HARRY volvió a ir en el coche conmigo en el camino de vuelta. La única diferencia fue el continuo silencio durante todo el trayecto. Intenté por todos los medios permanecer cerrado hacia él. No había forma de que pudiera resolver los enigmáticos rompecabezas que había dentro de ese cerebro. O al menos, me llevaría años, pero no tengo años para gastar. Cuando el coche se detuvo, sólo pude oír el sonido de los pasos eufóricos de mi padre. El éxito era la derivación de su felicidad, el origen de su buen hacer. Cuando encontraba el triunfo, esparcía un poco de gratitud a todos y a cualquiera. Sin embargo, cuando el fracaso aparecía a la vuelta de la esquina, abatía a dos de sus propios hombres. Salí del coche justo antes de que lo hiciera Harry. Él me siguió en silencio. La forma en que su