Capitulo uno

2845 Words
Suelo ver hacia la Tierra, qué pena me dan los seres humanos y su manera extraña, acelerada y algo tosca de vivir, tan indefensos ante todo y todos, sin saber qué hacer, sin entender que es lo que viene y viviendo siempre a expectativas de lo que viene y no de lo que puede ser. En mi mundo, uno que es realmente complicado de entender para ellos, uno lleno de oscuridad que no da tregua aun cuando hay quienes defienden todo lo que lo bueno representa, no podrían vivir, no durarían ni un día ya que constantemente tenemos peleas donde el bien y el mal sacan a relucir todo su arsenal. Se preguntarán, ¿Cuál es tu bando? Sencillo, el mal, no porque yo lo haya escogido sino porque las circunstancias me orillaron a llegar a él, a refugiarme de cierta forma en esto que me ha tocado custodiar; mi nombre es Kaia, soy mejor conocido como el Príncipe del Abismo o como los humanos le llaman, la oscuridad, el limbo... Soy una especie de ángel caído convertido en demonio pero alguna vez estuve entre los más altos rangos, fi parte de los ejércitos más maravillosos de la historia, fui, un guerrero del amor y la luz; ahora, detrás de mí, vienen cientos y cientos de hordas de demonios de menores categorías, brujas, espectros, caídos y hasta nefilims que trabajan junto a mí y junto  a fuerzas malignas que no me son amigas. Si mal no recuerdo, mi reinado ha visto el principio de todo, desde la creación del hombre hasta su traición a Dios, la caída de Lucifer y los suyos, el nacimiento de los nefilims y la eterna lucha entre el bien y el mal, por siglos, los humanos me han temido, me han dado un sinfín de nombres y representaciones, he tenido trabajos y misiones para ellos que ni yo sabía e incluso los rumores de que me apoderé de muchos quiénes fueron leales a mí corría entre los ancianos humanos, para ellos yo era un imán, como si me fuera fácil traerlos a mi, tentarlos, pero la realidad es que los humanos son seres que no se conforman con nada, no aprenden; ellos siempre quieren más y no saben cuándo parar, hasta que ya es tarde. Pero todo eso cambió desde hace unos tres siglos, cuando se llevó a cabo la última Guerra Santa al tiempo de que ese hombre benévolo entre tantos necios dio su vida por amor, para salvarlos y representarles lo que era realmente el universo divino y su significado, Dios envió a sus mejores soldados, sus arcángeles; Rafael, Miguel y Gabriel eran los principales, con ellos llegaron Zadkiel, Anael y Uriel, ellos– seguidos de los ángeles guardianes– le hicieron frente a los demonios y criaturas pútridas del infierno, vencieron aprovechando nuestra sorpresa pero esa batalla dejó secuelas, bajas en ambos bandos... Desde ese día, fuimos reducidos a la nada, a estar escondidos en las sombras, sin poder ser vistos, lejos de los humanos que podían vernos o percibir algo de nuestras energías y esencias, como si los hubiéramos abandonado en cierta forma, al menos así se veía, ¿Lo bueno? La Tierra quedó a nuestra disposición, por más que los ángeles luchen, siempre logramos traer a unos cuantos hacia nosotros, cuando hablo de nosotros me refiero a todo en general, las almas que son arrastradas por demonios hasta caer en manos de Lucifer, las almas que debo obtener yo para cumplir mi trabajo pero francamente no me importa mucho lo que ocurra, me alejé de los alados hace tiempo y no falta poco para que les demos la sorpresa de sus vidas, tengo aun cierto rencor que no es llenado ni sustituido con nada. Para nuestra desgracia, los humanos dejaron de tenernos tal miedo, algunos incluso nos veneran, nos dan poder y en casos extremos sacrificios, muchos nos nombran o reclaman, si tan solo supieran que cavan su propia tumba cuando nos piden algo... Los Humanos, extraños seres de comportamientos sin explicaciones, de maneras efímeras y poco profundas de ver y apreciar la vida, a veces patéticos a mis ojos pero que "ellos" se encargan de proteger a muerte, ¿Por qué? No lo sé, no logro entenderlo, básicamente son como lo último en la cadena alimenticia y aun así, parecen ser lo más importante para el Universo.  