—¿Que es lo qué querés?— Sisea rodeando los ojos.
No había ni una sola oportunidad de que fueran a tomar un café a un establecimiento que no sea dónde se encontrarán ahora mismo.
Es por eso mismo que el rubio había decidido terminar de bañarse, a cambiarse rápidamente y iniciar la conversación en aquel pequeño cuarto sucio qué le otorgaban para prepararse para las peleas.
Enzo suspira mordiendo su labio inferior, luego de haber resuelto brevemente el asunto de los paparazzis.
—¿Hablaremos acá?— Bufa haciendo el mismo gesto que había hecho la bestia segundos atrás con sus ojos.
León alza sus manos señalando el lugar, sin encontrar motivo suficiente para que eso sea una mala idea.
—¿Y cuál es el problema si lo que tenés que decirme no va a demorar más de veinte minutos?— Sonríe cínico.
—Leon, necesito que de verdad tomemos asiento y hablemos las cosas con claridad, te fuiste del gimnasio y dejaste más que en claro que no vas a volver, y necesito qué se resuelva eso.— Exclama pasando una mano por su cabello y mostrando lo ofuscado que se encuentra por la situación.
El susodicho suelta a una carcajada, llevando una mano a la comisura de sus labios, su contrincante había logrado darle un golpe, y tenía un leve resentimiento acerca del mismo por sentir que un moretón comenzaba a crecer, a pesar de no estar lastimado.
—¡No voy a volver, Así que lamento decirte que estás perdiendo tu tiempo, y que perdiste tu tiempo viendo la pelea y esperando por mí!— Asegura sentandose frente a él, con su sudadera negra ya colocada...
Toma una botella de agua qué tiene a mano y la bebé hasta el fondo, pero eso no es suficiente para saciar la sed que tiene, aún puede sentirse regocijado de ver el rostro ensangrentado de su contrincante, pero eso no fue suficiente para calmar su bronca, y peor ahora que tiene a Enzo frente a sus ojos esperando algo más que la respuesta que le acaba de dar...
—Leon, voy a ser muy sincero con vos... Dejé a mi hermana llorando en casa, sin entender una mierda de lo que está sucediendo, y vine a buscarte, por lo que al menos te pido que me escuches.— Inicia alzando levemente sus manos. —Claramente yo tendría que estar con mi hermana preguntándole qué carajos es lo que está pasando entre ustedes dos, pero prefiero preguntartelo a vos y después preguntárselo a ella, ya qué no necesito ser un genio para saber qué algo me está ocultando y vos me vas a decir la verdad.— Palmea sus manos y lo mira fijamente.
La bestia no puede evitar asombrarse de que Noah se haya quedado llorando, no lo creería hasta que lo viera en persona.
A su parecer, ella no tiene la pinta de llorar demasiado por cosas así de triviales, sino de ser una persona fría completamente, por lo que o cree qué pueda haber dejado a Noah en su departamento preocupada por haber abierto la boca, cuándo él le dijo que no lo hiciera.
—¿Y por qué estás insinuando que yo te voy a decir algo?— Se carajea arqueando sus cejas.
—No tengo ni idea de lo que supuestamente mi hermana contó sobre vos, ni siquiera a quién.— Pasa su manos por su cabello y suelta un suspiro.
—Lamento no creerte.— Se ríe burlón.
Enzo niega. —Si ella abrió la boca y dijo algo privado tuyo, cosa que me resuelta muy extraño de creer, ya qué Noah no haría nada así, siquiera si sos un desconocido para ella.— Traga saliva. —En caso de que lo haya echo no fue con malas intenciones... De eso estoy más que seguro.— Asegura mirando fijamente al rubio...
Quién se ríe con ironía con una mueca de costado, cierra la botella de agua ya vacía y traga saliva mirándolo con la misma intensidad qué al principio.
—¡Tu hermana!— Niega con la cabeza al no poder continuar con la frase.
'Cierra los ojos suspirando...
Se levanta y lleva una mano a su cadera y otra la pasa por su boca frustrado...
Intenta mantener un poco la calma, porque de lo poco que conoce a Enzo sabe que los dos tienen personalidades bastante fuertes y puede terminar la situación y la charla de muy mal modo.
Más si se trata de Noah, teniendo un antecedente de una pequeña disputa entre los dos por ella.
