Normal

1635 Words
Un fugaz vistazo al espejo mientras escribe una nota con las indicaciones para sus hijos y sale casi corriendo de su casa con un bolso pequeño y un abrigo en mano. Llega a la primera parada de autobús, el aire frío se cuela por los finos y algo desgastados hijos de algodón de su abrigo, lo que hace que ella se aferre más a él. ─buenos días... ─balbucea un hombre con actitud extraña acercándose a ella. Se ve extraña su actitud, pero ella evita demostrarlo, frunce el ceño, tensa la mandíbula, hace puño sus manos, y se aferra a su bolso, no trae muchas cosas de valor, pero cada cosa que tiene en su bolso le ha costado tener. Ha hecho mismo recorrido los últimos cinco años desde que llegó a la ciudad, y en todo este tiempo jamás había tenido esta sensación tan extraña y temerosa. ─buen día. ─responde tomando postura de ataque, intentando demostrar al tipo que se acerca que si intenta hacer algo dará pelea, aunque por dentro le aterra que este tipo haga el mínimo movimiento. No hay nadie cerca, es demasiado temprano, apenas, una persona del otro lado de la calle tirando de un pequeño triciclo. A lo lejos se puede ver un autobús, ella ruega para sus adentros que sea la línea que ella espera, de no serlo estará en problemas, el tipo empieza a dar un paso más a ella, ella se mantiene firme intentado demostrar que no le tiene miedo. Un paso más, y ella decide dar un paso más también, su coraza de valentía empieza a caer, pero la refuerza con una mirada fulminante al tipo, entonces el tipo se detiene al ver que el autobús se acerca. Ni siquiera es el que ella esperaba, pero lo toma, ella suplica a sus adentros que no se suba, pero su sangre se congela al ver que sin importar s súplicas, el tipo extraño también lo ha hecho. "¡Mierda! esto ya empieza a ser tenebroso. ─piensa mientras ve un asiento y las puertas. El tipo se sienta solo un par de asientos tras ella. Se supone que debería salir por la puerta de atrás, misma que está junto al tipo que la acosa. Dos paradas más adelante llegan a la parte céntrica de la ciudad, pese a que esto le haría llegar tarde a su trabajo, mira de reojo disimuladamente al tipo, mientras arregla su cabello, pero en cuanto el bus se detiene y abre sus puertas ella sale corriendo por la puerta delantera y se baja del autobús a toda prisa. Mira directamente al asiento donde estaba el tipo y está vacío, mira rápidamente a las puertas, y el tipo está presionando con fuerza el botón de parada que está dentro del autobús. Ella no pierde el tiempo y cruza la calle, hacer ese recorrido diario, le ayuda para poder saber a dónde y a qué hora estará el autobús que necesita para ir a su trabajo, así que corre mientras sortea su vida por las calles con los autos, hasta llegar a su parada correcta. Tan pronto como llega a su parada logra ver al tipo muy enojado acercándose a su parada. El autobús llega y ella sube justo antes de que se cierren las puertas, y emprende la marcha. Por fin sabiéndose a salvo, suelta un suspiro, y su corazón vuelve a latir. ─Buen dia. ─le dice al chófer al cancelar su pasaje. ─¿está bien? ─pregunta el chofer al ver su rostro en dos ocasiones. ─¿porque? ─pregunta ella sorprendida por la pregunta mientras ella mira a todos lados esperando no ver más al tipo. ─se ve mal, ¿está enferma? ─mira en las mismas direcciones que ella ve. ─siéntese aquí cerca, no dude en avisarme si algo pasa. ─dice señalando el asiento de lado de él. El autobús está apenas con cuatro personas, pero los cuatro son hombres, lo que hace que la propuesta del chófer no suene tan mal. Ella no deja de repetir su rutina una y otra vez en su memoria, ¿que hizo mal?, ¿qué hizo diferente?, ¿que fue eso que cambió hoy para que pasara todo eso?, ¿había visto antes al tipo?, ¿la había seguido y no lo había notado?, ¿qué? Se sienta junto al chofer y no dice nada, ella ya está en modo alerta. ─¿qué, la venían siguiendo?. ─pregunta el chófer sin dejar de ver la carretera, ella no dice nada, solo asiente sin dejar de mirar al frente. ─esta peligroso todo ahorita. Lo bueno es que a esta hora hay bastante gente, imagínese más temprano. Afortunadamente el chofer resulta ser una buena persona, y no hace nada más que llevarla a su parada al ver que ella no hace más que asentir o negar. ─Gracias. ─dice bajando del autobús al asentir. Al bajar está vez mira a todos lados, se aferra a su bolso, y camina de prisa. Al llegar el local en el que trabaja