—Romy—pronuncia Vittoria con calma— me gustaría decirte mi opinión si no te molesta respecto a esta disputa, la cual ya ni siquiera se sabe porque comenzó.
Encorvo los labios no muy convencida de ello, pero al final asiento.
—¿Alguna vez has conocido a un Carusso?
Niego con la cabeza y me cruzo de brazos.
—Eso sería lo último que pensaría hacer en esta vida—le recuerdo, aunque no son precisamente mis palabras, sino las que mi padre me advertía al ser adolescente.
—Hace un año conocí a uno de ellos—revela con una tranquilidad que me asusta.
—¿Que?—digo sorprendida y miró hacia ambos lados de la habitación, esperando que nadie la hubiese escuchado—¿Acaso estas loca?
—Por favor Romy, tarde o temprano tendría que pasar—expresa y vuelve a comer un bocado de pastel, pero esta vez un fragmento bastante pequeño.
—¿Como lo conociste?—cuestiono un tanto curiosa y al mismo tiempo impactada.
—En la arena de Verona—admite con una sonrisa—aunque debo admitir que no me gusta preguntar apellidos cuando conozco a una nueva persona.
Sonríe como si recordara algo bastante bueno, lo que me inquieta bastante.
—¿Sabes lo que te haría tu madre o peor aun, mi padre si se entera de esto?—cuestiono recordándole quienes son nuestra familia.
—Lo sé, por eso seria mejor salir de aquí ¿No crees?—propone mientras toma su bolsa y lo cuelga sobre su hombro. Ahora entiendo porque su persistencia por irnos de aquí, lo que desea contarme no es algo que los Montteci deban escuchar.
Asiento y me levanto de mi sitio ahora ya sin cansancio, quizás por la curiosidad y también por la preocupación de saber lo que ha estado haciendo Vittoria a espaldas de la familia. Antes de irnos nos encontramos con Greta, una mujer de avanzada edad que fue ha trabajado para los Montteci desde que mi padre era
—Romelia—alza la voz y avanza lo más rápido que puede a pesar de su edad. Vittoria suelta una carcajada al escuchar ese nombre que a mi me causa horror, cosa que mi padre dice que fue la causa por la que mi madre decidió ponerme el diminutivo "Romy". La mujer me abraza con fuerza y me proporciona algunos besos que al principio me molestan y también lastiman, pero entonces recuerdo que de pequeña me decía que era la viva imagen de mi madre, así que comprendo su cariño— la mia bambina.
—¿Como has estado, querida Greta?—fuerzo una sonrisa, pero ella aprovecha ese gesto para pellizcarme las mejillas.
—Molto bene—menciona mientras me toma de la mano con fuerza mientras me arrastra de vuelta hacia el comedor.
—Te preparare un rico Carpaccio para chuparse los dedos—dice felizmente mientras imita el gesto de un beso con sus dedos.
—Lo siento, Nonna—digo en un intento e que me suelte de su agarre, ella se detiene en seco y frunce el ceño—pero tengo que irme, Vittoria y yo íbamos a salir a dar una vuelta a la plaza.
—Sei apenna tornato—me replica moviendo las manos en el aire en forma de reclamo—antes de salir debes comer.
—Perdónanos, Nonna—dice esta vez Vittoria— Romy ya comió pastel, pero si nos da hambre comeremos algo en algún restaurante.
Greta frunce el ceño, decir restaurante en esta casa cuando ella ha cocinado tantos años para nosotros y fue para mi madre como una abuela, es una grave ofensa para ella.
—Solo iremos por un gelato, Nonna—le anuncio para no causarle aflicción, le doy un beso en su arrugada frente— pero volveremos para cenar y después de un paseo tan largo supongo que tendremos bastante hambre.
Greta sonríe y asiente, para después darme la bendición.
—Fate Attenzione, Ciao!—grita cuando Vittoria me toma de la mano y tal y como lo hizo Greta antes, me lleva consigo lo más rápido que puede antes de que alguien más nos intercepte.
Al bajar por las escaleras, observó no muy lejos de la entrada un auto blanco, el cual parece ser muy del estilo de mi amiga. Ella quita el seguro y entra no sin antes hacerme una señal para que la acompañe en el asiento del copiloto.
