Sebastián se marchó antes de que la abuela de Paris regresara a casa, por fortuna Mariane disfrutó visitar a su amiga y volvió en un taxi por la noche. Paris fue hasta su cocina y sonrió al pensar que Sebastián de verdad era un buen plomero, estaba asombrada, jamás se imaginó que alguien como él supiera hacer ese tipo de labores, sin embargo, ese hombre jamás dejaba de sorprenderla. Cuando la abuela de Paris regresó, caminó hasta la cocina y observó que el fregadero de servicio servía nuevamente y se alegró mucho más cuando parís le dijo que no tuvo que pagar nada, Sebastián lo había reparado. —Por lo visto Sebastián lo hace todo bien ¿Cierto? —espetó la abuela de Paris con una sonrisa ladina. Recordando el caminar extraño de su nieta. Paris se sonrojó al escucharla, aunque ella le ten