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1410 Words
—¿Y qué te hace pensar qué te estoy siguiendo?— Noah toma valor desde lo más profundo de su cuerpo, para responderle de aquella manera sin dejarse intimidar. León arquea sus cejas, observando en ambas direcciones, sabiendo perfectamente que ese auto llama por demás la atención de cualquiera que esté a su alrededor —Porque lo venís haciendo desde que me fui del gimnasio.— Murmura aburrido. Ya está grande para este tipo de situaciones y no quiere tener ninguna conversación para con la castaña, y menos que menos, tener que estar lidiando con estas situaciones, que sólo lo hacen ponerse de peor mal humor. —Yo...— Parpadea y siente que la garganta se le seca inmediatamente ante su mirada tan penetrante. Lo peor de todo aquello es que no tenían una excusa pensada por si esto llegaba a suceder, simplemente salió del edificio en busca de León para poder conocer verdaderamente dónde es que él vivía, dejándose llevar por la curiosidad y por la adrenalina del momento, sin siquiera ponerse a pensar que podía llegar a ser descubierta y estar quedando cómo una completa acosadora, cómo sucede en estos momentos. León pasa una mano por el puente de su nariz, intentando mantener la respiración para conservar la calma y no explotar con ella. Si bien, sabe que tranquilamente podría hacerlo, ese sería su primer boleto de salida del negocio Melle, y habiendolo estado pensando durante los últimos días, necesitaba ese dinero, necesitaba salir de las cuevas para poder mantener a su hermano con un mejor poder adquisitivo. —Angel, cómo verás no tengo tiempo para perder, y mi paciencia no es infinita.— Se agacha para quedar frente a frente. Noah abre sus labios y los vuelve a cerrar. Y cuándo cree qué puede llegar a decir algo en su defensa, las palabras se escapan de sus labios de forma inmediata. Él sonríe cínico ante aquello, ella está asustada, y eso le conviene por el momento, es la única forma qué tiene de no querer lanzarse hacía Noah y actuar de forma indebida. —Por lo cuál, es mejor qué me digas porqué me estás siguiendo para qué te vayas a tu jodida casa y yo pueda seguir con mi vida.— Sisea amenazante. —Queria saber dónde vivis...— Alza su barbilla y no se tira hacía atrás, ya no más, no se va a dejar intimidar por aquellos músculos y su mirada furiosa. León mira a sus costados y pasa una mano por su cabello, todo en él le pide saltar sobre ella y calmar su furia, primero por ser tan chismosa y haberlo seguido y segundo por ser tan insistente con el mismo tema, y por último, por más que no lo quiera admitir, la inconsciencia que acaba de tener la castaña en meterse en un barrio tan peligroso para ella cómo era ese es completamente estúpido. —Hoy no es tu día de suerte, ángel.— Sonríe de costado burlón. —¿Podes no decirme así?— Se queja frunciendo sus labios. —Y yo quisiera que no me sigas y seas tan chismosa y sin embargo lo haces, así qué creo qué estamos a mano y voy a llamarte cómo quiera.— Mueve su cabeza a un costado. Noah frunce el ceño y destraba las puertas bajándose, ya no le aterra la zona ni la plaza a pocos metros. Tiene toda su atención puesta en León y sabe perfectamente que nada le pasara estando con él, no porque él se lo haya dicho, sino simplemente porque se siente segura a su lado. Se cruza de brazos y achina sus ojos mirándolo con determinación, su cabello se mueve gracias al viento de madrugada. Él sigue expectante al entorno de ellos, ya un grupo de adolescentes lo identificaron cuándo se acercaban burlones hacía la castaña, seguramente para robarle el auto o divertirse un rato con ella, pero al verlo fueron medía vuelta hacía atrás y se quedaron en sus lugares, sabiendo perfectamente de quién se trataba la persona qué estaba hablando con Noah en aquel lugar. —Algo ocultas León, y yo no quiero problemas con el equipo que estamos armando.