―¡Mami! ¡Mami! ¡Mami! ―La vocecita chillona de la niña hizo remover a su cansada madre. ―Vamos, arriba, hay que ir al colegio. ―Saray suspiró profundamente y se desperezó.
―Amor mío. ―Tirando de ella la metió a la cama y la abrazó con fuerza. ―Buenos días, no olvides los modales, manzanita. ―Sonrió al escuchar las protestas de su hija.
―¿Estás muy cansada? ―Saray miró esos hermosos ojos grises y negó, ella ocultó que tan molida la deja el doble turno en el restaurante.
―Por supuesto que no. ―Besó su nariz. ―Yo solo deseaba que mi niña hermosa viniera a despertar a mamá. ―Le guiñó. ―Venga, hay que ducharnos o ambas llegaremos tarde, no queremos eso, ¿Cierto? ―La niña que era demasiado responsable negó.
―Mami. ―La siguió al baño. ―¿Por qué no buscas a mi papi? ―Saray se tensó por completo, pero disimulando frente a su hija la miró sin perder la sonrisa. ―Trabajas mucho, él debería volver y ayudarte, ¿No crees? ―Saray enarcó una ceja.
―¿Por qué has despertado tan parlanchina hoy? ―Se cruzó de brazos, su hija es justo como su padre, pocas palabras, un temperamento que nadie soporta y extremadamente inteligente.
―¿Tiene que haber un motivo? ―Esa pequeña sonrisa la dejó en evidencia. ―Vale… quiero saber más de mi padre. ―Bajó la mirada. ―¿Por qué nunca lo he visto? ¿Por qué no hablas mucho de él? ¿Por qué no quieres por lo menos mostrarme una foto?
―Tienes solo cinco años. ―Saray resopló. ―Deberías hablar con algunas palabras mal, ¿No crees? ―Bromeó para evadir el tema. ―Vamos, métete a la ducha, realmente llegaremos tarde si eso pasa. ―La niña no se movió.
―¿Papá te hizo daño? ―Frunció el ceño. ―Escuché a papi Fer hablar con las chicas del restaurante y dicen que si buscaras a papá tu restaurante fuera el mejor. ―Ladeó la cabeza. ―¿Por qué no quieres llamarlo? ―Saray suspiró, sin duda su hija ha amanecido con muchas más ganas de saber de su padre.
¿Cómo puede ella explicarle que él se marchó sin más y por mucho que lo buscó no lo encontró? ¿Cómo confesarle que incluso sus mejores amigos, los mismísimos monarcas de Luxemburgo la ayudaron y ese hombre no dio señales de vida? ¿Cómo contarle la dolorosa verdad a su niña? Ese hombre solo la usó por venganza y se marchó sin mirar atrás, dejándola embarazada y rota.
―Tú no te preocupes por esas cosas. ―Besó la frente de su niña. ―¿De acuerdo? Ahora venga, hay que irnos o llegaremos tarde. ―Le dio pequeñas nalgadas para movilizarla, la niña carcajeó por el jugueteo de su madre y no insistió más con sus preguntas, aquello alivió grandemente a Saray. Esas charlas jamás son fáciles, no saber que contarle a su hija la mata. ¿Acaso Nozel la amaría si supiera de ella? Esa es la pregunta que siempre se hace.
Saray cayó en una profunda depresión cuando el hombre al que amaba y lastimó salió de su vida sin más, ella sintió el mundo caerse a pedazos y renunció a todo, pero solo un mes después se dio cuenta de que en su vientre estaba creciendo una personita que necesitaba de ella y fue su fuerza para seguir adelante.
Ella se graduó de Chef, gastó el dinero que el esposo de su mejor amiga le dio y lo arriesgó todo haciendo un restaurante al cual le va relativamente bien, pero es nuevo y por ahora ella debe trabajar más de lo debido, pues solo trabaja con algunos amigos de la universidad.
Es la mejor amiga de los monarcas de Luxemburgo, pero aun así ella ha conseguido todo lo que tiene por méritos propios, una vez supo que Nozel, el padre de su hija no aparecería, se alejó y crio a su hija sola con su amigo del alma, ese mismo que la salvó cuando estaba a punto de acabar con su sufrimiento.
―Vamos, mami, es hora. ―Saray detuvo a su hija para que no corriera.
―Amor. ―Se agachó para quedar a su altura. ―Tu nana no podrá cuidarte hoy, por lo que una de las chicas pasará por ti para llevarte al restaurante, ¿De acuerdo? ―Peinó el pelo rojo de su bebé. ―Y por favor, no vayas a gritar que no la conoces solo porque no quiere llevarte por helado, no quiero que se forme otro drama. ―Evitó reír, su hija se las ingenia para meter a cualquiera en problemas.
―¿Qué le cuesta llevarme por un helado de camino? Se merecen todo lo que les pasa. ―Saray negó, esa niña es de temer.
