Capítulo 5

1138 Words
En el momento en que sonó la campana, el arma de Harry se disparó. Apreté la mandíbula, de forma muy parecida a lo que Harry hacía con la suya, y enterré mi cara tan fuerte en él que sabía que sentía mi aliento y cada centímetro de mi nariz. No vi nada, demasiado ocupada con mi cara enterrada en su pecho.           De nuevo, un silencio nos invadió. Miré hacia la puerta, sin poder ver mucho más que un cuerpo vestido de n***o, un pasamontañas sobre su perfil y una ametralladora tirada en el suelo por el impacto de una caída. La sangre tiraba de la cabeza, el líquido parecía casi un manto de seda de color rojo intenso tendido cerca de su cabeza. La bala persiguió inmediatamente su último aliento, y en un instante estaba muerto.            Harry sacó los brazos del pasillo y volvió a rodear mi cuerpo. Eché un vistazo al anciano que ahora estaba de pie, entregándose estúpidamente y mirando el cadáver con horror. Quise decirle que se escondiera, que estaba a salvo donde estaba escondido, pero fue demasiado tarde, ya que un grupo de tres hombres entró por la puerta, con atuendos a prueba de balas y pasamontañas negros para ocultar sus identidades.          ― ¡Si quieren el dinero, pueden tenerlo! De todos modos, no hay nada más en esta tienda ―El anciano tartamudeó rápida y nerviosamente a los delincuentes.           Un hombre giró la cabeza para mirar al anciano.   ―No queremos su dinero ―La voz era profunda y suave, amortiguada ligeramente por el pasamontañas. Levantó el brazo, apuntando con su pistola al anciano. Las balas se dispararon tan rápido que los latidos de mi corazón se vieron superados por un disparo largo.            Me estremecí contra el cálido cuerpo de Harry. La visión del dulce y pobre anciano cayendo al suelo me hizo querer gritar de pena por él, pero me permití guardar silencio para no delatar nuestra ubicación. Mis manos agarraron su camisa en puños, aterrada por el entorno que nos envolvía ahora. Si pudiera usar mi inteligencia para salvarnos, lo haría. Pero ser inteligente como un libro solamente llega hasta cierto punto.           Otra voz surgió de las fosas del infierno para burlarse más de mi miedo y tensión.   ― ¡Ah, Harry, sé que únicamente la estás protegiendo! Solo queremos tomar prestada a la chica ―se burló, riéndose justo después. Esta voz era más aguda que la anterior, más juguetona, pero en las formas más oscuras en que puede ser juguetona.           Harry gruñó por lo bajo, atrayéndome más a su cuerpo. La piel que se levantó de su camisa al ser empujada por mí se tocó contra mi propia piel que se reveló cuando mi camiseta de tirantes se levantó sobre mi cuerpo por el crujido de nuestras ropas una contra la otra. Su piel estaba caliente contra la mía fue todo lo que registré antes de que él amartillara suave y lentamente su arma a mi espalda.           Una voz más enfadada irrumpió, casi sonando como un perro enfermo ladrando furiosamente.   ― ¡Sabemos que estás aquí! A menos que quieras hacer esto por las malas, ¡entréganos a la chica!           ― ¡Prometemos que no la tocaremos! No por un rato ―río la misma voz burlona.           Ensanché los ojos cuando unos pasos se acercaron en nuestra dirección. Mis respiraciones aumentaron, las de Harry se volvieron aceleradas por la ira y la concentración. Me preparé para ser atrapada cuando Harry usó su pierna para derribar un recipiente de vidrio oculto de alguna comida. Derribó un pasillo y, para nuestra alegría, los hombres corrieron en esa dirección.           Mientras se abrían paso por el pasillo, Harry levantó literalmente mi cuerpo del suelo. Con un brazo rodeando mi cintura, corrió hacia la puerta. Mis labios se separaron en shock por los acontecimientos. Me dejó en el cemento del exterior, de vuelta al aire espeso y caliente, con una transpiración casi instantánea que afloraba en mi piel.           Miré el cuerpo de Harry que se movía rápidamente.   ― ¡Sube al coche, ahora mismo! ―gritó, sus persianas ya no estaban en su cara, por lo que sus ojos verdes me miraban fijamente hasta que me llamaron para entrar en el coche.           Una vez dentro, no dudó en pisar el acelerador. Jadeé ante la repentina velocidad. Mis dedos buscaron temblorosamente el cinturón de seguridad, tanteándolo hasta que oí cómo encajaba.           Mientras él conducía, ahora con las dos manos agarrando con fuerza el volante, yo le miraba con los ojos muy abiertos. Esperé solo cinco segundos a que me diera una explicación, sabiendo que no la iba a obtener. Tanto si hablaba como si no, podía intuir que entendía perfectamente lo que estaba pasando. Algo que mi padre había omitido por completo.           ― ¿Qué está pasando, Harry? ¿Por qué me quieren esos hombres? ―pregunté rápidamente, mi lengua casi tropezando con la velocidad y el pánico de mis palabras.           Harry permaneció en silencio, lo cual me estaba irritando rápidamente.    ―Harry, ¿por qué...?  ― ¿Alguna vez te callas? ―rugió. Aturdido por su volumen y su tono, sentí que me encogía en mi asiento. No hubo una palabra que pudiera escapar de mi boca cuando giró la cabeza para mirarme fijamente. Sus penetrantes ojos verde pálido me dieron ganas de taparme la boca con cinta adhesiva.           Para mi sorpresa, continuó.   ― ¡Cállate, Catalina! Mi trabajo es protegerte, no dar una puta conversación, ¿lo entiendes? No quiero conocerte, ¡y me importa un carajo cuál es tu color favorito! Cuanto menos sepas ahora mismo, mejor.           Una vena se hizo prominente en su cuello por la furia. Se pasó una mano por sus gruesos rizos en señal de frustración, mostrando la mayor emoción que tiene hoy. Sin embargo, sus palabras golpearon algo dentro de mí. Me entristece y enfada un poco que me hable de esa manera. Puedo decirle fácilmente a mi padre lo imbécil que era y que me maltrataba. Pero no soy tan estúpida. Estoy segura de que a mi padre no le importará mientras yo esté viva.           Fruncí el ceño, sintiéndome ofendido y herido por sus palabras.   ―Han matado a un pobre anciano allí ―me defendí con un volumen normal―. Y creo que...           Harry me interrumpió una vez más, esta vez su voz bajó a un volumen normal de interior. Aun así, hablaba con dureza.   ―He visto morir a mucha más gente inocente, así que no te tomes la molestia de compadecer a ese viejo. No importa lo que le haya pasado a nadie más. Me preocupa más lo que le ocurra a tu linda carita. Así que mantengamos a todos los demás al margen. ¿Entendido?           Abrí la boca para hablar, pero no me dejó ni siquiera airear una sílaba.   ―Bien.
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