Hola una vez más, Ismael. Hoy no tengo nada en especial para contar, pero te escribo porque está lloviendo mucho y estoy bastante aburrida. Me jode un poco que se haya largado a llover justo en mi día de descanso; pero si en este momento estuviera trabajando me estaría lamentando de tener que volver luego a mi casa, con la lluvia.
Me estoy tomando un tecito mientras escribo en estas páginas. ¿Te conté que soy adicta al té? Creo que no. Bueno, lo soy. Me puedo pasar el día tomando té, y mates.
Mejor hablo de otra cosa, de lo contrario te voy a matar del aburrimiento. ¡Perdóname por ser tan aburrida! Si fuera por mí andaría viajando por el mundo, viviendo grandes aventuras; pero no puedo escapar de esta vida mediocre.
¡La puta madre! El día de lluvia me está poniendo melancólica. Si sigo así voy a terminar deprimiéndome y me van a dar ganas de cortarme las venas con una cuchara (sí, hasta para matarme puedo llegar a ser muy inútil). Va a ser mejor que piense en algo interesante para contarte. Veamos…
Hoy a la mañana me hice una paja mirando videos porno en internet. Vas a pensar que soy una pajera, y con razón, porque cada vez que no sé de qué hablar termino contándote de mis pajas. Ya debés estar aburrido de eso. Sin embargo, la de hoy fue especial, ya que no suelo hacerlo mirando pornografía; por lo general me basta usando mi imaginación… o algún cepillo para el pelo. Lo que me llevó a hacerlo de esa manera fue que me quedé con las ganas de ver un pene eyaculando. Sí, no te lo voy a negar, me calienta mucho ver a un hombre acabando. Estuve un buen rato buscando videos hasta que di con uno de un flaco con una buena pija (nunca estuve con un tipo que la tuviera tan grande, me daría un poco de miedo, pero para hacerse la paja estaba bien). No había nada demasiado extraño en el video, el flaco se hacía la paja hasta que de pronto empezaban a saltar grandes chorros de leche… reproduje el video como cuatro veces imaginando que ese líquido blanco y espeso caía sobre mi cara, sobre mi boca, sobre mis tetas… y me toqué hasta quedar satisfecha. Admito que tengo muchas ganas de probar semen otra vez.
Esto me recuerda a lo que pasó una noche, con Claudio, mi ex novio. Fue una situación un tanto vergonzosa, y excitante al mismo tiempo. Ah sí, y también me enojé bastante. Ahora que lo pienso bien, en ese momento pasé por una amplia gama de emociones, algunas favorables y otras no tanto.
La cosa fue así: yo estaba acá, en mi casa, junto con Claudio. Estábamos mirando una película, tranquilamente. Mis viejos habían salido y mi hermana ya estaba durmiendo. La peli se empezó a poner muy aburrida, al menos para mi gusto, por lo que decidí hacer la noche un poco más interesante. Yo no era nueva en el mundo del sexo y ya lo había hecho varias veces con Claudio, sin embargo en aquella ocasión recordé la noche en que Leo me metió la pija en la boca. ¿Te acordás de Leo, Ismael? Es el flaco del que te conté la otra vez, el que me llevó a su casa y me clavó sin previo aviso. Para ese entonces ya habían pasado cinco meses desde esa improvisada sesión de sexo duro, y yo llevaba tres meses de novia con Claudio.
El recordar lo bien que la pasé con Leo fue lo que me distrajo tanto de la película, y también fue lo que me hizo calentar a tal punto que me animé a poner la mano sobre el bulto de mi novio. Él se volteó súbitamente para mirarme, pero yo mantuve los ojos fijos en la pantalla, aunque una leve sonrisa se dibujó en mis labios. Le toqué el pene por encima del pantalón hasta que se le puso duro, allí fue cuando empezó lo divertido. Liberé su m*****o y me incliné hacia él… ¡Ups! Me olvidé de decir que estábamos sentados en el mismo sofá en el que mi hermana me pescó haciéndome una paja. Perdón Ismael, soy bastante nueva en la narración, y a veces se me olvidan algunos detalles; pero si no te molesta los iré agregando a medida que me los acuerde.
Volviendo al tema, cuando mi cabeza bajó lo suficiente, introduje su dura v***a en mi boca y, como buena novia, empecé a hacerle una dulce mamada. Él debió quedar muy sorprendido, ya que era la primera vez que se la chupaba. Nunca nos habíamos puesto muy creativos en la cama, casi siempre era la misma rutina, nos besábamos apasionadamente, nos toqueteábamos un poco y lentamente nos íbamos desnudando hasta que él quedaba encima de mí, con la pija dura, y me la metía. No voy a negar que la pasaba bien, pero siempre tuve la sensación de que a nuestra relación le faltaba algo de chispa, y era justamente eso lo que pretendía conseguir haciéndole un buen pete.
Su v***a no era tan gruesa como la de Leo, sin embargo eso no me importaba, ya que a diferencia de Leo, yo sentía un cariño especial por Claudio, lo que hacía que me calentara mucho. Sus huevos sí estaban bien ricos, eran suavecitos y bailaban dentro de mi boca con gran libertad; pero la mayor parte del tiempo me la pasé dándole chupones al glande, como si estuviera succionando el agua de la bombilla del mate, aunque de esa v***a todavía no salía leche.
Me pasé los siguientes minutos bajando y subiendo la cabeza de forma monótona, dejando que el pene de mi novio se cubriera con mi saliva. Tan solo por unos pocos segundos me puse a pensar qué imagen tendría él de mí ¿le agradaría que yo se la estuviera chupando de esa forma? Sin embargo descarté esa pregunta de mi cabeza en el instante en el que él susurró: «Seguí así». Eso me animó a chupársela con más ganas y a acariciarle los huevos mientras lo hacía.
¡La estaba pasando tan bien! Todavía me jode que toda la diversión se haya ido a la mierda de forma tan abrupta.
Tenía ese erecto pene bien introducido en mi boca cuando de reojo noté un movimiento, giré apenas la cabeza, lo suficiente para ver de qué se trataba pero sin quitar la v***a de mi boca. Gaby estaba parada justo frente a mi novio, me quedé petrificada al verla, abrí grande los ojos y no fui capaz de lograr que mi cuerpo reaccionara. Aparentemente a mi hermana no le bastaba con irrumpir donde nadie la había llamado, sino que además debía hacerlo vistiendo una corta remerita que dejaba su ombligo a la vista y que se estiraba en sus grandes tetas, a tal punto de que se notaba la protuberancia de sus pezones. Pero eso no era ni por asomo lo peor de todo, sino que además tenía puesta una diminuta tanga que formaba una delgada “V” entre sus caderas y su pubis. La tanga blanca era tan chica que resultaba obvio que, de no tener la entrepierna tan perfectamente depilada, le estaríamos viendo los pelitos. Además ese diminuto trozo de tela estaba tan ajustado que podía adivinarse, sin mucho esfuerzo, la forma de sus rechonchos labios vaginales.
Gaby me miró con una cínica sonrisa y dijo:
―No te imaginaba comiendo carne de esa forma. ―Yo seguía boquiabierta, prácticamente atragantándome con la pija, sin poder moverme―. No te preocupes por mí, seguí chupando tranquila, solamente vine a buscar una peli y ya me voy de vuelta a la pieza.
Nos dio la espalda y se inclinó hacia adelante, para buscar debajo del televisor, donde guardábamos los DVDs. Al agacharse, su enorme y redondo culo eclipsó la pantalla. El espectáculo fue más grotesco que antes. La raya de su concha se marcó aún más, e incluso pudimos ver cómo se exponía la parte externa de su sexo a los lados de la tela. Pero lo más impactante era que la parte de la tanga que cruzaba verticalmente entre sus nalgas era tan ínfima, que pudimos ver casi todo el agujero de su culo. Pará, Ismael, aún hay más. La muy puta tenía el culo dilatado, como si recientemente la hubieran penetrado por detrás; pero tal vez fue solo casualidad que se abriera de esa forma. O tal vez se estuvo metiendo el cepillo por el culo.
