Capítulo 5

1970 Words
Lo miro en silencio, porque de verdad no sé qué decir. Lo último que a mi mente iba a llegar es que él sea el hijo de mi jefa. El chico que me vio en el momento más vulnerable de mi vida. Tengo miedo, mucho miedo porque no sé qué hacer, si él le dice algo a Izayoi puede que ella me mande a un psicólogo y si Naraku se entera que traté de matarme ... No quiero ni imaginar lo que sería capaz de hacerme. Trato de levantarme, pero él lee mis intenciones y su mano queda en mi brazo. Mi cuerpo entra en tensión y pánico y él me suelta. Vuelvo a sentarme mientras mis ojos se llenan de lágrimas. Mi vida cada vez está más arruinada. No quiero estar aquí. —Déjame — mi voz sale como un leve murmullo. —¿Por qué? —Sé a qué se refiere, la vergüenza me gana y mis ojos lagrimean — ¿por qué trataste se matarte? —Lo miro y sigo impresionada con el color de sus ojos. Son tan preciosos. Miro el lugar limpiando mis lágrimas en el proceso. ¿Por qué me quería matar? Porque estoy cansada de luchar. Cansada de todo el maldito dolor que me persigue. Cansada de no encontrar luz en este túnel tan oscuro. Cansada de que cada golpe me derrumbe más. Cansada de él. Cansada de todo. Cansada, esa sería la respuesta a todo. —Eso no tiene porqué importarte — respondo mirándolo con mofa. Mi semblante cambia y mis expresiones se endurecen — haga o no haga, es mi asunto no el tuyo — una vez más mi arrebato le sorprende. Lo sé porque la expresión que tiene ahora es la misma que la de aquella noche. —¿Por qué estás tan a la defensiva? —Pregunta y agradezco que respete mi espacio. He visto que no ha tratado de interferir con mi espacio personal. —Porque si — respondo con simpleza — te agradecería que este tema quede zanjado. No quiero volver a repetirlo — él suspira y luego sonríe. —Algún día sabré la verdad — dice seguro de sus palabras. —Ese día nunca llegará — me levanto de la mesa — iré al servicio — camino al baño con las piernas temblorosas. Tengo ese molesto nudo intacto en mi garganta. Entro y como era de suponer, la señora Izayoi no está. Varias lágrimas caen de mis ojos, miro en el espejo gigantesco la mujer que ahora soy. Me miro y no me reconozco. Estoy tan marchitada. Mis piernas fallan y caigo de rodillas contra el suelo frío y desolado. Quiero saber porque tanto dolor solo a mí. Porque siempre soy yo la que termina llorando, sufriendo... Porque soy yo la que termina destruida. Me levanto y echo agua en mi rostro y luego lo seco. Veo manchas por lo que pongo maquillaje. Todavía hay algunos golpes que ocultar. Desearía poder ocultar de mi misma el dolor que llevo oculto en mi alma podrida de dolor. Como quisiera hacerlo y así el dolor sea menos. Pueden decir que eso se supera, pero nadie entiende que una mujer en el momento que es golpeada y tocan su cuerpo en contra de su voluntad muere, se marchita. Yo me siento asqueada de mí, de la persona que más amaba, yo misma. Si yo me siento así otras personas pensarán igual. Nadie entiende, solo yo. Termino de aplicar maquillaje y salgo. Me sobresalta la figura de Inuyasha en la puerta. Tiene los brazos cruzados sobre su pecho y me mira con suspicacia. Respiro para tranquilizar los latidos descontrolados de mi corazón. Él me observa preocupado. Levanta una mano y me tenso, la deja caer en mi rostro. La acaricia lentamente y luego me mira, una mirada que no quiero descifrar. —Algo te atormenta, espero que eso no sea tan fuerte como tú, no dejes que te destruya. No lo vuelvas hacer, la vida es grandiosa. Puede que en este momento tu vida no esté en su mejor momento, pero sé que cosas grandiosas vendrán a ella. No lo intentes, eres una guerrera, no seas un soldado caído—aleja su mano y sonríe—espero que tus problemas se solucionen—se arregla las mangas de su camisa—enserio. No lo vuelvas hacer, eres una chica