3. LO QUE ME HACES SENTIR.

1470 Words
POV. CHARLIE. Una vez que llegamos, sentí las miradas de todos sobre mí, reconocí a algunos de los Betas y Alfas con los que Lizeth me obligo a dormir para llegar a este punto, al punto de estar sentada cerca del Rey Alfa. Un chico se acercó y me sonrío, intento poner sus manos en mi cintura, pero le toque hizo que yo gimiera de dolor, mis rodillas se doblaron y una lágrima casi arruina mi maquillaje. —¿Te sientes bien? —pregunto una omega que estaba repartiendo champaña. Extrañamente que ella me tocará no me dolió. De pronto el Alfa de BloodStone se acercó y puso su mano sobre mi hombro, pero aquello se sintió como si allí hubiera plata en lugar de su mano y no pude evitar gruñir y empujarlo con una fuerza que no conocía, pues cayó de trasero varios metros lejos y eso se sintió definitivamente bien. —¿Qué carajos pasa contigo? —Te lo dije —intente tomar aire, pero parecía que me faltaba—. Estoy enferma. —Pues más te vale que te comportes o voy a usar mi teléfono ahora mismo. Enterró sus uñas en mi brazo y me sentó en la mesa asignada a nosotras, tome una copa de champaña porque era lo único frío que había allí y ala bebí de golpe, luego otra y luego otra, mi cabeza se sentía demasiado pesada, dolía, mi pecho subía y bajaba, sentí una pequeña perla de sudor bajar por en medio de mi espalda y moví mi cuello buscando alivio. Escuchaba cosas, sentía cosas, pero parecía que estaba completamente desconectada. De pronto todo el lugar se quedo en silencio y aunque mi visión era algo borrosa, tal vez por la fiebre, por el dolor, pude ver al Beta y su compañera, se miraban con devoción, con amor, con complicidad y con algo que yo nunca iba a tener, apoyo. Mi pecho dolió, pero de una manera diferente, no era un dolor físico, era ese dolor que sientes cuando sabes que todo esta perdido, ese dolor que se siente como un salto al vacío y que llega hasta tu estomago. —Hoy estamos aquí para... —pero las palabras se quedaron en el aire, deje de escuchar, de pronto deje de razonar, mi mente se puso en blanco y mi loba saltó y gruño y se empujo, busque rápidamente la bebida que me dio la señora Miri y la bebí toda de golpe. El calor de pronto desapareció, pero fue solo por instantes, pues a mi nariz llego ese olor, ese perfecto olor. Limón, madera y pino. Moví mi cuello varáis veces, buscando consuelo, buscando aclarar mis pensamientos, pero sentía la humedad entre mis piernas, el ardor de mi piel, mis labios parecían estar en fuego vivo. Otra oleada de frío me recorrió y al fin lo pude entender, pude comprender lo que estaba pasando. Mi celo. Estaba teniendo mi celo. Mi respiración se volvió irregular, mis manos temblaban con más fuerza y mis lagrimas comenzaron a salir silenciosas. ¿Cómo podía estar sucediéndome esto? ¿Por qué si aún no tenía mi compañero destinado? De pronto me puse de pie, todos a mi alrededor estaba aplaudiendo y tropecé con un mesero, su bandeja se cayó al suelo y eso llamo la atención de todos sobre mí. —¿Qué haces? —Lizeth tiro de mi y me incline un poco. —Baño, nece-neceisto ir la baño —titubee. Ella sonrió y me soltó mientras miraba a su alrededor. Intentaba disimular su grosero comportamiento. Camine lentamente, pero en realidad sentía que estaba flotando, que mis piernas no eran mías y todo aquello sucedía mientras mi loba no dejaba de aullar, lo que me estaba causando una jaqueca desesperante. Limón, madera y pino. El olor se sentía cada vez más fuerte, mi piel y mi humedad eran cada vez más intensas. Si era mi compañero, definitivamente lo necesitaba para aliviar mi dolor, si era otra cosa, simplemente le rogaba a la Diosa Luna que me lo arrancara de raíz. Empuje la pesada puerta del baño y moje mis manos, luego mi cuello y deje caer un poco de agua sobre mi espalda, el frío me ayudo lo suficiente como para salir de allí y volver a mi mesa, pero tropecé con un olor que conocía bien, las