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—Se supone que nos deberían de atender.— Achina sus ojos al observar el lugar. —Al menos tenía entendido que el bufete estaba abierto prácticamente a todo momento.— Frunce sus labios. —Quizas tendríamos que haber reservado, como todos los que están comiendo ahora y que aparentemente tuvieron reserva y no fueron descuidados como nosotros.— Enzo bromea. A lo que su hermana no hace más que colocar sus ojos en blanco y morder su labio inferior. Siente una leve culpa por haber pasado por alto algo tan importante cómo poder reservar una mesa para que ellos pudieran comer y tener el estómago lleno, además de mantener la rutina de la dieta que tenían por ser boxeadores profesionales. Siendo que no tenía la menor idea de por qué le seguía importando el hecho de lo que pudiera llegar a pensar

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