preciosa y muy talentosa—me da una última mirada—te espero en la mesa—se marcha y no sé porque sus simples palabras me llegaron a lo profundo y oscuro del corazón. Puede que me esté rindiendo rápido, pero creo que he luchado bastante y no terminó de ganar y eso me molesta. Miro el lugar en donde estaba y luego sacudo mi cabeza, respiro hondo y camino en dirección a la mesa. Me encuentro con Izayoi y su esposo. Reprimo las ganas de huir. Yo quería un amor tan puro y bonito como el que ellos mantienen. Estoy tentada a dejarlos a ellos; una familia en donde la unión es más que evidente. Ellos se ven felices, fuertes, invencibles. Estoy celosa de ver como todos pueden ser felices menos yo. Yo solo puedo llorar mientras los golpes se hacen parte de mi cuerpo y las violaciones un pasatiempo para Naraku. —Regresé—anuncio mi llegada tomando asiento. Los ojos de ese chico me siguen. —Mi esposa está maravillada con usted señorita—dice él señor que se ve muy paternal y cariñoso—solo sabe hablar de las grandes propuestas que tiene para la empresa—Izayoi sonríe y de manera juguetona le golpea—enserio, hasta durmiendo la aclamaba, me estaba sintiendo celoso ya—eso causa que una sonrisa real aparezca en mi rostro con un leve rubor cubriendo mis mejillas. —Solo quería que sepan lo grandiosa que eres—dice la señora Izayoi. —Muchas gracias por toda la confianza que me brinda siempre—digo, porque de verdad, nunca tendré como pagarle todo lo que ha hecho por mí. Ella creyó en que podía llegar lejos y he aprendido tanto de ella que no tengo palabras suficientes que puedan describir lo agradecida que estoy y siempre estaré con ella. Solo me queda darle un comienzo de sonrisa porque hasta eso me han robado... Las sonrisas. Inuyasha —Entonces nuestra invitada se va—digo al mirarla de pie junto a la mesa, la veo respirar hondo como si mi sola presencia le afectara de alguna manera. —Ya me tengo que retirar—murmura en voz baja, me gusta su tono de voz, es dulce y suave. —Yo también voy con ella—mamá se levanta y le sonríe a Kagome—tenemos una reunión pautada para dentro de—mira su reloj—una hora—dice finalmente. —Si quieren las puedo llevar para que se le haga mucho más cómodo—papá sonríe como si algo de esto fuese muy divertido. —Traje auto corazón, pero gracias por la propuesta—mamá besa mi mejilla de manera cariñosa y Kagome la observa entre entristecida y curiosa. Me pregunto que pasara por esa cabeza de cabellos hermosos. —Que pasen buen día y gracias por la comida, estuvo deliciosa—su voz es suave, me gusta mucho ese tono de voz. Un celular suena, pero estoy tan enfocado en mirar a la pequeña azabache de ropa horrible, pero que resulta tierna ante mis ojos. Todos me miran y entones reacciono porque es mi teléfono el que suena. —Permiso—me alejo de ellos y camino hacia una de las grandes ventanas que tienen el restaurante, la verdad es que papa hizo un excelente trabajo, este lugar es hermoso, más que hermosos es precioso y muy elegante—bueno—respondo sin siquiera mirar quien es. —Bastardo—una voz muy conocida suena—¿Qué es tan importante para que no contestes el teléfono?—pregunta y escucho risas femeninas a través del teléfono. —He estado un poco ocupado últimamente—le respondo y recargo mi cuerpo contra uno de los cristales. Veo a mamá y la chica alejarse y papá sonreír mientras mira a mi madre. —De seguro tu ocupación es entre las piernas de alguna chica—niego divertido. —Puede ser—susurro despacio. —Entonces debe estar muy buena, pero no llamaba para eso—suspiro—tengo a mi lado dos preciosas morenas, ¿no te apetece follar?—pregunta divertido. —Hoy no, estoy un poco cansado—susurro despacio. —Bueno, estoy en las vegas de vacaciones—me dice y eso me toma por sorpresa totalmente. —¿De dónde sacaste el dinero?