La bestia lo observa, no pudiendo evitar esbozar una mueca de ironía mezclada con sarcasmo.
No podía creer que estuviera jugando la carta de la lástima en estos momentos para con él, siendo que por más que no se conocieron desde hace mucho tiempo, no necesitaba un análisis psicológico para saber que nada de lo que le pudieras decir podría llegar a hacerlo cambiar de opinión.
—Leon...— Abre sus manos esperando un poco de voluntad por su parte.
—Tu historia familiar no me hace tenerles pena.— Se ríe irónico tomando su bolso.
Enzo frunce su entrecejo al escuchar sus palabras. —Yo no dije qué quisiera darte pena, o qué lo estuviera haciendo.— Exclama torciendo sus labios.
León sonríe haciendo una mueca, mientras qué sube sus hombros.
—No soy de segundas oportunidades, lo lamento, Enzo, pero no voy a perder el tiempo teniendo esta conversación.— Murmura desinteresado.
Enzo cierra los ojos y sonríe negando con la cabeza.
No entendía qué había sucedido, ya qué León siquiera se lo había contado, y lo peor de todo es qué lo estaban perdiendo sin saber bien cómo lograr qué eso no sucediera.
—Y la caridad de dos hermanos que quieren hacer algo para cambiar su pasado tampoco me hace tenerles pena, así qué lamento qué también hayas perdido el tiempo y no lograrás tu cometido.— Pasa por un lado de él dejándolo sólo.
Enzo sólo se levanta y tira la silla contra la puerta que da al baño con bronca... —¡Carajos!— Maldice, y lo escucha la bestia.
Por más qué esa no fuera la verdadera intención qué Enzo quería. Tan solo lo había hecho para poder desquitarse la rabia que corría ahora mismo por todo su cuerpo al haber recibido esa respuesta por parte de León.
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Enzo llega al loft con su peor cara, no le bastó la charla con León que fue a entrenar a uno de los gimnasios del bajo.
Los cuáles también están en la firma Melle, pero con algunos ex presidiarios que suelen concurrir a dicho establecimiento.
Por lo qué, sabía perfectamente lo que se estaba arriesgando cuando decidió ir a entrenar allí.
Tiene el cuerpo adolorido y un poco la mandíbula desencajada, por lo cuál, intenta hacer sus movimientos lo más leves posibles para no sentir el escozor en su cuerpo.
Se sienta en el sillón y tira su cabeza hacía el respaldo, soltando levemente el aire de sus pulmones, al sentir una superficie blanda debajo de su espalda.
Noah aparece por el pasillo arrastrando sus pies, lleva una mano a su cabeza la cuál no deja de pitar de dolor, pero cuándo ve a su hermano se lleva una mano a la boca malinterpretado que fue León quién le hizo aquello.
—¡Oh por dios!— Demanda acercándose a él a grandes zancadas. —¿Que ocurrió?— Muerde su labio inferior.
Y por más que tiene intenciones de tocar su rostro para intentar aliviar el dolor de alguna manera, no lo hace, pudiendo llegar a prevenir que eso sería una muy mala idea.
Él sonríe y niega con la cabeza a su pregunta no formulada. —No fue León, tranquila.— Sonríe levemente.
Y luego, se maldice cuándo la mueca en su rostro le genera dolor y una punzada en la cabeza.
Su hermana suelta el aire contenido y lo analiza para luego sentarse a su lado.
—¿Te traigo algo?— Tuerce su entrecejo preocupada.
Enzo niega. —En cuánto me bañe estaré bien, ya tomé un analgésico y mucha agua, tranquila.— Le guiña un ojo.
—¿Cómo terminaste así?— Parpadea angustiada. —Si no fué él...— Agrega negando.
Enzo infla su pecho y suspira levemente. Luego, no puede hacer más que elevar su cabeza hacia su hermana, y chocar sus ojos con los de ella.
—¿Qué fue lo que pasó, Noah?— Hace una mueca con sus labios y cierra los ojos. —Necesito que me lo digas, de una manera u otra ya no va a volver y de cualquier modo él piensa que ya lo sé.— Aprieta sus labios y lleva una mano a su abdomen algo adolorido...
Noah empalidece por completo cuándo escucha sus palabras.
—Yo...— Traga saliva.
Y a pesar de que quiere comenzar con un sinfín de preguntas indagando ante cómo sabe que no va a volver, y cómo es que terminó la conversación entre ellos, suponiendo que su hermano fue tras León, las mismas no salen por sus labios que se quedan trabadas allí observando los ojos claros de Enzo.
—Noah, necesito que confíes en mí para decirme esto, es la única manera en la que puedo dormir alivianar las cosas con Alaric.— Insiste con calma.
Noah mueve sus manos entre sí. —No puedo decírtelo, yo jamás quise esto pasará.— Se arrepiente mordiendo su labio inferior, baja su vista y sigue jugando con sus manos nerviosa...
—Noah.— Hace otra mueca de dolor cuándo intenta ponerse más recto en el sillón, pero vuelve a su antigua posición para estar más cómodo y menos adolorido.
—¿Que?— Murmura.
—Necesito de verdad que me lo digas.— Su mirada completamente sería y eso asusta mucho a su hermana.
Ella suspira y juega con su reloj pulsera nerviosa mirando hacía abajo.
—Ya no volverá, podés decirlo.— La ayuda a que se relaje y pueda hablar con tranquilidad y confianza.
—Leon no tiene dónde vivir.— Hace una pausa y sube sus ojos hacia los de su hermano.
—¿Que?— Cuestiona no entendiendo nada.
—Creo que lo perdió todo tiempo atrás, se baña y deja sus cosas en lo de un amigo, ese tal Nick que estaba cuándo lo fuimos a buscar la última vez a la cueva.— Lo mira a los ojos y traga saliva.
—Que carajos.— Sisea.
—Bueno en realidad supongo que es ese al que veiamos a veces cuándo lo íbamos a buscar... No estoy segura de que sea él.— Coloca sus ojos en blanco.
Su hermano asiente, mientras que ella se arrasca el cabello nerviosa.
—¿Y cómo lo sabes?— La observa perspicaz.
—Una noche lo seguí.— Sube sus hombros, y baja la mirada cuándo su hermano la mira con los suyos completamente abiertos sin poder creer lo que acababa de decirle.
—¿Que hiciste que?— Maldice.
—Estuvo en una plaza por más de tres horas... Ni siquiera sé cuál es el barrio porque para ser sincera me perdí cómo una estúpida.— Relame sus labios y recuerda el momento.
—Esto se pone cada vez mejor.— Enzo habla sarcásticamente.
Noah ignora sus comentarios y continúa con su explicación. —Por supuesto que se dio cuenta de que lo seguí, y de eso hablaba él, me pidió de manera poco amable que no abriera mi boca porque se iba a ir del gimnasio, de ahí mí plan para que el viva en el loft... Creí que podría llegar a funcionar, pero evidentemente estaba equivocada.- Sube sus hombros lamentándose por sus acciones.
—Carajos, Noah.— Maldice chasqueando la lengua.
—Yo sabía que era precaria su vida, o eso me imaginaba al ver sus prendas o su manera de manejarse... pero Enzo...— Muerde su labio inferior y sus ojos comienzan a ponerse cristalinos. —No tener dónde dormir, sea quién sea no me parece justo...— Susurra.