Al subir, mientras ella se acomoda en su asiento y enciende el auto, observo lo espacioso que es por dentro aunque en apariencia se ve pequeño, además por lo que alcanzo a observar esta bastante limpio sabiendo como es ella.
Vittoria no dice nada, solo enciende la radio mientras avanzamos por el camino hacia el enrejado de la casa, antes de salir nos topamos con los empleados de seguridad, los cuales visten de n***o en un intento de ocultar sus armas cortas. Cuando nos reconocen hacen una señal para que habrán la puerta.
—No puedo creer que hacías esto todos los días cuando íbamos al colegio—se queja mientras se cruza de brazos cuando abren la puerta—¿Como es que siempre llegabas a tiempo?
—Tenia que salir con veinte minutos de anticipo—revelo con un poco de verguenza, la verdad tener que esperar mientras se abre el enrejado es tedioso, pero después de unos minutos Vittoria finalmente sale apretando el acelerador con fuerza para alejarnos de aquella zona la cual es conocida por ser controlada por los Montteci, es decir mi padre y su hermana, la madre de Vittoria.
Ella abre las ventanillas para permitir que la brisa fresca del verano juegue con nuestro cabellos y nos refresque después de lo apresurada de nuestra salida.
En la radio suena la cancion Bellisima de Analisa y Vittoria comienza a cantarla con alegría, parece enamorada. No me atrevo a seguirle la corriente como cuando éramos adolescentes y hacíamos precisamente esto, escapar mas no de casa, sino mas bien del colegio. La miro con una sonrisa por las tontearías que hace al intentar bailar mientras maneja, eso me causa bastante gracia y casi al final canto el coro de la canción.
No tardamos mas que veinte minutos en llegar al centro de Verona. Vittoria deja el auto en un espacio de aparcamientos de color azul a tan solo dos calles de la Corsa Puorta Nuova, la cual es la calle principal de Verona y la que delimita el norte y el sur de la ciudad. Aquella zona para nosotras y cualquier Carusso que se acerque es zona neutral.
Vittoria y yo caminos rumbo a la plaza en donde se encuentran varias Gelaterias, pero la mejor de todas es la Gelateria de Ponte Pietra. Por supuesto, por ser Verona una ciudad bastante turística, hay bastante gente en la plaza y tambien filas que parecen interminables.
—En qué momento te dignaras a contarme—me quejo mientras avanzamos dos lugares en la fila, lo bueno de las gelaterias es que no debemos esperar mucho para disfrutar de un gelato.
—Esta bien, te contare—dice finalmente mientras estira un poco el cuello para contar cuantas personas faltan para que sea nuestro turno— ¿En donde me quede?
—Dijiste que lo conociste en la Arena de Verona—le recuerdo, entonces avanzamos un lugar adelante
—¡Ah si!—pronuncia con entusiasmo— el verano pasado acompañe a mi mamá a una obra de teatro, ya sabes como es ella. Si no mal recuerdo la historia era la de Romeo y Julieta, creeme que es una historia poco creíble ¿Como te vas a enamorar perdidamente de una persona con tan solo verla una sola vez?
—Vittoria—reclamo al darme cuenta que su explicación se ha salido del tema, pero ella es así, se distrae con facilidad.
—Cierto, cierto—recuerda soltando una pequeña risita—pues veras. Durante el intermedio, fui al baño a estirar las piernas, pero en el camino me tropecé con un joven bastante apuesto y carismático, tanto que incluso se me olvido a lo que iba.
"Tu Vittoria, ¿Cómo podrías?" me burle para mis adentros.
—Hablamos bastante, fue muy agradable y cuando termino el intermedio me invito a salir—admitió con una sonrisa victoriosa.
Negué con la cabeza, eso que tanto temo parece que con cada palabra que pronuncia Vittoria se hace realidad.
—¿En verdad saliste con él?—cuestiono impactada y ruego al cielo porque diga que no y ahí termine su relato, pero la muy descarada sonríe y asiente.
—Fue divertido, me enseñó lugares que no conocía de Verona—dice con tranquilidad, entonces finalmente entramos al establecimiento, solo faltan tres personas para que sea nuestro turno.