—pregunto bastante sorprendido. —Tengo una esposa muy considerada. Voy a durar dos semanas en esta bella cuidad—dice y escucho como le dice a una que chupe, no preguntaré el qué, puedo hacerme una idea. —¿No te causa remordimiento engañarla?—pregunto y la línea queda en silencio. —Hemos hablado de esto muchas veces Inuyasha, es mi matrimonio no quieras dar opiniones. No, no me causa nada engañarla porque es solo para arrancar el estrés. La amo, vale, pero ella a veces es tan seca en la cama que solo me queda buscar calidez en otro cuerpo—estrujo un poco mis ojos porque no entiendo a Naraku. —Si ella te descubre perderás años de matrimonio—le recuerdo y escucho un suspiro. —No lo hará—dice—ahora tengo que colgar—no me deja despedirme porque cuelga. Camino hasta mi padre quien está dando instrucciones y al verme asiente. —Ya te vas—no lo pregunta. —Sí, hablamos en casa—me despido con un abrazo y salgo del lugar para caminar un poco ya que cerca de aquí queda un parque hermoso. Me siento un poco resentido con todo lo que me ocurrió y más ahora la saber que Midoriko ha vuelto, no la quiero cerca de mí, esa mujer me hizo mucho daño. Suspiro y al llegar al parque camino hasta estar sentado en unos de los bancos. Hay parejas con grandes sonrisas. Una vez quise encontrar el amor de mi vida. Los hombres podemos ser unos idiotas que en muchas ocasiones solo nos enfocamos en el físico de las mujeres. A pesar de eso nosotros también queremos un lugar estable, es por eso que entiendo de alguna manera a Naraku. Él le es infiel a su esposa, sin embargo nunca la ha cambiado por otra, siempre señala el hecho de que ella es una mujer muy ejemplar, pienso conocerla muy pronto porque sinceramente el que le haya regalado un viaje a las vegas es algo que pocas mujeres saben hacer. Y más dejarlo ir solo. No me doy cuenta que hay una chica sentada en el mismo banco que yo. Me giro un poco para mirarla y me encuentro con una cabellera lisa y larga. Una chica con cara coqueta y maquillaje un tanto demasiado para mi gusto. —Hola—una sonrisa bonita se forma en sus labios pintado de rosa chillón. —Uhmm hola—ella me mira de arriba abajo inspeccionándome con la mirada. —No todos los días encuentras a un hombre guapo—ella comenta y esbozo una ligera sonrisa. —No todos los días encuentras a una mujer directa que lo admite—concluyo y ella me guiña un ojo. —Me encanta ser directa guapo—mira y reloj y hace una mueca de disgusto—lástima que mi tiempo de descanso haya acabado—ella suspira un tanto dramática—espero que mis ojos disfruten otro día de verte—ella se levanta y me da una vista estupenda de su trasero, se da vuelta y besa mi comisura del labio. Fácil; es la palabra que se cuela en mi mente en cuanto ella hace esa acción. A pesar de que me acuesto con mujeres como ella me gusta más las mujeres que me hacen el trabajo difícil, no lo sé, me encuentro más placentero seducir un poco para llevar al punto placentero que solo mirarla y ya ella tenga sus piernas abiertas para recibirme. Me gusta lo difícil, pero no niego que esta mujer llama mi atención, tiene buen cuerpo que no parece a base de cirugía. Ella tiene una linda sonrisa y una actitud coqueta. La veo desfilar lejos de mi vista, no sin antes mover muy sensual sus caderas y cada veinticinco segundos dar vuelta y darme una sonrisa. Las mujeres son el pecado más grande que tenemos los hombres; ellas pueden llevarnos a la gloria, pero sin duda alguna ellas pueden enviarnos sin preparación hacia el infierno. Eso fue lo que me ocurrió, me enamoré de ella creyendo que era un ángel enviado para mi salvación y me di cuenta muy tarde de que solo era un demonio disfrazado queriendo jugar conmigo. Jugar con el amor que yo simplemente le otorgué. Por eso la odio, por eso odio a quien alguna vez ame. Por eso te odio Midoriko.
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