Madison caminó hasta salir de l edificio donde se encontró con el chofer que a menudo era enviado por su padre a recogerla y aunque quiso evitar a toda costa pensar en Henry y esa profesora, la duda comenzó a inquietarla. Madison se sentó en el asiento trasero del auto, colocó una pierna sobre la otra y bajó la ventanilla un poco, pues hacía mucho frio, sin embargo, dentro del auto sentía que estaba hirviendo, hirviendo por los celos que pronto comenzaron a invadir a la joven. «Tal vez Paris pueda echar un vistazo al salón de música y ver si Henry está con esa odiosa mujer» pensó Madison recordando que Paris aun tenía algunas clases más antes de retirarse a casa. De inmediato, Madison sacó su celular y comenzó a teclear el numero de la pelirroja, que se sabía de memoria. Después de tre