POV. CHARLIE.
—¿Por qué?
—Por qué eres fuerte.
—Pero no quiero hacer esto, aquí se siente bien.
—Hija —su voz era firme, pero amable—, a veces en la vida no podemos hacer lo que queremos porque primero tenemos que cumplir con nuestro deber para luego poder hacer lo que queramos.
—Papá —susurré, pero sus manos acariciaron mi rostro y dejo un suave beso en la frente.
—Pequeña estrella, la Diosa Luna jamás pondría una tarea en tus manos que no puedas realizar, confía en ella.
—¿Y si fallo? ¿Y si le fallo a la Diosa Luna?
—No vas a fallar, porque no estarás sola, aunque sientas que así es.
—¡Charlie! ¡Charlie! —La voz de mi madre llamándome me hizo correr en dirección a un lago que brillaba con la luz del sol, sin embargo, cuando estoy por llegar a ella, alguien o algo me empuja con fuerza al agua y puedo sentir el frío en mi piel.
Me sacudo intentando salir del agua, pero parecía imposible, luego todo se puso negr0 y simplemente di un grito buscando aire y quede sentada sobre una cama que era una camilla, parpadee con rapidez intentando aclarar mi visión y me di cuenta que estaba en una habitación de hospital.
El sueño se sintió tan real al principio como al final, que pareció más bien una pesadilla.
—Despertaste —dijo Amelia y tomo mis manos.
—¿Qué haces aquí? Yo iba camino a...
—Aún no despierta, pero los médicos dicen que su recuperación será lenta, así que por ahora depende todo de su loba.
—Entiendo —guarde silencio e intente recordar lo que había pasado—. ¿Sabes que me paso?
—Te desmayaste y dicen que...
Amelia me estaba hablando cuando la puerta de la habitación se abrió de par en par, Damián estaba frente a mi con el pecho agitado y parecía angustiado, a su lado estaba el beta Ethan, Nina detrás de él y a un lado no muy lejos Lizeth, gruñí cuando la vi.
—¡Prima! —dijo y sacudí mi cabeza.
—¡¿Qué haces aquí?! —Amelia hablo con una fuerza tal que nos sorprendió a todos.
—Amelia, calma —le pedí en un susurró.
—¿Qué más vienes a pedirle a Charlie? ¿La sangre? ¿El alma? Eres un monstruo, vete de aquí —los ojos del Alfa iban de Amelia a Lizeth y se alejo de ella con cuidado.
Mi cabeza palpitaba y no quería pelear con nadie.
—Ame, por favor, no —gimoteé.
—No se que pasa contigo Amelia, pero exijo respeto con nuestra invitada, además es familiar de...
—Ella no es familia de nadie, ella es...
—¡Amelia! —demande con fuerza, apretando las sabanas y Amelia, junto a Lizeth cayeron de rodillas gimiendo ante mí, el beta Ethan y Nina estaban apenas sosteniéndose de la pared.
Mis ojos se abrieron con miedo y abrace mis piernas.
¿Qué estaba pasando?
Guarde silencio y cuando mi respiración se ralentizo, todos volvieron a enderezarse.
—Salgan —dijo el Alfa y lo obedecieron.
Tome la mano de Amelia y la intente consolar. Cerraron la puerta y el rodeo la camilla hasta quedar frente a mi.
—¿Estás bien?
—No necesito tus falsas preocupaciones.
—¿Qué sucede entre tu prima y tú?
—No es tu problema.
—Serás mi Luna, ahora es mi problema también.
—No te preocupes, no voy a manchar tu impecable imagen —soltó un bufido y sacudió su cabeza.
—Más te vale —escupió antes de irse sin decir nada más.
Cada vez era más evidente que yo no le importaba para nada y que solo me había usado para pasar su celo, solo me había usado como muchos otros ya lo habían hecho antes, mi pecho se volvió un nudo tan doloroso que solo pude abrazarme a mis piernas y darle la espalda a la puerta, no quería hablar con nadie y tampoco quería salir de ese lugar.
Deje que mis ojos descansaran un poco e intente no llorar más, un par de horas después entro una enfermera con comida, me enderece y ella sonrío dulcemente.
—Dicen que eres la compañera destinada de nuestro Rey Alfa —sonrío y yo respondí por cortesía.
—¿Qué es? —le pregunte mirando lo que traía entre las manos, para cambiar de tema sin se grosera.
La verdad es que solo quería rechazar al Rey, a su Rey.
—Es una sopa de verduras con algo de carne y puré, pero robe de la cocina un poco de gelatina para nuestra futura Luna —rio y yo amargamente trague el nudo, recibí la comida y me quede sola mientras veía como la noche caía.
