2 - EL QUIEBRE

2314 Words
CAPÍTULO 2 ALLIE  ¿Como puede mi mente simplemente volver a ese lugar que me atormenta y aún sentir dolor? ¿como es posible recordar y sentir rabia luego de que han pasado los años suficientes como para que no sea mas que algo que sucedió y ya?. La respuesta es muy simple y es la maldición Black; las mujeres de mi familia somos tercas, locas testarudas y mas en lo que al amor se refiere, cuando encontramos al que creemos que es nuestro definitivo, nos metemos de cabeza y sin dudas, se dice que solo amamos 1 vez en la vida a uno solamente. Lo se, es absurdo y mas en estos tiempos modernos donde el amor está sobrevalorado, es ridículo, sobre todo si hablamos de una mujer hecha y derecha, una mujer libre y exitosa que ha logrado todo lo que se ha propuesto en la vida cómo yo. Recuerdo el ultimo verano que pasé en casa de mis padres, era mi ultimo año de escuela y estaba emocionada por comenzar mi vida universitaria, lo mas increíble y genial fue que Maxi y yo fuimos aceptados en la misma universidad, estaríamos lejos de casa, en ciudad capital juntos, eso sería perfecto y así no extrañaríamos tanto nuestras familias y amigos. .... Era un medio día del 13 de agosto, Esa fecha quedará marcada para siempre en mi mente, jamás olvidaré ese día. Volvía de mi entrenamiento de baloncesto y Maximiliano no fue a recogerme, estaba tan enojada, porque llamé a su móvil en varias ocasiones y se iba al buzón de voz, era muy extraño que el no me contestara, nunca hacia eso o si sucedia me devolvía la llamada rapidamente, la noche anterior hablamos hasta tarde por video llamada y el prometió ir por mi, siempre me escribía temprano para desearme un hermoso día; pero esa mañana no supe de el; así que cuando llegué a casa enojada y abrí la puerta enfurruñada, mamá me esperaba en la sala de estar muy seria, cuando me vio enojada porque mi idiota mejor amigo y novio no había ido por mi, solo dijo: —Siéntate Al, tenemos que hablar. — no me gustó la expresión de su cara, parecía triste y atormentada, algo muy malo debía estar sucediendo, Emma Rose Black siempre era todo sonrisas y humor negr0 a diestra y siniestra, verla tan seria no era un buen augurio. Cuando comenzó a hablar, sentí como mi mundo se caía a pedazos al igual que mi muy joven e inexperto corazón, me explicó que Maxi llevaba a su madre al trabajo muy temprano cuando un conductor borracho los chocó e hizo que el auto se volcara y cayeran a una zanja; los bomberos tuvieron que intervenir para sacarlos del auto que quedó destruido por el accidente, me dijo con tristeza que la madre de Maxi murió al instante y que la persona que yo amaba con todo mi corazón, estaba en estado critico en el hospital debatiéndose entre la vida y la muerte. Como deseaba que todo fuera una broma de mal gusto o que me diera su habitual; " Vete a la mierda mocosa malcriada" y no ver esa expresión de lástima en su cara. — ¡No!, no es verdad, ¡DEJA DE MENTIRME! — estaba histérica y en estado de shock, no podía ser verdad, Maxi estaba bien, sano y salvo en su casa y mi madre me jugaba una broma muy pesada. —Lo siento Al, tu padre y yo te llevaremos al hospital para que puedas estar cerca de el. — negué muchas veces, no lo creía, así que tomé mi teléfono, le llamé y cuando se fue de nuevo al buzón le dejé un mensaje. — ¡Maximiliano Martin, contesta el maldito teléfono!, mi madre dice que tuviste un accidente y que estás muy mal, Maxi no me dejes, Maxi ¡CONTESTA! — me desplomé y lloré desconsoladamente abrazada a mi madre quien lloró silenciosamente sosteniéndome, hasta que llegó papá y nos abrazó a las dos. Mis padres... ¿que puedo decirles que no sepan ya? ustedes los conocen incluso mejor que yo, pero algo que cabe resaltar es que, siempre serían mi mayor fuerza para enfrentar al mundo o lo que sea que quisiera golpearme. *** Maxi estuvo en coma por 2 meses, tuvo un trauma craneoencefálico severo con hematoma epidural y subdural, en pocas palabras se le llenó el cerebro de sangre arriba y al costado de la cabeza, tuvieron que abrirlo para drenarla y tendría una placa metálica en el cráneo para siempre además de algunos huesos rotos. Yo iba todos