—Leon, no necesito que me digas lo que paso.— Comienza al ver qué todo se está por ir al demonio.
—Noah es la persona más buena y desinteresada que conozco.— Asegura mirando la ancha espalda de León.
—Y metiche.— Exclama rodeando los ojos.
Enzo cierra los ojos.
Está haciendo un esfuerzo sobrehumano para no mandarlo al demonio, recordándose internamente a todo momento que si llegan a perder la oportunidad de tener a la bestia Black las cosas con su padre se van a poner ásperas.
—Sea lo que sea que paso entre ustedes no fue de mala leche, todo lo contrario.— Rasca su frente.
Suponiendo que algo referido al altillo amueblado para León sea el núcleo de todo el problema entre ellos dos.
—No me interesa, Enzo, estás perdiendo tu tiempo.— Sube sus hombros desinteresado.
Desde hace tanto tiempo que había perdido el desinterés por la vida, que no le preocupaba estar perdiendo esta oportunidad monumental de poder salir de una vez por todas del pozo, y probablemente, también fuera porque no era una persona que quisiera el dinero de la forma en la que sus competidores lo querían.
Él ya estaba roto, abrumado y no había nada que tuviera por lo que luchar.
Por eso mismo sólo existía.
—Necesito que no abandones la firma Melle, por favor.— Suspira y pasa sus manos por la cabeza.
—¿Te pensas que a mí me interesa lo qué ustedes necesiten?— Murmura cansado.
Enzo traga saliva. —Como vos tenés problemas y no querés que nadie los sepa, nosotros tenemos un pasado que nos come día a día, y mi viejo no para de reprocharnos que mís hermanos gemelos menores y mí mamá murieron supuestamente por nuestra culpa, culpa que traslada en mí hermana y en mí día a día.— Expulsa sabiendo que no tiene por qué contar algo tan privado de ellos dos.
Pero es la única manera que encuentra en estos momentos por llamar la atención de León, y por poder hacerlo recapacitar en que vuelva al gimnasio.
Es tanta la desesperación que tiene, que lo siguió dejando a Noah en las condiciones en las que se encontraba, porque era más que obvio que si no hablaba con el rubio las cosas a la mañana siguiente se pondrían feas para los dos hermanos Melle.
León, quién antes le estaba dando la espalda ahora lo mira fijamente mientras él sigue contando su historia.
—Yo amo lo que hago, lo que soy arriba del ring y lo que me viejo creo de mí haciendome dar más que mí máximo día a día, pero Noah no quiere este mundo, lo hace porque no puede aceptar que no fue nuestra culpa la muerte de ellos, Alaric puede ser demasiado persuasivo y hostigar a las personas correctas para conseguir sus beneficios.— Traga saliva y rasca su frente.
—No te gastes, Enzo.— Pide cerrando los ojos.
No puede escuchar más.
No quiere hacerlo tampoco.
Es tanto lo abrumado qué se encuentra qué necesita salir de aquella habitación ahora mismo.
—No quiero escuchar de tus problemas o de tu vida privada, parece ser qué todavía no te diste cuenta de la clase de persona que soy.— Demanda enojado.
Enzo sonríe levemente de costado y asiente.
Claro qué lo sabe, él se considera ser lo suficientemente igual a él.
Y es por eso qué lo llega a comprender.
—Se que no nos conocemos, y que tenemos una primera gira en meses que va a ser el momento para conocernos y saber si congeniamos o no cómo equipo.— Sube sus hombros. —Pero si vos dejas el Gimnasio vas a perder la oportunidad de ser alguien en este mundo, a mi hermana la vas a castigar igualmente dejándolo o siguiendo, ya que incluso.— Se ríe con ironía. —Está trabajando más que nunca con vos, Alaric la vuelve loca porque espera retirarse después de dejarte en la cima y quiere dar un golpe final, un impacto y la que está organizando impacto por impacto es ella.— Aprieta sus labios.
León mueve su cabeza a un costado y sigue mirando el castaño escuchandolo...
Presta mucha atención en sus palabras y la forma en la que las dice, analiza sus ojos y sus manos para ver si es cierto que Noah no contó nada sobre su secreto.
—Que vos te vayas es un problema muy jodido para nosotros.— Aprieta sus labios y lo mira. —Por favor, León.— Insiste moviendo su cabeza.