está cerrado, mira al cielo y suspira con alivio. Da gracias al cielo de que no lo hayan abierto aún, al levantar la mirada ve como su jefa llega corriendo con una sonrisa de oreja a oreja, con el cabello destilando agua, con pantuflas y tendiendo su manos con las llaves. ─Se me hizo tardísimo ─dice acercándose a zancadas entre risas. ─Me imagino. ─sonríe para disimular el susto que ha pasado. El día transcurre con normalidad después de eso, su teléfono suena, la alarma que ha programado hace dar pequeños brincos a su teléfono en el estante alto del lugar. ─Hazlo, yo cierro. Después de todo, yo llegué tarde. ─sonríe su jefa señalando su teléfono. Sale corriendo del lugar mientras llama por teléfono. ─Un taxi por favor. ─Dice al teléfono. ─Ya está hecho. ─dice y termina la llamada, pero vuelve a marcar de nuevo. ─Espero que ya estén listos, el taxi pasará por ustedes. ─una pausa con una sonrisa. ─bien, no tardó. ─se sube al ver el número del taxi. ─¿Corriendo? ─pregunta el conductor. ─¡¡Hola!! ─sonrie al reconocerlo. ─Si, como siempre... El hombre empieza a comentar sobre su día, la política y algo de lo alto que están los precios hoy en día, mientras ella solo mira su teléfono, uno que otro comentario mientras ve la hora. Faltan solo diez minutos para ser la una de la tarde. A lo lejos puede ver a sus pequeños en la puerta. ─Como relojes... ─bromea el ver que ella saca la cabeza con la mano por la ventana. ─siempre... ─musita. Tan pronto los niños ven a su madre, se apresuran a salir y cerrar la puerta. ─¿que comieron? ─pregunta en cuanto sube el más pequeño. ─Buenas tardes señor, hola mami. ─dice con una sonrisa. ─Comimos, sopa de fideo con queso. ─dice sentándose en medio. Rasca su nariz y acomoda su cabello. ─buenas tardes. ─saluda el preadolescente. ─mami, mi ñaña no hizo el jugo. ─la acusa y la preadolescente más grande le da un mantón en su cabeza. ─Buenas tardes. ─dice en general. ─mami, tiene que darme dos dólares para una hojas, y el enano no quiso comer todo, pero en la merienda, yo me encargo. ─dice fulminando al más pequeño. ─¿todos tienen sus tareas? ─pregunta mirando por el espejo retrovisor. ─no quiero quejas... ─dice fulminando con la mirada al varón preadolescente. ─Si mami. ─dice con una sonrisa fingida. ─Mi amor, sabes que no lo digo por maldad, pero sabes lo que pasa si mientes... ─sonrie igual que su hijo. ─Si mamita ─sonríe ahora de manera genuina. No les toma más de un par de minutos llegar al instituto, los niños bajan igual de rápido que ella, donde los despide con un beso y un fuerte abrazo antes de verlos cruzar la puerta. ─Paso por ustedes, ya saben... ─grita subiendo al taxi de regreso. ─¿dónde siempre? ─pregunta el taxista y está asiente. Su teléfono suena un par de veces, pero el tiempo corre y ella lo da por olvidado. Al llegar a una parada específica, sale corriendo del taxi hasta llegar a un mercado. ─Justo a tiempo. ─sonríe otra chica que llega al mismo tiempo que ella, pero del lado contrario. ─Como siempre. ─sonríe ella tomando un delantal y se lo coloca, marca su entrada y llega a pasa por la cocina para llegar al frente del restaurante. Camina por el lugar tomando los platos, limpiando mesas, unas personas llegan y su otra compañera llega a atenderlos. El lugar es grande, un par de chicas se van, al ver a las chicas que acaban de entrar. Su teléfono vuelve a sonar, pero la tarde es muy movida, así que decide ignorarlas de nuevo. Corre por todos lados del lugar, sirve, recoge, sirve, limpia, adorna y toma órdenes por seis horas, hasta que la alarma suena. ─Me voy. ─camina a la salida y se quita el delantal. Marca y da un pequeño vistazo a su teléfono, tiene varias notificaciones de la plataforma en la que escribe libros hace más de tres años, ha esperado por su p**o así que le da un vistazo algo más largo, pero tiene tres mensajes que no puede leer en ese momento porque están en inglés, y no sabe mucho del idioma. Continúa con lo suyo, toma un autobús y la deja justo en la puerta de la institución de sus hijos, toma un taxi de regreso a casa y tras una plática en el camino ─No me esperen despierta, y se lavan los dientes antes de acostarse. ─espeta viendo cómo cierran la puerta. Tan pronto ve la puerta cerrada corre a tomar el autobús, llega justamente antes de que cierren la puerta de entrada del instituto, da un suspiro de alivio al por fin saberse dentro.
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