los días a verlo y cuando volví a mis clases pasaba por el hospital luego de salir de la escuela, le contaba todo lo que había sucedido con nuestros compañeros, le hablaba por horas, le conté entre risas como la zorra Blaine ahora quería poner las garras en mi hermano Christian, quien vino de visita a casa ya que se fue hace un año a la universidad y no podía para de reír cuando mamá le dijo; que tenía buena puntería y que mejor no se acercara a nuestra casa. Trataba de tenerlo al corriente de todo lo sucedido a mi alrededor, sacando fuerzas de donde no tenía para mantener la compostura. También le pedía que no me dejara, que lo amaba demasiado, que era mi otra mitad y que sin el siempre estaría incompleta. Maxi despertó un 14 de octubre, recuerdo que hacía frio por el otoño y la brisa congelaba la punta de mi nariz, el doctor llamó al sargento por ser su único familiar, para informarle como estaban las cosas, pero él, quiso que yo estuviera presente. No entendí todo lo que dijo pero al parecer los golpes en la cabeza dañaron algo en Maximiliano, al punto que no podría ver, mi Maxi estaba vivo, pero ciego. Había la posibilidad de que mas adelante se hiciera una intervención quirúrgica para que el pudiera recuperar la vista, pero no había garantía de nada. A mi no me importaba, mi Maxi estaba vivo y eso era lo mas importante, aprendería como ayudarlo y haría todo lo que estuviera a mi alcance para hacerle mas fácil todo. Cuando al fin pude entrar a su habitación luego de las revisiones de los médicos y miles de exámenes, corrí a su lado y lo abracé mientras lloraba de emoción sobre su pecho. —¿Rosie? ¿eres tu? — le gustaba llamarme por ese estúpido apodo que yo odiaba muchísimo, pero en ese momento era como música para mis oídos. — ¿Quien mas podría ser, tonto?, nunca, nunca jamás, voy a dejarte, te lo prometo. — estábamos destinados, Dios no iba a separarnos. —Estoy ciego Rosie, no puedo ver. — dijo con tristeza, como si eso cambiara algo de lo que yo sentía. —¿Y que diablos me importa eso?, estás aquí conmigo y no pienso dejarte, vas a tener que soportarme por siempre Maximiliano Martin, eres mío por toda la eternidad. — ahora me río de mi inocencia, no puedo creer que fuera tan idiota. — Debes irte en pocos meses a la universidad, no quiero atarte a mi miseria.— respondió entre lagrimas. — El doctor dijo que pueden operarte, puedo esperar el tiempo que sea para salvar al mundo mientras te recuperas, puedo aplicar para una universidad local, eso no es importante ahora. — quería creer en que tendríamos nuestro final de cuento de hadas. Debo decir que mi inocencia es hasta un poco dulce, mira que querer renunciar a todo por el, eso si que era ser optimista. Maxi se enteró de la muerte de su madre ese mismo día, tuvo una crisis y hubo que sedarlo, no me separé de su lado, ni en el hospital ni cuando lo llevaron a casa. Mi padre y yo le ayudamos al sargento a adaptar la casa para la nueva situación de mi amado novio, también lo llevaba del brazo para que memorizara el espacio y como estaba todo organizado para que no se golpeara con los muebles o hiciera un desastre, fue difícil pero poco a poco ambos aprendimos a lidiar con la nueva situación. Mamá y papá hicieron por mi, algo que les agradeceré hasta que muera, consiguieron un especialista y se hicieron cargo de todos los gastos de la operación de Maximiliano, el sargento Martin quiso negarse, pero mis padres no aceptaron un no por respuesta, así que un par de meses después de que el despertó, programaron la cirugía para que mi amado mejor amigo y novio, volvería a estar bien. Pero nada salió como queríamos, la situación de Maxi era complicada y no fue mucho lo que se logró. El no recuperaría la vista en un futuro cercano. — Estoy ciego Rosie, voy a estar ciego por el resto de mi vida, necesitas alejarte de mi. — decía cuando me acurrucaba en su pecho luego de hacer el amor, cuando estuvo recuperado. — No seas idiota Maximiliano, no eres la primera persona ciega en el mundo, ¿como puedes pensar que tu discapacidad es una razon para no amarte o para que logremos todo lo que nos hemos propuesto? — lo regañaba cuando decía esas cosas tan