—Dime que no lo besaste, por favor—le ruego—dime que no te enamoraste de él.
Vittoria suelta una carcajada y finalmente niega con la cabeza.
—No, por supuesto que no, aunque era un chico bastante agradable él no era mi tipo, solo nos hicimos amigos y hemos salido un par de veces, pero solo por un gelato y nada mas—expone, su explicación me deja pensando, siento que hay bastantes espacios en su historia que no cuadran, así que me animo a preguntar.
—¿Cuando supiste que era un Carusso?
—En la primera cita—acepta, pero entonces nuestra conversación es interrumpida por el empleado de la tienda.
Vittoria pide uno de limón para ella con una galleta de chocolate encima y yo uno de fresas con crema y nuez. Una vez que pagamos y salimos de ahi caminamos lejos de la gente hasta una de las fuentes de la plaza donde podemos sentarnos a continuar con esta extraña e inusual conversación.
—¿Porque seguiste frecuentándolo sabiendo a qué familia pertenece?—cuestiono extrañada.
—Él es bastante agradable, te hace sentir bien cuando conversas con él, es atento y lo mejor es que sabe escuchar, creo que te agradaría si lo conocieras. Él parece preocuparse sinceramente por la situación de nuestras familias.
Repentinamente, muerdo una porción bastante grande de mi gelato al escuchar sus palabras, enseguida siento como el hielo me provoca una jaqueca.
—¡Dios!—me quejo mientras cierro los ojos a que pase el dolor, mientras que Vittoria se burla de mi accidente— no me digas que le dijiste que eras una Montteci.
Espero la respuesta de Vittoria, pero al no recibirla intuyo lo peor. Abro los ojos y la miro desconcertada.
—¿Vittoria?—insisto.
—Perdóname—dice ella encogiéndose de hombros.
—Eres una tonta—le expreso—¿Porque lo hiciste?
—Porque él me dijo que deseaba encontrarse con alguien de la familia Montteci para intentar resolver los problemas entre ambas familias—revela con una inocencia que me hace perder la paciencia.
—¿Y como sabes que no lo dijo para engañarte? ¿Que tal si solo quiere jugar contigo porque eres una Montteci?—protesto levantándome de mi sitio para caminar, quedarme quieta cuando estoy frustrada o enojada no es algo que vaya conmigo.
—No, Romy, él no es así—lo justifica—si tan solo lo conocieras sabrías que no es lo que tu piensas.
Me quedo en silencio mientras trato de calmarme, lo primero que pienso es en prohibirle ver a ese chico de nuevo, pero la palabra prohibido no es una definición que este en el diccionario de Vittoria.
—Bien, hagamos esto. Supongamos que él de verdad tiene un buen propósito y que no tiene malas intenciones. Si ya logro lo que quería es decir, conocer una Montteci ¿Que planea hacer según él para evitar el conflicto entre nuestras familias?
Observo como mi querida prima abre los labios para explicar lo que tiene que decir, pero en ese preciso momento escuchamos un disturbio no muy lejos de nosotras. Al levantar la mirada, descubro que un par de hombres están peleando, habría pasado aquello por alto de no ser porque reconozco a dos de ellos.
Se tratan de dos chicos jóvenes, uno de piel bronceada es el hijo del jardinero y el otro, el mas bajo de estatura es el nieto de Greta.
—¡Por dios!—le escucho decir a Vittoria.
—¿Porque estarán peleando?— pronuncio enseguida.
—¿Que mas podría ser?—se queja ella—seguramente son los Carusso de nuevo. Quienes mas estarían buscando pleitos por cosas insignificantes.
—Sera mejor que vayamos a ver que sucede—propongo.
—¿Que estas diciendo?—dice ella alarmada—no deberíamos interponernos en asuntos de hombres, podríamos salir heridas.
—Entonces quedate—le sugiero y le doy el resto de mi gelato— veré si puedo persuadir al hijo del jardinero y al nieto de Greta para que hagan caso omiso de las estupideces de los Carusso.
—Pero...
—No me tardo—le expreso al tiempo en que doy pasos alargados para poder llegar a la escena.