Alessandro estaciona el auto en el parking de la cafeteria. Pero antes pasamos por una farmacia para comprar la píldora. Al parecer él tiene prisa por que me la empiece a tomar. La cafeteria no esta tan llena. Al entrar, un grupo de chicas que está sentado en una de las pocas mesas ocupadas se giran para mirarnos o, más bien, para mirar a Alessandro. Sus ojos curiosos pasan de él a mí y de nuevo a él mientras cuchichean en voz baja. Me pregunto cuáles de sus atractivos les habrá llamado la atención: su porte regio, su intensa mirada azul, o la elegancia con la que él solo sabe llevar un traje… ¡Son tantas cosas! Pero sea lo que sea, él no se molesta ni siquiera en dedicarles una mirada, aunque alguna de las chicas incluso se ruboriza y baja la cabeza cuando pasamos a su lado. Me alegra