Luego de aquella semana tan intensa en la que habían sucedido demasiadas cosas en un periodo muy corto de tiempo, Noah no lo volvió a ver si quiera en los entrenamientos.
Y lo peor de todo es que parecía ser que ambos fingían demencia, con más exactitud quién lo hacía a la perfección era León, y nadie podía saber por qué había cambiado de opinión tan rápidamente respecto a volver al gimnasio.
Aquello estuvo bien para cualquiera de los dos hermanos Melle, y también estuvo bien para Alaric, que a pesar de haber tenido ese pequeño cruce de palabras, aúnque, solamente quién había hablado había sido León, no había vuelto a tocar el tema para con su boxeador estrella.
De la misma manera qué para León también estaba bien, no era una persona que estuviera tolerando el hecho de que se le preguntara a todo momento porque es que hacía o dejaba de hacer las cosas, y al ser un hombre de muy pocas palabras prefería que todos se mantuviera de la misma manera.
Agradeciendo, principalmente a su mejor amigo por no haber preguntado respecto a lo que había sucedido, ya qué cuando llegó esa misma tarde al departamento esperaba verlo con todos sus petates y no había sido esa la forma en la que lo vió.
Noah, mientras tanto, estaba muy ocupada con las reservaciones de los hoteles, los restaurantes, y que todo estuviera okey en las Vegas, además de su otro trabajo.
Al mismo tiempo qué hacía todo lo posible por evitar a su padre, y si bien, era algo que le salía por completa naturalidad y de la misma manera le salía a Alaric, esperaba no tentar al diablo acercándose al gimnasio.
Y para gracia de ella, tampoco, volvieron hablar con Enzo sobre lo ocurrido con León, y ni siquiera del tema de lo que había sucedido en el gimnasio para con su padre, ni de porque León había reaccionado así con ella, o qué había sucedido exactamente en los lockers.
De todos modos, Noah tampoco estaba muy bien informada de qué es lo que había sucedido en los vestuarios, ni cómo es que de lo presionada que se encontraban ni siquiera se había dado cuenta de que León estaba allí.
No esperando jamás que él fuera la persona que la estuviera ayudando a no ahogarse en su propio vómito.
Dentro de dos días sería el viaje y Noah, precavida ante todo, ya estaba preparando las valijas de su hermano y las de ella.
No se la notaba muy emocionada, ya qué, por supuesto, que le relación con León no es la mejor y sigue extrañada de que él haya vuelto al gimnasio después de haberle dicho tales cosas, pero no se puede quejar y lamentablemente le está agradecida en silencio por lo que hizo.
En su momento, cuando tuvo que pedirle el pasaporte y otorgarle los papeles de su rutina para que estuviera al tanto, había pensado en darle un pequeño agradecimiento por su parte sobre lo que había hecho o no, y luego se arrepintió por completo tan solo al observar cómo es que el rubio la miraba.
Además de que la relación con su padre no es la mejor, y se siente obligada a asistir a todos sus viajes, y si ella volvía a meter la pata, hablando mal y pronto, no había forma de que ese viaje pudiera llegar a solventarse de manera tranquila.
Alaric, gracias a sus extensos negocios, no apareció por el departamento para pedir una explicación respecto a lo que había sucedido, simplemente estuvo en el gimnasio dando órdenes y órdenes, entrenando a León, pero no hablo con ninguno de sus hijos.
Y así está bien para los tres.
Las cosas no están para hablar...
Enzo aún tiene resentimiento dentro de su cuerpo contra su padre por lo que prefiere esperar un poco para volver a entablar una conversación, ya que la última vez que se vieron ambos se habían dado un golpe en el rostro a cada uno, además de qué, de cualquier manera, Enzo tiene que verlo todos los días en los entrenamientos, fingiendo aunque no ocurre nada de ninguno de los dos lados. Por más qué Alaric no hace más que dar órdenes y corroborar que el rubio las cumpla a rajatabla para poder sacar lo mejor de él en la pelea...
Siguiendo a su hijo de reojo para saber si todavía continúa entrenándose con la misma fuerza que lo estaba haciendo durante la semana pasadas, y además, para corroborar de que lo estaba ayudando con el tema de la alimentación de León, cómo le había pedido antes de que sucediera todo este escándalo.
—¿Estás lista?— Enzo la sorprende con una media sonrisa de costado.
Noah se lleva una mano a su pecho al verlo entrar así de repente al comedor.
Frunce sus labios y lo mira sonriéndole. —¡¡Me asustaste!!— Se queja y lo mira molesta.
—¡No quiero saber en qué estabas pensando para asustarte de esa manera!— Se carajea y le saca la lengua al mismo tiempo qué le sonríe.
Su hermana niega con la cabeza mordiendo su labio inferior. —Estaba terminando de armar las maletas.— Señala con la cabeza hacia las mismas.
Fingiendo qué no estaba pensando en todo lo sucedido en la semana y en el hecho de que no podía evitar que hubiera un pequeño bichito que le estuviera incomodando dentro de sus pensamientos al saber que no había visto a León todavía.
—¿Eso es todo?— Arquea sus cejas al ver sólo dos maletas carry on.
Noah asiente relajada. —No es mucho, y tampoco son tantos días, así que está todo armado ya, estaba preparando la cartera nada más, corroborando que no me olvidado ninguno de los pasaportes.— Infla su pecho y a medida que habla va recordando para sí misma lo que tiene que llevar. —Bueno todavía falta el de León pero supongo que lo va a llevar a última hora, de cualquier manera puede conseguir sus datos y ya hice los trámites que necesitaba.— Coloca sus ojos en blanco.