Son raros, no cabe duda, ni hablar de sus sentimientos, son tan complicados con su amor desmedido y desinteresado, su perdón, la compasión y empatía que sienten por los suyos. Me desesperan… Pero no todo está perdido, los humanos pueden sentir cosas como la envidia, odio, venganza y deseos de muerte, ni hablar de la lujuria; ese sentir es, por llamarlo de alguna forma, su mayor "deseo" en muchas ocasiones, ¿Cuál es el interés del Creador en ellos? No lo sé, ¿Por qué crear semejante cosa? Ni idea, ¿Por qué darles tantos beneficios sí al fin de cuentas sólo hacen lo que les place sin saber siquiera como usar tales dones o despilfarrando sus vidas? Quién sabe… Últimamente me aburro demasiado, entonces merodeo entre las personas en busca de diversión y hoy no es la excepción, no hace mucho he encontrado un museo poco famoso en la ciudad pero bastante interesante, no es como los demás, este capta por completo mi atención con sus creativas formas de enseñar la historia que creen conocer, aquí he podido ver las estatuas de piedra caliza de varios personajes míticos para los humanos; desde seres de fantasía como cíclopes, hadas y sirenas, que si existieran más de una estaría en mi lista para jugar, hay personajes históricos que han hecho grandes cosas por el progreso de la r**a humana, debo admitir que me agradan, un poco, y por último una sección donde hay ángeles de todo tipo, demonios, brujas y demás criaturas raras. Me encuentro aquí viendo mi propia estatua, debo decir que se parece muchísimo a mí, casi no hay diferencias, me da gracia que puedan tener tan buena memoria, recordando que los rumores de cómo soy vienen desde siglos atrás; han captado muy bien mi perfil, me veo bien, me agrada. Un grupo de estudiantes está de paseo por el lugar, a veces me asombra que sean ellos el futuro de la humanidad pues por lo general, a esa edad no tienen idea del mundo ni de lo que quieren, ¡Y es que, por favor, son críos! Deben tener unos diecisiete o dieciocho años de edad nada más, todo es un juego para ellos, todo es una aventura y no pueden mantener la cabeza en tierra más de la cuenta; me molestan sus actitudes de "soy el rey del mundo", pero admito que gozo bastante con su descontrol, cuando beben en exceso y cuando por supuesto tienen las hormonas- muy seguido, por cierto- a flor de piel, son graciosos, divertidos, creen que todo se soluciona fácil y tiene ese no sé qué que desaparece cuando avanzan su crecimiento. —  ¡Mira, qué bellas estatuas! — decía una muchacha rubia demasiado voluminosa. —  Son muy interesantes, creo que no podré saber de todas en una sola visita —  ríe otra. —  Por favor, siempre debes ser tan académica —  rueda los ojos. La observé desinteresado, parecía hablarle a otra chica, una que se encontraba atentamente observando mi estatua con detenimiento y concentración, anotaba en su libreta supongo que la información que la letrina le ofrecía para luego observar el rostro tallado, sonreír y regresar a garabatear en su libreta, llamó mi atención debo decir y picó mi curiosidad; me acerqué a ella, a paso seguro y decidido pues sabía que no podría verme y me quedé helado al verla, de todos los humanos que había visto ninguno me cautivó tanto como ella, tenía una belleza extraña, todo parecía aún mejor con ella ahí, era como si cada parte de su cuerpo me llenara… Su cabello largo color castaño le caía en cascada sobre sus hombros y espalda, su sonrisa tímida hacía ver apetecibles sus labios rosados adornados por un hoyuelo en cada mejilla y sus ojos, de un peculiar tono de verde, miraban mi estatua con tal fascinación que me dio escalofríos, algo me hizo retroceder un paso, supongo que el miedo por estar siendo asaltado por todas esas emociones y sensaciones. — ¿Qué tanto le ves, Any? — soltó la rubia voluminosa. — Es la criatura más fea que he visto. — Oh, vamos Samantha, es fascinante y perfecto — respondió tocando el rostro de piedra. — Es maligno y con sólo eso ya me cae mal, es un ser horrible — masculló la rubia marchándose. Y no es que me moleste, ella tampoco me simpatiza. — ¿Cómo lo sabes? ¿Acaso lo conoces? — preguntó riendo y alzando la voz para ser oída. —  No me hace falta — contestó desde lejos su amiga. — No le hagas caso, no eres lo que ella dijo — susurró simpática a la piedra. —   Las cosas más maravillosas no son entendidas por las personas. Dio media vuelta sobre su eje, se dispuso a marcharse, sólo podía verla, casi embobado, ella tenía la estatura perfecta, o al menos para mí, pues le llevaba apenas unos centímetros de diferencia; de repente se detuvo como si se hubiera percatado de algo y volteó en mi dirección. — ¿Vas a quedarte ahí solo mucho más?  — agregó mirándome curiosa. Ella estaba viéndome, no podía creerlo, no podía ser así, ¿Cómo era posible? Se supone que mientras yo no lo quiera no pueden verme los humanos, algo que nos permite a todos los seres sobrenaturales no ser descubiertos pero ella si lo hacía, como si yo fuera uno más del montón. Ambos nos sostuvimos la mirada unos segundos, ella esperando a que le contestara y yo maquinando mi cerebro a toda velocidad para hallar una respuesta pero estaba cegado, obnubilado por la sorpresa. — ¿Puedes verme? — susurré en un idioma que sólo los provenientes del Inframundo pueden entender, un idioma que tuve que aprender a la fuerza en mi trabajo. Sus ojos se abrieron como platos, parecía que iban a salirse de su lugar, me observo con recelo para luego desviar su mirada rápidamente a la estatua, no paraba de compararme, según creo yo y luego se quedó muda, estaba ofuscada por la sorpresa y yo volví a hablar, lo único que quería era saber si me entendía por lo que recité un viejo proverbio celestial, algo de lo que dije la perturbó de tal manera que dando dos pasos hacia atrás se alejó corriendo despavorida del interior del museo. Estoy seguro de que no sólo logró verme, sino que además, pudo entenderme a la perfección y yo sólo pude observarla marcharse, que estúpido soy, al menos sabía su nombre o lo que parecía serlo, era un buen indicio para comenzar. Any. (~) — Señor, el demonio Kaia hizo contacto con una humana, una nefilim. — Dijo el soldado alado. — Qué extraño, ¿Con quién? — responde su superior intrigado por la noticia, no esperaban que eso sucediera. — Con Anael Collins, señor — responde sin más. — ¿Qué quería con ella? — pregunta serio, volteando a ver al soldado dejando de lado lo que hacía. — No sabemos, señor — niega —  Lo lamento, la chica huyó del lugar apenas cruzaron palabras y él se limitó a observarla — señaló el soldado. — Antes de que te vayas, ve por los Arcángeles, debemos entrar en acción ahora mismo — dijo el superior alado sopesando la situación con cuidado. — ¡Si señor, Miguel! — y retirándose del lugar el soldado desapareció. — Siglos sin aparecer y vienes a hablar con un nefilim, justamente con ella. — Suspira —  No te será tan fácil Príncipe, esta vez, te atraparemos. — bufó Miguel para desaparecer de inmediato.cieron aprovechando nuestra sorpresa.  Desde ese día fuimos reducidos a la nada, a estar escondidos en las sombras, sin poder ser vistos. ¿Lo bueno? La Tierra quedó a nuestra disposición, por más que los ángeles luchen, siempre logramos traer a unos cuantos hacia nosotros. Y no falta poco para que les demos la sorpresa de sus vidas. Pero los humanos dejaron de tenernos tal miedo, algunos incluso nos veneran, nos dan poder y en casos extremos sacrificios. Los Humanos. Extraños seres y a veces patéticos que "ellos" se encargan de proteger a muerte. ¿Por qué? No lo sé, no logro entenderlo. Básicamente son como lo último en la cadena alimenticia y aún así, parecen ser lo más importante. Ni hablar de sus sentimientos, son tan complicados con su amor desmedido y desinteresado, su perdón, la compasión y empatía que sienten por los suyos. Me desesperan. Pero no todo está perdido, los humanos pueden sentir cosas como la envidia, odio, venganza y deseos de muerte, ni hablar de la lujuria. Ese es por llamarlo de alguna forma, su mayor "deseo" en muchas ocasiones.  ¿Cuál es el interés del creador en ellos? No lo sé, ¿Por qué crear semejante cosa? Ni idea.  ¿Por qué darles tantos beneficios sí al fin de cuentas sólo hacen lo que les place? Quién sabe. Últimamente me aburro demasiado, entonces merodeo entre las personas en busca de diversión y hoy no es la excepción, no hace mucho he encontrado un museo, donde pude ver las estatuas de piedra caliza de varios personajes míticos para los humanos. Desde seres de fantasía como cíclopes, hadas y sirenas; que si existieran más de una estaría en mi lista para jugar, hay personajes históricos y una sección donde hay ángeles de todo tipo, demonios, brujas y demás. Me encuentro aquí viendo mi propia estatua, debo decir que se parece muchísimo a mí, casi no hay diferencias, me da risa que puedan tener tan buena memoria, recordando que los rumores de cómo soy vienen desde siglos atrás. Un grupo de estudiantes está de paseo por aquí, a veces me asombra que sean ellos el futuro de la humanidad pues por lo general, a esa edad no tienen idea del mundo ni de lo que quieren, ¡Y es que por favor son críos! Deben tener unos diecisiete o dieciocho años de edad nada más. Me enferman sus actitudes de "soy el rey del mundo", pero admito que gozo bastante con su descontrol, cuando beben en exceso y cuando por supuesto tienen las hormonas- muy seguido, por cierto- a flor de piel. —¡Mira qué bellas estatuas! — decía una muchacha rubia demasiado voluminosa. Parecía hablarle a otra chica, una que se encontraba observando mi estatua con detenimiento y concentración, llamó mi atención debo decir y picó mi curiosidad. Me acerqué a ella, a paso seguro y decidido pues sabía que no podría verme. Me quedé helado al verla. Su cabello largo color castaño le caía en cascada sobre sus hombros y espalda, su sonrisa tímida hacía ver apetecibles sus labios rosados. Y sus ojos, de un peculiar tono de verde, miraban mi estatua con tal fascinación que me dio escalofríos. —¿Qué tanto le ves Any? — soltó la rubia voluminosa. —Es la criatura más fea que he visto. —Oh, vamos Samantha, es fascinante y perfecto— respondió tocando el rostro de piedra. —Es maligno y con sólo eso ya me cae mal, es un ser horrible— masculló la rubia marchándose. Y no es que me moleste, ella tampoco me simpatiza. —¿Cómo lo sabes? ¿Acaso lo conoces? — preguntó riendo. —No me hace falta— contestó desde lejos su amiga. —No le hagas caso, no eres lo que ella dijo— susurró simpática a la piedra. Dio media vuelta y se dispuso a marcharse, sólo podía verla, casi embobado. Tenía la estatura perfecta, o al menos para mí, pues le llevaba apenas unos centímetros.  De repente se detuvo y volteó en mi dirección. —¿Vas a quedarte ahí solo mucho más? — agregó mirándome curiosa. Ella estaba mirándome. No podía creerlo, ¿Cómo era posible? Se supone que mientras yo no lo quiera no pueden verme los humanos, pero ella si lo hacía, como si yo fuera uno más del montón.  Ambos nos sostuvimos la mirada unos segundos, ella esperando a que le contestara y yo maquinando mi cerebro a toda velocidad para hallar una respuesta. —¿Puedes verme? — susurré en un idioma que sólo los provenientes del Inframundo pueden entender. Sus ojos se abrieron como platos, parecía que iban a salirse de su lugar. Algo de lo que dije la perturbó de esa manera, pues dio dos pasos hacia atrás y salió corriendo despavorida del museo. Estoy seguro de que no sólo logró verme sino que, además pudo entenderme a la perfección. Y yo sólo pude observarla marcharse, que tonto. Al menos sabía su nombre o lo que parecía serlo. Any. (~) —Señor, el demonio Kaia hizo contacto con una humana, una nefilim. —Dijo el soldado alado. —Qué extraño, ¿Con quién? — responde su superior intrigado por la noticia. —Con la humana llamada Anael Collins, señor— responde sin más. —¿Qué quería con ella? — pregunta serio, dejando de lado lo que hacía. —No sabemos señor, lo lamento, pero la chica huyó del lugar apenas cruzaron palabras y él se limitó a observarla— señaló el soldado. —Antes de que te vayas, ve por los Arcángeles, debemos entrar en acción ahora mismo— dijo el Arcángel sopesando la situación. —¡Si señor, Miguel! — y retirándose del lugar el soldado desapareció. —Siglos sin aparecer y vienes a hablar con un nefilim, justamente con ella. No te será tan fácil Príncipe. Ésta vez te atraparemos. — bufó Miguel para desaparecer de inmediato.
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD