1. EL ALFA DESEADO.
POV. CHARLIE.
Mis pies ya no soportan más los zapatos, pero me quedo quieta en mi lugar, puedo sentir nuevamente ese aroma que desprende el Alfa frente a mi y las nauseas me atacan, intento ocultar las arcadas pero es cada vez más dificil.
—¿Cómo te llamas? —pregunto sin rodeos, mientras soltaba la bata blanca de seda que apenas cubría mi cuerpo.
— Cha-Charlie.
—Qué lindo nombre — el Alfa estiro su mano y acaricio mi mejilla, sentí que mi piel ardía por donde el pasaba su mano y moví mi rostro a un lado bruscamente. Escuche su gruñido y me hice más pequeña—. Tu prima dijo que eras muy obediente —chasqueo la lengua—. ¿Acaso esa zorra me mintió? —pregunto molesto mientras se acercaba tanto a mi que mi espalda quedo completamente pegada a la pared.
En mi mente se hizo un silencio muy muy grande y todo quedo en blanco.
No había nada allí, excepto la voz de mi prima que se repetía como un sonsonete de lo más fastidioso y cansón.
"Si no haces lo que te dicen, tu madre muere"
"Si no eres obediente, tu madre muere"
"Si quieres seguir viendo el rostro de tu estúpida madre, haz lo que debes hacer"
Y así es desde hace 2 años, tengo que acostarme con los hombres que ella quiera, o más bien con los hombres que necesita que me acueste para lograr escalar en cada manada a la que vamos entrando hasta que pueda alcanzar su objetivo de ser la Compañera Elegida del Rey Alfa.
Por que a mi prima no le importa y nunca le ha importado ir en contra de los designios de la Diosa Luna, ella simplemente quiere poder y sabe que el poder está junto a ese frío, cruel y malvado Rey Alfa, al que todos le temen.
Cuando mi mente conecta de nuevo con la realidad, me doy cuenta que ya no estoy de pie ni contra la pared.
Mis manos se aprietan al rededor de la almohada, clavando mis dedos allí esperando a que el Alfa de la mana Silver Moon, termine de empujarse en mi interior y siento como mi cuerpo arde, como toda la piel me quema y mis lagrimas comienzan a salir silenciosas, lo escucho gemir y gruñir, agarra mis pechos, los masajea y siento asco de mí.
Mi mente divaga entre el dolor y la desilusión.
Es imposible que mi pareja destinada me ame cuando sepa que he sido ultrajada y usada a gusto de muchos hombres lobo, solo por el poder que tiene mi prima sobre mi.
Mi madre.
Si tan solo ese horrible accidente no me lo hubiera quitado todo, mi padre, mi madre enferma y secuestrada y mi memoria.
Todas las noches ruego y le pido a la Diosa Luna que me regrese la memoria, que me deje recordar aunque sea un poco de la felicidad que era tener a mis padres junto a mí, pero nunca pasa nada.
El Alfa toma con fuerza mis caderas y me pone en cuatro, se empuja nuevamente dentro de mí y gimo por el dolor, el escozor y la ira, entierro mis uñas en las palmas de mis manos y no me importa si sangro, solo quiero vomitar y salir de aquí, una prostituta tiene mejor recompensa que yo, que solo puedo ver a mi madre por video cada vez que hago estos favores para mi prima.
Y cuando al fin acaba, corro al baño buscando vaciar mi estomago, las arcadas llegan solas, mi cabeza da vueltas, mis ojos pesan y mi frente y espalda están cubiertas de un frío sudor que moja mi cabello. Tomo una ducha sintiendo como mi cuerpo duele, mis piernas tiemblan, mis pechos se sienten pesados, la piel de la palma de mis manos arde porque como lo había sospechado, me hice sangrar.
—Toma — dijo el Alfa cuando salí del baño completamente vestida. El hombre estaba acostado fumando un cigarrillo.
—¿Qué es...
—Tu prima dijo que quería una entrada a la ceremonia de apareamiento del Beta del Rey Alfa, es lo mejor que pude conseguir.
Mire la tarjeta, era preciosa, un papel plateado con letras en morado, las iniciales de la pareja entrelazadas y una cinta que cerraba el sobre de color plata, todo un sueño si me lo preguntan. Y sentí envidia un poco cuando vi que el amor entre ellos dos iba a estar unido y bendecido por la Diosa Luna, sin embargo sonreí y con mis dedos recorrí la tarjeta delicadamente.
—Es una invitación doble, debe ir acompañada y lo más cerca que puede estar del Rey Alfa es a 10 mesas de distancia.
—Pero ella dijo que...
—No me importa —dijo el hombre con su tono de Alfa, sin embargo me miro extrañado cuando no le expuse mi cuello en sumisión y recordé que debía al menos bajar la cabeza.
Me he tenido que acostar con muchos Alfas y algunos han intentado usar su tono de Alfa en mí, pero no funciona y se que se debe a que siempre he sido una renegada.
—Se lo haré saber, gracias señor.
—Sabes que no tienes que hacer esto, ¿verdad? Puedes ir al consejo.
—El consejo no va a salvar a mi madre, somos renegadas, sus leyes no funcionan con nosotros —dije con algo de rabia en mi voz, todos se creían superiores por estar bajo las leyes del consejo de ancianos y pertenecer a una manada, pero no lo eran, no son mejores que yo o mi mald¡ta prima.
—Siempre puedes pedir ayuda.
—¿A quién? —Continúe molesta—. ¿A todos los Alfas que me han tomado, aún sabiendo que es contra mi voluntad? —Reí con dolor—. No, no tengo a quien acudir, no tengo a quien pedirle ayuda y tampoco la necesito, solo necesito que prima atrape a ese Rey tuyo y de tus Alfas y me deje a mi y a mi madre en paz.
—Yo no...
—Tu arrepentimiento no me sirve, ya obtuve lo que ella quiere.
Tome mi maleta y la cargue sobre mis hombros y le di la espalda azotando la puerta con fuerza, tal vez para descargar mi ira.
Salí del hotel y le entregue la invitación a mi prima que esperaba por mi en una esquina, pero detuvo mis pasos enterrando sus perfectas uñas en mi brazo.
—¿Qué significa esto? —espeto molesta y con los dientes muy apretados.
—Es lo que querías.
—Quería entrar en ese fiesta y estar cerca al Rey, eso es basura.
—Entonces no vayas, eso fue todo lo que el Alfa con el que me obligaste a revolcarme logró conseguir.
Sentí como su mano abierta cayó sobre mi mejilla y el sabor de la sangre recorrió mis encías.
—Estúpida, eres tan inútil como tu madre. Esta invitación es para dos y por el protocolo real, no puedo llegar sola.
—Usa a algun amigo de esos con los que pasas noches y noches...
—Si quiero atrapar al rey, debo ir sola o con una mujer y yo no...
—No tienes amigas, porque eres una odiosa —dije con satisfacción, porque era la verdad.
—Iras conmigo, es tu deber —sentí como la sangre abandonaba mis mejillas y me enfurecí.
—No, debes estar bromeando, yo no...
—O vas o tu madre... —esa amenaza era suficiente para que yo aceptara.
Afirme con mi cabeza y le di la espalda, no quería verla más, quería una ducha y una tasa de té humeante, quería tallar mi cuerpo hasta que olvidara que había sido tomada a la fuerza y que nunca iba a poder ser amada por mi compañero destinado, cuando entre en la posada, le sonreí a la señora Miri y corrí hasta la parte trasera donde vivíamos los trabajadores, abrí el agua y me desnude si poder mirar mi cuerpo. Tome la ducha y volví a la recepción de la posada.
—Charlie — me detuvo la señora Miri cuando iba a la cocina.
Gire torpemente sobre mis talones, pero mi frete se golpeo contra un pecho duro y con un perfecto olor a limón, mezclado con algo de madera y pino.
Sentí que mi estomago hormigueaba, igual que mis manos y pies, caí de trasero y cuando levante mi rostro para pedir disculpas, ya no había nadie allí, pero la sensación no se iba de mi cuerpo.
—¿Qué te paso? —pregunto la señora Miri.
—Tropecé con alguien, pero no vi...
—¡Oh! —sonrío—. No era nadie, al menos nadie que nos importe.
—Tengo que ir a una fiesta, es mañana en la noche y no tengo un vestido.
—¿Una fiesta? ¿Tú? — pregunto demasiado incrédula y luego de su espalda, salió su pequeña sobrina, Amelia.
Chillo y levanto sus manos llena de emoción.
—¡Al fin podré vestirte y maquillarte!
—¡No, no, no!
—¡SÍ! ¡Es hora de que le mundo vea la belleza infinita que guardas bajo esa ropa ancha y rota.