―Vamos, ve a dentro, nos vemos más tarde. ―Sonrió moviendo los dedos en modo de despido.
Una vez su hija entró, ella sacó todo el aire de sus pulmones y se marchó, debe llegar al restaurante cuanto antes, tiene un largo día y noche de trabajo.
Escuchando música como siempre condujo hasta el lugar que construyó desde cero y que ahora es uno de los más conocidos en la zona, incluso gente de otra parte viene a probar sus creaciones. Dejar Londres y mudarse a París fue lo mejor que pudo hacer, ese cambio le hizo muy bien.
―Jefa. ―Uno de los camareros la saludó. ―El lugar está repleto. ―Le sonrió emocionado. ―Tenemos reservas hasta para dentro de un año, ¡Todos quieren venir aquí! ―Saray lo miró confundida, si bien les iba bien, no era tanto así. Las reservaciones solo alcanzaban los meses.
―¿Qué es todo esto? ―Miró asombrada el restaurante desde la cocina. ―Está completamente lleno. ―No se lo explicaba.
―Mira esto, gordi. ―Fernando se acercó con un móvil en la mano. ―Tus mejores amigos hablaron del restaurante, ¡Ahora todos quieren comer donde los reyes de Luxemburgo comieron! ―Saray se llevó las manos a la boca. ―Hay cantidad de personas importantes sentadas en nuestras mesas. ―Saray miró nuevamente el lugar y sonrió a la vez que negaba, ella les dijo que no tenían que hacer nada.
―Esos dos… ―Río sin poder evitarlo. ―Bien, equipo, ¡Hay que demostrar porque nuestro crecimiento es tan rápido y nuestro éxito tan rotundo!
―¡Sí, Chef! ―Todos realmente emocionados se pusieron manos a la obra.
Apple dejó los cuadernos de lado, ya había hecho sus deberes y estaba aburrida de pintar, así que se levantó de su puesto y decidió recorrer el restaurante de su madre, estaba más lleno de lo acostumbrado y por ello no le estaban prestando la atención suficiente para que no hiciera travesuras.
La niña es extremadamente inteligente, pero sigue siendo una niña de cinco años y la curiosidad es parte de ella como de cualquier otro niño. Mirando a su alrededor solo vio a hombres de traje y mujeres con vestidos de gala, todos parecían ser muy serios y aburridos, con su madre y todos sus allegados jamás conocía a gente así.
―Que hermosa niña― Una mujer rubia de ojos grises la miró sonriendo y un poco extrañada, siente que la conoce. ―Qué pelo rojo más hermoso. ―Apple miró a la mujer, ella pensó en marcharse, pero está demasiado aburrida.
―Mami también lo tiene rojo. ―Informó. ―Aunque mis ojos son grises y los de ella verdes. ―La mujer quedó atónita por la claridad con la que habla la niña.
―Vaya, hablas bastante claro y con mucha seriedad. ―Miró a su esposo. ―¿No se te hace conocida? ―El hombre asintió, por supuesto, que esa pequeña le recuerda a alguien, aunque no puede saber a quién con exactitud.
―¿Quizás me parezco a su nieta? ―La mujer negó sin perder la sonrisa.
―No tenemos nietos, mi hijo al parecer no quiere tener una familia. ―Apple frunció el ceño, ¿Por qué alguien no querría tener una familia? La familia es buena. ―¿Cómo te llamas, corazón?
―Apple.
―Vaya, que nombre más hermoso. ―El hombre se emocionó. ―Manzana, es bastante original. ―La niña asintió. ―¿Estás sola? ¿Dónde está tu madre?
―Apple. ―Saray llegó antes de que su hija respondiera. ―Lo lamento, se aburre cuando está aquí. ―Acarició la melena de su hija. ―Amor, debes quedarte atrás, ya hablamos de esto. ―La niña hizo un puchero.
―Me siento sola y aburrida. ―Susurró. ―Solo quería caminar un poco.
―No se preocupe. ―La mujer captó la atención de Saray. ―Es una grata compañía. ―Saray enarcó una ceja, su hija no suele hablar con nadie. ―Estábamos conversando. ―Saray miró a su hija realmente asombrada.
―¿Conversando? ―No lo quería creer.
―Sí, de hecho, le iba a preguntar si conoce al chef.
―Es mi mami. ―Apple la señaló. ―Ella es la dueña y la chef. ―Dijo orgullosa de su madre.
―Oh, déjeme felicitarla. ―El hombre se puso en pie. ―Es su restaurante, uno de los mejores. ―Le tendió la mano.
―Gracias. ―Saray se sintió emocionada, no había recibido tantas felicitaciones desde que parió a su hermosa hija.
―¿Qué tan dispuesta está para trabajar en la mansión de una familia noble? ―Saray perdió la sonrisa. ―Le pagaré lo que usted quiera, pero trabaje para mí…