Ya estaba más que acostumbrada a que León quisiera ocultar su identidad o cualquier cosa que tuviera que ver con sus documentos personales, y había aprendido la lección a no meterse en aquello y no investigar respecto a por qué había tanto misterio, simplemente se había puesto manos a la obra para poder conseguir los pasajes y las reservaciones a su nombre y luego se ocuparía de chequear todo con el pasaporte.
Enzo asiente conforme con su respuesta y se sienta un lado luego de haberle dado un beso en su frente. —Gracias por hacerme la valija, no tenía ni ganas la verdad, además vos sos perfecta en eso, nunca me falta nada y nunca me sobra tampoco, eso es lo que me gusta de cuándo me haces las valijas, no llevar nada de más.— Sube sus hombros divertido y la mira haciéndole una mueca graciosa.
Su hermana se ríe y le saca la lengua, de la misma manera que lo había hecho Enzo minutos atrás, mientras ambos miran de reojo las dos valijas de cabina que esperan en la puerta por ellos.
Para luego terminar de meter los pasaportes en su cartera, y apoyar la misma sobre una de las maletas y poder darse el gusto de tomar asiento a un lado de su hermano para relajar un poco los músculos.
La castaña apoya su cabeza sobre el hombro de Enzo, suspira y se queda allí, tan relajada que hasta se queda dormida, sin siquiera decir una sola palabra entre los dos.
Su hermano acaricia sus manos mientras mira la pelea de paquiato en la televisión, estaban acostumbrados a pasar el tiempo y no tener que estar continuamente hablando, era como una pequeña compañía para el otro y así estaba bien para cada uno de ellos, por eso mismo que tampoco se extrañaba de que Noah hubiera caído rendida ante el sueño en aquel sillón.
El sonido del timbre lo hace arquear las cejas, sabe que ninguno de sus amigos aparecerían a esta hora y menos sin avisar.
—Espero no sea este imbécil.— Sisea, moviéndose despacio para no levantar a Noah, y refiriéndose con exactitud a su padre.
Se levanta con pesadez mientras que intenta que su hermana no se despierte, acomoda su cabello y abre la puerta, sorprendiéndose al encontrarse con León parado del otro lado.
—Hola.— Sisea al verlo, lleva sus puños apretados.
Mientras que Enzo lo observa de arriba abajo y no puede distinguir que es esa mirada en sus ojos tan azules.
—Bestia, no esperaba encontrarte por acá, me alegra que hayas venido.— Le hace una seña para que pase.
Él niega con la cabeza, mientras que mantiene su mirada fría y aún sus puños apretados, con su ya tan famoso bolso n***o desgastado colgando de su hombro. —No, gracias.— Carraspea.
Está incómodo.
Y lo peor de todo es que esperaba encontrarse con ella.
Y eso lo pone de mal humor y más aún, al no saber porque.
El castaño rueda los ojos y le vuelve a hacer una seña con la cabeza para que pase. —Tomemos algo... Me venís bárbaro porque todavía no cene. Y mucho hacerlo sin compañía no me gusta.—e guiña un ojo haciéndose a un costado.
León pasa a regañadientes, arrepintiéndose por completo de haber tomado valor para dirigirse hacia su departamento.
Y todo se pone más denso cuándo al pasar, de fondo ve a Noah dormida en el sillón.
Su garganta se seca al verla allí, luego su mirada se dirige a las valijas que yacen a un lado de los sillones, y recuerda a que vino, aúnque, Enzo ya puso sobre la barra de la cocina un vaso con cerveza y comienza a sacar cosas de la heladera.
León deja a un lado del vaso su pasaporte dispuesto a retirarse. —Solo vine a dejar esto.— Sisea ronco.
Enzo se ríe por la actitud del rubio y lo toma dejándolo un poco más alejado sobre la barra, mientras le señala el vaso de cerveza, sirviéndose otro para el mismo.
—¿Comes ensalada de pollo?— Cuestiona señalando el gran bolw blanco repleto de la misma. —Tengo que condimentarla nada más, te va a venir bien para estos días.— Insiste.
León mira a la castaña y luego a su hermano, parece realmente pensar las cosas.
Y Enzo se percata de aquello. —Tranquilo, no se va a despertar.— Asegura sirviendo dos platos con la misma cantidad de ensalada para ambos. —Ponete cómodo, bestia.— Pide señalando la banqueta.
León suspira pasando una mano por la comisura de sus labios, cuándo finalmente toma asiento. Haciendo una pequeña nota mental al tener que cerciorarse de no volver a subir al departamento.
Enzo parece demasiado amistoso por demás y no es la clase de relación que quiere tener por estos instantes.
—¿Tomaremos cerveza?— Se carajea cínico.
Había recordado cómo durante toda la semana Enzo lo había tenido con una rigurosa y estricta dieta, tal así que le daba todas las noches al retirarse tres viandas para que cenara, desayunar al día siguiente y almorzara.
Enzo sonríe de costado. —Es un simple vaso.— Le resta importancia con un movimiento de mano. —Pero si no querés te puedo servir agua.— Hace el amague de dirigirse hacia la heladera.
León niega con la cabeza y toma el vaso. —Esta bien por mi, siempre y cuándo después no te quejes.— Aclara cínico.
Enzo suelta una pequeña carcajada y alza sus manos. —¿Estás nervioso?— Cuestiona.
León suspira y presta atención al plato.
—Peleo en las cuevas desde que tengo memoria, no creo servir para toda esta mierda... La fama y los lugares caros creo que no son para mí ya.— Lleva una mano a su cabeza y niega ofuscado.
Enzo tuerce su entrecejo al escucharlo. —¿Pero alguna vez lo fueron, verdad?— Sonríe levemente.