arcadas llegaron rápidamente a mi y me sentí asqueada. —Pero si no es nadie menos que la putita de los renegados —dijo el Beta de BloodStone. —Deliciosa como siempre —dijo el Alfa. Ambos me tomaron por los brazos y sentí como mi piel ardió y dolió, estaba casi de rodillas, cuando las voces en mi cabeza se hicieron más intensas y puedo jurar que mi dolor lo estaba gritando alguien más, un hombre. —Por fa-favor —dije con lagrimas silenciosas por mi rostro—. Déjenme ir, saben que no quiero esto, nunca lo quise. —Pero nosotros sí y ahora lo queremos al tiempo —gruño cerca de mis labios y sentí aún más asco. Tiraron de mi pequeño cuerpo y yo sentí el dolor más agudo y fuerte que jamás había sentido en mi vida. Gimotee y gruñí, de algún modo pude lanzar al Beta lejos de mi y escuche como algo se rompía, pero la visión se ponía más y más borrosa. Sin embargo el Alfa me atrapo por la cintura entre sus brazos y no pude moverme muy bien, pelee tanto como pude porque el dolor era desgarrador para mí y luego el olor entro de nuevo por mi nariz, tan cerca, tan profundo que mi piel se calmó por un momento. —Suéltala —dijo el hombre al que no podía ver, yo estaba de rodillas. —Al-Alfa —yo no podía ver bien, pero era obvio que el otro hombre estaba usando su comando Alfa. Vi como el Alfa de BloodStone se iba corriendo y luego unas manos rodearon mi cintura, me levantaron y mi cuerpo por primera vez en dos noches y dos días se sintió bien, fresco, tranquilo. Sin embargo mi loba estaba más desesperada y alterada que nunca. "Es él" —dijo gimiendo. "N-no lo sabemos" —respondí cansada. Poco después me pusieron de pie en no se que lugar y un escalofrío ligero me recorrió, porque la persona que me sostenía me había soltado, pero aún así, ya podía ver mejor, pensar mejor, hablar mejor. —Lo siento —dije mirando la amplia espalda del hombre que me había ayudado. —Ellos son los que deberían avergonzarse. —No se que me sucede y yo solo quería sentir algo frío. —Toma —estiro su mano y busque sus ojos, pero rápidamente se giro. —Soy Charlie —dije suavemente mientras bebía el agua fría, pero al tiempo que el agua bajaba por mi garganta el calor subía por mis pies aún más fuerte, aún más ardiente. La humedad en medio de mis piernas era incontrolable. Sentí una sombra sobra mi y mire hacía arriba y vi sus preciosos y perfectos ojos azules, su pelo café perfectamente peinado, su camisa a la medida caía perfectamente sobre su musculoso cuerpo, los pantalones negros rodeaban esa cadera afilada y no pude evitar morderme el labio. Pero toda esa imagen de hombre perfecto se fue al caño, cuando derramo sobre mi cabeza una botella de champaña. La humillación me hizo retroceder, mi loba gimoteo y me abrace, sentí mis pezones ponerse duros y volví a buscar sus ojos, ahora eran negros y miraba la transparencia de mi vestido. —Vete —gruño y parecía tan adolorido como yo. —¿Qué? Yo no... —Vete por favor — dijo mientras llevaba su mano a su pecho y la otra a su cabeza. —¿Te sientes bien? — me acerque lentamente, porque podía ver el dolor en sus ojos negros y cuando puse mi mano sobre la suya, las chispas y el placer de un cosquilleo suave me invadieron. —¡Carajo! —rugió y tomo mis manos entre las suyas, me empujo contra una pared y pego su pecho al mío. Era la sensación más placentera y reconfortante que jamás había sentido, mi nariz fue directo a su pecho y nuevamente me llene de limón, madera y pino, sonreí levemente y sus labios fueron a mi cuello. Lo que ese hombre me hacía sentir era imposible de describir. "Compañero" —dijo al fin Kiara, mi loba. Abrí mis ojos por el pánico, el miedo, la sorpresa y la incertidumbre. Pero mis verdes se cruzaron con sus negros y de sus labios solo salió una palabra, una que no sabía que anhelaba tanto escuchar y una que lo cambio todo para mí. —Compañera — susurró y su boca devoró la mía.
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