Escuchando a las personas con las cuales trabajaba hablar alegremente tras haber ganado el caso, León revisó la hora en el reloj que rodeaba su muñeca y sus labios se torcieron en una mueca tan pronto como se percató de que se tardó más de lo que esperaba.
Chasqueando su lengua, observó a los demás.
—Lo siento, esta vez tendré que declinar, vayan a ustedes a celebrar —expresó y sin esperar realmente una respuesta, se alejó caminando por los pasillos del edificio en el cual se había llevado a cabo el juicio.
—Espera, ¿León? —llamó su amiga, pero aun así el alfa siguió con su camino.
Saliendo del edificio, se detuvo cuando una mano le sostuvo de su antebrazo y giró para observar a Daphne.
—¿Qué sucede? ¿Alguien se ha lastimado? ¿Es Taylor? —preguntó su amiga.
—¿Qué? No, Ty está bien —a
