Hola Ismael. Paso rapidito por acá, sólo para contarte que estuve casi una hora acariciándome la concha y colándome los dedos. Hacía rato que no disfrutaba tanto de una paja en la que no usara el cepillo de mi hermana. Esto me sirvió para recordar que puedo ser muy habilidosa con mis dedos, siempre y cuando tenga la motivación apropiada; y la anécdota que te conté fue una motivación intensa. De hecho me activó la creatividad y pude imaginarme vivamente mi boca recorriendo una gruesa v***a que descargaba grandes cantidades de leche. Te juro que nunca había imaginado algo con tantos detalles, casi podía sentir la textura y la tibieza del pene… y del semen. Me relamía la boca mientras me acariciaba los labios de la concha, y con la otra mano me frotaba el clítoris con fuerza. En mi cabeza se repitió una y otra vez el momento en que la leche saltaba, pude visualizarla cayendo en mi cara de mil formas diferentes, cada una más erótica que la anterior.
¿Tendré alguna extraña fijación con el semen?
¡Nah! No lo creo. Seguramente se deba a que eso fue lo que me calentó de la anécdota y me quedé con ganas de más.
Bueno Ismael, esta vez sí me despido hasta otro día. Voy a darme un baño y luego intentaré mantenerme ocupada con otra cosa, tal vez me ponga a escuchar un poco de música porque tengo un tanto abandonado al otro Ismael… a Ismael García, quien no me escucha, pero sí me canta y me enseña muchas cosas de la vida.