El vestido de Paris estaba completamente desarreglado, y sus senos aún estaban expuestos, Paris juntó de inmediato ambas copas del corpiño y unió el broche frontal. —¿Me ayudas? —pidió Paris a Sebastián luego de un intento fallido de subir el cierre en su espalda, Sebastián se acercó a ella y tomándola de la cadera la pegó a su cuerpo. Paris tragó con dificultad al sentir la dureza de su entrepierna en su espalda. —¡Ay, Dios! —dijo ella, el bulto bajo su pantalón era enorme y más duro que una roca. —Dime Sebastián, Dios suena un tanto exagerado —dijo él sonriente, Paris rodó los ojos ante su soberbia, pero luego los cerró. Cuando sintió las manos de Sebastián acariciar su espalda para luego besar su cuello al tiempo que iba subiendo lentamente la bragueta de su vestido. Sebastián acomod