20. HUMILLACIÓN.

1308 Words
POV. DAMIÁN. El agua caliente caía sobre mi cuerpo, arrastrando el polvo y el cansancio acumulado después de días en el campo. Pero no podía lavar la inquietud que crecía en mi interior. Cada vez que cerraba los ojos, veía el rostro de Charlie, agotado pero lleno de determinación mientras cuidaba a esos niños. Había algo en ella que no podía ignorar, una fortaleza que no se correspondía con la fragilidad que parecía rodearla. Sonreí, estaba sonriéndole como un tonto a la pared del baño y sí también estaba viendo la erección que se levantaba por solo recordar lo poco que podía seguir en mi memoria de nuestro celo. Estaba a punto de salir de la ducha cuando escuché los golpes en la puerta de mi habitación. Me envolví en una toalla, molesto por la interrupción. Era Nina. Sabía lo que quería incluso antes de que hablara. ¿Qué acaso Ethan no tenía que follarla hasta hacerle unos cachorros? —Tenemos que hablar —dijo, cruzando los brazos en señal de que no aceptaría un "no" por respuesta. Entro como un vendaval a mi habitación y me moleste porque aunque su aroma no era penetrante, se mezclaba con el rastro del olor de Charlie, lo poco que quedaba. Suspiré resignado, y me vestí rápidamente antes de seguirla al despacho principal. No estaba de humor para otra de sus conversaciones tensas, pero algo en su expresión me decía que esta vez no podía huir. Cuando llegamos, cerró la puerta detrás de nosotros y se quedó de pie frente a mí, con una seriedad que pocas veces mostraba. —¿Ethan? —pregunte curioso. —Con Charlie, en el refugio. —¿Qué? —estaba confundido, porque sabía que Ethan por más que había reconocido la bondad y esfuerzo en los recientes actos de Charlie, seguía sin confiar en ella por ser una renegada. —Lo obligue a que le llevara una comida caliente —entonces lo entendí, Ethan nunca le decía que no a Nina—. Es hora de que sepas toda la verdad, Damián. La verdad sobre Lizeth y Charlie. Al escuchar sus palabras, mi cuerpo se tensó. No sabía qué esperar, pero el tono de su voz hacía que un nudo se formara en mi estómago. Le hice un gesto para que continuara. —Lizeth nunca fue lo que aparentaba ser —Nina comenzó a caminar de un lado a otro, sus manos inquietas mientras hablaba—. Para alcanzar sus ambiciones, hizo cosas... Cosas que ni siquiera yo quería creer cuando las descubrí. Ella utilizó a Charlie para escalar entre los Alfas. —¿Qué quieres decir? —Mi voz salió más dura de lo que pretendía. No queriendo pensar en nada, pero sabiendo que lo que iba a escuchar no me iba a gustar. Nina se detuvo y me miró directamente a los ojos. —Lizeth vendió a Charlie, Damián. Cuando apenas tenía 18 años. La entregó a otros Alfas para ganar favores, para asegurarse de que su posición en el círculo más cercano a ti fuera intocable. Por esa razón te cruzaste con Charlie en la ceremonia de apareamiento mía y de Ethan, ellas no estaban allí por casualidad. Mis puños se cerraron automáticamente. Sentí cómo un calor oscuro se apoderaba de mi pecho, un fuego que me quemaba por dentro. Pero Nina no había terminado y Kian estaba gruñendo con tanta ira que tuve que bloquearlo o saltaría para ir al calabozo y degollar a Lizeth. —Eso no es todo. Desde antes, cuando Charlie era solo una niña, vivió bajo el yugo de su tía y su prima. La humillaron, la maltrataron... y cuando tuvo la oportunidad, escapó. Encontró refugio en la posada de la señora Miri, pero para entonces, el daño ya estaba hecho. Desde que tenía 6 años fue golpeada, si no hacía bien la comida se la lanzaban a la cara o a los pies, la obligaron a tallar sabanas blancas para no usar la lavadora, ¿te puedes imaginar cono eran sus manos a los 8 años? Solo puede ver a su madre por videollamadas y no sabemos si sigue viva desde que Lizeth esta en el calabozo, cuando logró escapar su tía regreso y como la casa era un desastre porque Lizeth siempre ha sido una buena para nada, la busco y la golpeo tanto que la pobre estaba irreconocible, gracias a la Diosa somos lobos o no me imagino la cantidad de cicatri... ¿Le viste cicatrices cuando pasaron el celo juntos? —pregunto abriendo sus enormes ojos. —¿Qué? Yo no... Yo no me fije —susurre—. Nina, por la Diosa, sabes que el celo nos vuelve irracionales y su cuerpo es tan... Tan perfecto que yo no... —ella río y decidió continuar. —El punto es que finalmente Charlie logró que la dejaran en paz pagando a una persona para que hiciera sus labores en casa de Lizeth y su tía, así que tenía que trabajar el doble, pero no le importo y bueno, finalmente llego aquí. Cada palabra que salía de la boca de Nina era como un golpe directo a mi conciencia. Había ignorado tantas señales, tantas cosas que ahora parecían obvias. —¿Por qué no me lo dijiste antes? —pregunté, mi voz apenas contenida. —Porque no era mi lugar. Charlie nunca quiso que nadie lo supiera —Nina suspiró, cansada—. Pero después de lo que pasó entre ustedes esta noche, creo que debes entender quién es ella realmente y por qué lleva tanto dolor dentro. Además —sonrío—, sabes que nunca dejo nada al azar y estaba investigando por mis propios medios, confirmando, verificando y rastreando. —¿Ya sabes dónde esta su madre? —Y su tía, además también tengo los nombres de todos los Alfas que se prestaron para hacerle eso a Charlie, incluidos algunos Betas, Damián. No pude responder. La furia y la culpa me abrumaban. Sin pensarlo, golpeé la mesa con tal fuerza que esta se partió en dos, enviando papeles al suelo. La rabia se desbordó, y comencé a arrojar cosas al aire, buscando algún alivio a la tormenta que se había desatado en mi interior. Justo en ese momento, la puerta se abrió de golpe. Ethan y Charlie entraron, probablemente alarmados por el ruido. Mis ojos se encontraron con los de Charlie, y todo lo que sentía explotó. No pude contenerme. Me acerqué rápidamente a ella y la sujeté por los hombros, demasiado fuerte, lo sabía, pero no podía detenerme. —¡¿POR QUÉ DEMONIOS NO ME DIJISTE NADA?! —gruñí sobre su rostro, la furia y el dolor estaban filtrándose en mi voz. —¡¿POR QUÉ DEJASTE QUE TE USARAN DE ESE MODO?! Estaba fuera de control y Kian estaba prácticamente afuera gruñendo sobre el rostro de Charlie. Ella me miró, sus ojos reflejaban sorpresa y miedo, pero también algo más: dignidad. Se quedó inmóvil por un segundo antes de liberarse de mi agarre con un movimiento rápido y contundente. Sentí tanta fuerza entre sus manos que el golpe me tomo por sorpresa. —Por qué no es de tu incumbencia, Damián. —Su voz era firme, pero temblaba ligeramente por la emoción. Estaba al borde de las lágrimas—. Y no tenías derecho a humillarme de esta manera, menos frente a otros. Antes de que pudiera decir algo más, un grito de dolor salió de ella, un sonido que resonó en el aire y me envió volando hacia la pared, rompiendo el vidrio de una ventana. El impacto me dejó sin aliento, pero no tanto como la mirada de Charlie antes de darse la vuelta y salir del despacho sin mirar atrás. Quedé allí, entre vidrios rotos y mis propios errores, sintiendo que la había perdido completamente.
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