Ella contoneaba su cadera mientras elegía una película. De pronto se inclinó un poco más hacia adelante, como si quisiera juntar algo del piso, sus voluminosos gajos vaginales literalmente devoraron la tela de la diminuta tanga y quedaron explícitamente expuestos. Éstos eran de un rosa pálido, casi blanco, y no mostraban la más mínima señal de vello. Noté lo brillosos que estaban y enseguida supe que se debía a que la muy hija de puta estaba mojada. Allí fue cuando la v***a de mi novio no pudo tolerar más, sin previo aviso empezó a eyectar leche a montones, cayendo toda dentro de mi boca. Reaccioné. Instintivamente levanté mi cabeza, un chorro de semen impactó contra mi cara, manchándome los labios y la barbilla.
Anonadada me quedé sentada junto a mi novio. Gaby se volvió una vez más hacia nosotros y se asombró al ver restos de semen en mi cara. Su concha mordía esa tanga, haciéndola desaparecer casi por completo. Otro chorro de leche saltó de la v***a de mi novio, y me dio en toda la cara.
―Se ve que tenemos algo en común ―sonrió y me guiñó un ojo. Luego le dio un vistazo a la v***a de mi novio y le sonrió a él también―. Diviértanse ―dijo antes de irse.
Pudimos ver el contoneo de sus amplias caderas por unos segundos antes de que se perdiera detrás de la puerta del pasillo. Miré a mi novio y él parecía estar tan confundido como yo. En mi boca aún estaba latente el cremoso sabor del semen, me toqué la barbilla y mis dedos se mancharon con ese blancuzco líquido, lo miré con deseo y lo lamí. Me sentía muy avergonzada por haber sido sorprendida de esa forma por Gaby, pero al mismo tiempo me sentía orgullosa por haber hecho acabar a mi novio con una mamada; pero él arruinó ese único sentimiento positivo al decir:
―Mamita querida, qué culo tiene tu hermana.
Caí en la cuenta de que él no había acabado por mi mamada, sino por la imagen sexualmente explícita que mi hermana le había brindado.
Me contuve. Me costó horrores hacerlo, ya que quería gritarle de todo a Claudio, sin embargo permanecí en silencio, con los puños bien apretados.
Dos días después corté con Claudio. Intenté que él no conectara el motivo de la ruptura con el culo de mi hermana, porque de hacerlo diría que yo estaba celosa. Pero no eran celos lo que me llevaron a dar por finalizado mi noviazgo con él, sino la estúpida actitud que había mostrado. Cuando aduló el culo de Gaby, me demostró que él no me respetaba como mujer. Mi excusa para cortar fue que me gustaba otro chico, lo cual no era cierto; pero él se lo creyó.
No sé qué me pasa Ismael. Te conté esa experiencia que para mí fue más negativa que positiva, sin embargo ahora mismo tengo la concha toda mojada, y ya estoy imaginando que otro tipo me acaba en la boca de esa manera. Nunca se lo dije a nadie, pero admito que me gusta el sabor del semen… y su textura. Sé que no siempre es igual en todos los hombres, pero los que yo he probado me han gustado. ¿Quedaría como una completa idiota si llamara a Claudio para vernos y le chupara la v***a?
Me puedo imaginar lo que estás pensando, Ismael (claro, si pudieras pensar). Llamarlo sería faltarme el respeto a mí misma, al fin y al cabo yo decidí cortar con él. No puedo decirle que quiero volver a verlo por una simple calentura. Mejor me saco la ropa, me acuesto en la cama y me hago una buena paja; tal vez con eso consiga bajarme la temperatura, y pensar con más claridad. Nos vemos luego, Ismael. Gracias por bancarme… aunque no te quede otra opción.