ridiculas. — Debes ir a la universidad, lograr todo lo que has soñado, yo solo seré una carga para ti y un obstáculo para tus sueños. — soy hija de mi madre, somos de las que no reculamos ante nada. — No vuelvas a repetir eso, sin ti no hay sueño que valga, te prometo que buscaremos la manera de llegar a la meta, pero juntos. — famosas ultimas palabras. Me da un poco de risa mi optimismo, Maximiliano Martin tenía muchos defectos, pero el que mas odiaba era su terquedad, que sumada a la mía nos hacía discutir por horas por cualquier tontería. Y él, tenía sus propios planes, en los que yo no estaba incluida. Recuerdo que esa mañana me levanté temprano, hornee unas galletas con chispas de chocolate y se las llevé al amor de mi vida, sonriendo de oreja a oreja y con mis ojos llenos de corazones brotando por doquier cuando pensaba en mi hermoso chico. Al llegar, la sorpresa mas grande que recibí, fue ver a Ashley maldita Blane abrirme la puerta vestida con mi camiseta favorita de Maxi, sentí la ira hervir dentro de mi y realmente tenía ganas de asesinar a alguien en ese momento. —¿Que diablos haces aquí? — esa maldita realmente quería morir. — Vine a visitar a Max anoche y una cosa llevó a la otra, me quedé a dormir y heme aquí, tomando en café con el y su padre. — no podía creerlo, así que la empujé y me metí a la casa como leona a punto de cazar a su presa, pensé que era una treta de ella, pero en la cocina, solo con pantalones de pijama y el pecho lampiño al descubierto, con una taza de café en la mano, Maximiliano estaba junto a su padre quien le leía el periódico como si nada, malditos fueran los dos, no podía creerlo, el sargento era cómplice del engaño de su maldito hijo, estaba encabezando mi lista negra. — Maxi, ¿que hace esa puta barata en tu casa y semidesnuda? con NUESTRA camiseta. — reclamé iracunda. — Allie, no pensé que llegarías tan pronto, no se que decirte. — estaba indignada, ¿que respuesta de mierda era esa? — ¿Me engañaste con ella, Maximiliano? — al parecer mi supuesto amor, había encontrado un mejor consuelo y ese no era yo. —No sabía como decírtelo... no fue algo que planee, solo… sucedió y dado todo lo que hiciste por mi, no quería romper tu corazón. — mi mente daba vueltas en las maneras en las que iba a hacerle daño al maldito traidor. — Pero lo hiciste de todas formas. — lo que mas me dolió fue su insinuación de estar conmigo por compromiso, yo lo habría entendido si el me hubiera dicho que ya no quería estar conmigo, tal vez habría armado un berrinche, pero me habría retirado con dignidad. — Allie Rose, no quisimos hacerte daño, por favor no me golpees. — me dijo la desgraciada parda en un rincón con cara de susto. — No vales una paliza, ninguno de ustedes vale una mierda. Me fui sin mirar atrás, estaba enojada y dolida por lo que me hicieron, aun tenia el recipiente con las galletas en mis manos así que lo estrellé contra la pared de su casa y me largué sin derramar una sola lagrima. Llegué a casa y me encerré en mi cuarto por varios días regodeándome en mi miseria, no fui ni siquiera al baile de graduación. Estaba molesta con la vida, pero cuando salí de mi momento de oscuridad, pensé en que tidos tenemos lo que nos merecemos y Maximiliano se merecia esa zorra, solo tenía un objetivo, iba a cumplir mis metas y nadie, nunca o ningún hombre iba a detenerme, prometí que me largaría de esa mugrosa ciudad y volvería convertida en una mujer poderosa y Maximiliano Martin iba a arrepentirse toda su miserable vida, de haberme despreciado. Convencí a mi madre que necesitaba un cambio antes de irme y que soñaba con ser rubia como ella, pero la verdad era que Maximiliano amaba mi cabello castaño oscuro, decía que era absolutamente hermoso así que comencé por destruir cualquier cosa en mi, que pudiera recordarme al traidor imbécil que me j0dió el corazón. Mi madre ni siquiera preguntó nada, solo hizo una cita en la peluquería y me llevó a hacerme el cambio extremo, cuando salí del lugar, miré mi reflejo en el vidrio de la vitrina y dije sonriendo convencida. —¡Mucho cuidado perras!, esta rubia es un peligro ambulante.
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD