Observando a Ansel abandonar el baño, León tuvo que tomarse unos minutos para poder calmar la tormenta que se desataba en su interior. El solo recordar la pequeña figura del omega y ese horrible hematoma cubriendo todo su costado, provocaba que ese instinto protector dentro de él rugiera con más fuerza que nunca. Ese hematoma no se había surgido por un simple accidente, fue dado con todo el propósito de lastimarlo. La persona que lo había golpeado, lo hizo utilizando toda su fuerza en ello, sin siquiera contenerse un poco a pesar de que Ansel era un omega. Maldita sea, el contorno de un puño había estado en el centro de esa dolorosa mezcla de colores y realmente temía que una de las costillas del omega se hubiera lastimado en el proceso. Pero Ansel había negado su ayuda, recordándole