Inspiré bruscamente, corriendo hacia Harry y arrodillándome entre sus piernas estiradas. ― ¡Harry! Harry, por favor. ―Mis manos estaban sobre sus hombros, sacudiéndolo bruscamente hasta que sus ojos se abrieron de golpe. Examinó el paisaje. Mi rostro preocupado y horrorizado y el tono de pánico de mi voz. ― ¿Qué? ―refunfuñó. ―Están aquí. He oído gritos y disparos. Harry, están aquí. Entré en pánico. Los ojos de Harry se abrieron de par en par, con maldiciones saliendo de su boca. ― ¡Maldita sea! Maldita sea. Se puso en pie y yo le seguí. Me miró rápidamente antes de apresurarse a coger la pistola de la mesilla de noche. ―Está bien ―respiró con calma, su mano grande y ligeramente áspera agarró mi mano―. No llores, no te asustes, no te dist