con la cual soñé una familia. La conozco desde niño, su familia y la mía eran amigas. Crecimos unidos y siempre estuve embobado por ella. Me armé de valor un día y le propuse ser mi novia. Puedo decir que fueron los años más felices de mi vida. Ella es encantadora y bella. Siempre con esa mirada y ese aura peligroso que encuentras llamativo.
A los 20 años le propuse matrimonio y ella aceptó. Resulta que el día de la boda quedé plantado. Ella se burló de mí, jugo con mis sentimientos y supe que ya no creería. Las mujeres son una especie peligrosa, un paso en falso y te destruyen. Ellas con todo lo que les fue regalado, como es poseer belleza y un cuerpo que nos enloquece pueden hacer de nosotros sus esclavos. Pueden idiotizarnos a su manera.
Me cerré a la idea de conocer a otra mujer, Midoriko me marcó. Las mujeres no son inocentes, he conocido a tantas que ya me encuentro extraño cuando una chica se sonroja o simplemente no se comporta como una puta.
Cientos de mujeres han pasado por mi cama. Muchas de ellas lograron despertar un poco mi interés, pero ninguna envolverme. Ya no creo que las palabras que salen de sus labios. Ya no creo que en la sinceridad que puedan ofrecerme. Suspiro y alejo todos los pensamientos. No puedo dejar que algo me atormente ahora.
Salgo de mi habitación y bajo en busca de mi coche. Entro en él y arranco en dirección al restaurante. Veo tantas personas al pasar. Todas con tormentos ocultos. Las personas no tenemos la capacidad de ocultar nuestro dolor, solo algunas lo logran y esas personas son las que más sufren.
Mi teléfono suena y sé que es Naraku, no tengo ganas de hablar con él ahora. Tengo años siendo su amigo y aún no me nace el ir a ver su mujer de la que tanto presume tener. Me imagino que debe de ser muy ilusa como para no saber que él la traiciona. Y si lo es yo no tendría el valor de verla a la cara y portarme amable con ella. No soy tan hipócrita.
Puedo ser un idiota, pero se lo que es que jueguen contigo, por esa parte es que Naraku y yo rozamos muchas veces, nunca he engañado a una chica.
No niego que tengo curiosidad de conocerla, el siempre habla cosas magníficas de su esposa. Dice que es la mujer más magnifica de este mundo y un sin número de tonterías. Naraku puede ser un bastardo infiel, pero la ama. Solamente hay que ver como sonríe al recordarla. Yo alguna vez lo hice, amé sin condiciones, pero los resultados fueron totalmente distintos.
Solo espero que está vez él sea feliz, que no corra con la suerte tan desdichada que tuve al enamorarme de una mujer que no sabe que son los sentimientos.
Veo a la distancia el restaurante y suspiro. Espero que de verdad él sea feliz.