El ascensor subía lentamente, el suave zumbido del motor era el único sonido que rompía el silencio entre ellos. Nina se miraba las manos, sintiendo el peso de las emociones que la inundaban. Había química, deseos, y algo mucho más profundo entre ellos, pero también estaban sus miedos. Cada vez que Alessandro la miraba, sus ojos llenos de deseo y ternura, Nina se sentía vulnerable. ¿Realmente podría hacerlo? ¿Podría entregarse a él y superar los años de inseguridad que habían moldeado su vida? Sus dudas volvieron a surgir, como un eco de todas las veces en que había sentido que no era suficiente, que su cuerpo no era el adecuado para que alguien como Alessandro la deseara de verdad. El ascensor se detuvo. Las puertas se abrieron con un suave tintineo, y Alessandro le ofreció su mano. Nin