¿Por qué aún no me iba?
¿De todos modos, a dónde iría?
Cuando termine fui al baño y me limpie por completo, tome una ducha, pues la pesadilla o sueño que había tenido, me habían dejado muy sudada, al salir había un médico, el mismo joven atractivo que me había ayudado. Le sonreí sin decir nada y el respondió igual.
—Aún no tenemos los resultados de tus exámenes de sangre.
—¿Exámenes?
—Sí, ya sabes para descartar —sonrío levemente y correspondí.
—Claro —me senté en la camilla y suspire—. ¿Me puedo ir?
—Me gustaría dejarte en observación un poco más —mordió el bolígrafo que tenía entre sus manos y reí.
—De acuerdo, será una noche larga.
—Espero que la habitación sea suficiente —parecía que quería decir algo más, pero no podía.
—Sí, al menos es más grande que el lugar en el que solía vivir y eso es suficiente para mí.
—¡OH! —pareció contrariado y finalmente se marcho.
Encendí la televisión sin encontrar nada que me agradará realmente para ver, pasar los canales se volvió una tarea monótona y aburrida, poco apoco las paredes de la habitación se hicieron más y más pequeñas, parecía que iban a caer sobre mí, sentí un sabor amargo en mi boca y me puse de pie, empecé a caminar en círculos como una animal enjaulado y estaba tan molesta que tome una almohada y grite en ella, pues no quería molestar a los demás pacientes. Pero eso no parecía suficiente. Camine hacía la ventana para intentar abrirla pero no pude así que la sacudí con fuerza y nada, empecé a sentir que el aire ya no llegaba a mis pulmones, mis manos empezaron a temblar y empuje una silla con los pies, más bien la patee y luego la camilla, las mesas, el televisor.
Yo había perdido el control por completo.
Gruñí y le pegue puños a las paredes, estaba cansada, aburrida, irritada, todo parecía estar en mi contra y no sabía que era mi vida.
—¡CHARLIE! ¡CHARLIE! ¡CHARLIE! ¡CHARLIE! —Escuchaba que alguien me llamaba y gritaba, pero yo estaba...
¿Cómo estaba?
Empezaron a hacer masajes en mi espalda y lentamente me fui calmando, las palmas de mis manos reposaron cruzadas sobre mis hombros y empecé a dar golpes suaves hasta que me calme y me di cuenta que ahora estaba sentada en una esquina de la habitación, mis ojos empezaron a recorrer el lugar y me di cuenta que había hecho un desastre, todo estaba muy roto, muy dañado y en algunas paredes habían huecos muy profundos.
Dos enfermeras estaban asustadas y no eran capaz de entrar a la habitación.
—Lo siento —les dije mientras me ponía de pie con cuidado.
—Charlie, ¿qué sucedió aquí? —Nina, era Nina la que me había traído de nuevo a la realidad.
—Tú... —me empecé a llenar de ira de nuevo—. Te conté todo lo que ella me hizo —mis ojos se llenaron de lagrimas y mi labio empezó a temblar—. Te lo conté todo y aún así, la trataste como si...
—¡Salgan! —les dijo a las mujeres y la puerta se cerro rápidamente.
—¡¿Qué?!
—Cálmate — dijo levantando una silla y sentándose en ella—. Controlar al Rey no fue fácil, Ethan se quedo allí con él.
—No me interesa.
—Lo sé, pero lo que hiciste aquí, lo hizo el en el castillo.
Mire a un lado y la verdad es que no m importo.
—¿Eres consciente de que tu conexión con el Alfa no es normal? Más que compañeros destinados, parecen... Almas gemelas, unidas y atadas por alguna fuerza que no logró entender.
—¿Qué quieres Nina? —mi pregunta pareció hacerla conectar con algo.
Sonrío y me miro, se puso de pie y se acercó y me abrazó.
—Sabía que me ibas a odiar, pero tenía que hacerlo, tenía que ganarme su confianza y ahora es momento de atacar.
—¿De qué hablas?
—Tu prima es realmente estúpida, solo tuve que decirle que me caías realmente mal y que no sabía que hacía una renegada tan ordinaria como tu en el castillo de nuestro amado Rey Alfa —rio y me sentó a su lado—. Vamos a hacer que caiga, que confiese, pero primero la voy a obligar a que me diga donde esta tu madre.
Mi pecho se calentó levemente y titubee para sonreír.
—Confía en mi Charlie, seré... una infiltrada y la vamos a destruir.