Maxon me observa con el calor de mil soles. Doy un paso hacia atrás en un intento de crear una brecha entre nosotros, pero en cambio choco contra la cama y caigo sentada sobre ella. El se sigue acercando como una pantera hacia su presa, me echo hacia atrás en la cama como un cangrejo y él empieza a gatear hacia mi. Siento mi corazón pulsando en todo mi cuerpo al ver a Maxon acercándose de esta forma peligrosa y dominante. Me arrincona contra la cabecera de la cama, toma mis piernas y con un simple jalón me tiene acostada con las piernas abiertas para él. Las mantiene sujetas sin esfuerzo y la verdad es que yo tampoco estoy haciendo resistencia porque mi cuerpo anhelante puede más que mi cabeza. Da otro paso más arriba y se cierne sobre mí. La excitación de tocarlo, de tenerlo tan cerc