— Demanda molesta por quedar cómo una chiquills. León se ríe irónico y lleva una mano a su barbilla ya bastante exasperado. —Esto no afecta en nada al equipo.— La mira con desprecio y se acerca a ella intimidandola. Noah chasquea su lengua y coloca sus manos cómo jarra a ambos lados de sus caderas, intenta ocultar el nerviosismo que tiene, pero ante los ojos del rubio eso es imposible de ocultar. —Eso no lo decidís vos, estás ocultando cosas, León.— Insiste achinando sus ojos. —Andate de acá, no es lugar para vos, ángel, pero creo qué ya te diste cuenta de eso.— Alza sus cejas y señala el lugar. Las pocas luces que los alumbran lo hace todo más tétrico. Noah su pecho y niega con la cabeza. —Vos no me vas a decir a mí, cuál es lugar para mí... No me conoces.— Demanda y luego mira a su alrededor. El rubio niega con la cabeza y cierra los ojos cansado, no suele entablar muchas conversaciones con las mujeres, y aquello queda más qué demostrado en esta oportunidad, simplemente las usa para saciar su necesidad de sexo y ni siquiera les habla, por lo que él solamente sabe actuar cómo quiera frente a un amigo o a un hombre, al cuál lo empujaría y/o lo mandaría al demonio. Y no puede hacer eso con Noah, y de ahí su frustración al querer darle un buen golpe a la chapa del automóvil. —Te llevo al gimnasio.— Señala con la barbilla el auto para que ella se suba de copiloto. —¿Que?— Abre su boca en un intento de carcajada y lo mira incrédula. —No va a tener buen final que salgas de este barrio sin mí, Angel.— Explica bufando. —¿Y si tiene buen final para vos?— Mueve su cabeza a un costado. —Te saco de acá, y listo, olvidamos qué me seguiste por más de una hora cómo una acosadora.— Sisea remojando sus labios. —¡No soy ninguna acosadora, te dije qué lo estoy haciendo por el equipo!— Demanda elevando levemente el tono de voz. León suspira. —Vamos, te llevo.— Insiste arrancando una de sus cejas. Noah aprieta sus manos entre sí y asiente, al fin y al cabo eso pensaba por su mente al momento que lo perdió de vista. —"Maldito gps que te guía por las calles más peligrosas sin importarle las zonas."— Él le extiende la mano para qué le pase las llaves. —No vas a salir de acá conduciendo.— Sisea cínico. —¡Claro, pero con la bestia Black manejando vamos a estar todos a salvo!— Se carajea dejando las llaves de forma furiosa sobre su enorme mano. León suelta una carcajada seca. —Te falta demasiada atención a tu alrededor, hay dos grupos qué ya miraron tu auto desde qué te estacionaste, y no tengo qué hacerte un mapa con lo qué hubiera pasado si yo no acudía.— Chasquea la lengua burlón. Ella sólo infla su pecho y avanza hacia el asiento del copiloto. Mientras qué él da un último vistazo a los dos grupos a los qué se estaba refiriendo, no quería problemas, pero necesitaba dejar en claro qué estaba marcando su territorio. Por más que Noah no le interesará de aquella manera, pero eso era algo qué los demás no sabían, y si lo creían de esa forma sólo para tenerle miedo no era inconveniente para León. —No vuelvas a intentar hacer esto, tuviste suerte, y no hablo de ellos, hablo de mi capacidad para ser paciente.— Sisea tomando el puesto de conductor poniendo el auto en marcha. Luego traba las puertas cuándo ella se coloca el cinturón de seguridad. —¿Le dirás a alguien?— Cuestiona. Y por más que no quiere hacerlo, lo tiene que preguntar, a su vez qué no podía evitar mirar cada uno de sus movimientos cómo si se sintiera completamente cómodo en el auto... —No.— Demanda dándo por finalizado la conversación. Noah achina sus ojos y luego coloca los mismo en blanco al ver la poca predisposición de León por decir dos palabras seguidas.
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