Pasaron unas horas para que Grace abriera sus ojos, todos estaban pendiente de ese momento, nadie quería esperar fuera de la habitación.
“¡Hola!” Dijo Grace con voz ronca.
Todos se levantaron del sofá y se acercaron a la camilla, George besó la frente de su hermana, mientras que Gilda y a James permanecieron tímidos.
“Nos alegra tanto que estés bien, nos pegaste un susto terrible”, dijo George, estaba realmente preocupado por su hermana.
“¡Gracias!”, Respondió con un poco de dificultad.
James se disponía a dejar su timidez y acercarse pero en ese mismo momento entró el doctor a la habitación.
“Veo que ya nuestra paciencia milagrosa despertó, nos alegra muchísimo que sea así”, dijo el doctor muy sonriente.
“Si usted lo dice doctor, le creo, me duele la herida”, dijo al quejarse un po
