De vuelta a la irrealidad

Para Ángeles es extraño restablecer su vida, volver a la “normalidad” luego de experimentar un cambio radical en un corto tiempo. Tampoco será fácil hacerlo cuando el motivo de ese cambio ya no es parte de él. Todo se complica, se torna gris y la empuja a un vacío. Lucha por salir a la superficie pero algo la arrastra hasta el fondo, a tal punto, que dice: “¿Sabes qué? ya no más, hasta aquí permito que me sigas hundiendo. Debo salir, te guste o no, así lo haré.” Acepta que nada le regresará la felicidad que había perdido, y eso era bueno para ella porque aprenderá a vivir con su ausencia.   A pesar de que su madre intentó constantemente reanimar el estado de ánimo de su hija, no vio resultados, era como si Ángeles se hubiese apagado y ahora fuese una persona neutra, indiferente o sin sentimiento alguno. Las pocas personas en las que ella confiaba intentaron, de alguna manera, ayudarla a ser quien era o al menos que recuperara una parte su alegría y buen humor que siempre había tenido. Nada dio resultado.   Ángeles, deberá tomar varias decisiones que le ayudarán a tomar una medida definitiva que dejará a todos desconcertados, pero que será lo mejor para ella. Gregorio será quién la ayude a tomar la iniciativa y Richard no aceptará que ella se aleje de él sin antes permitirle hacer un último intento.   Al final, ella se alejará de su familia sintiendo un vacío, se irá lejos para reencontrase con ella misma. Durante su viaje, ella sentirá que se desprende de un hilo, ese hilo rojo que entrelaza las almas y que te conecta eternamente a esa otra mitad que, no importa cuánto vaya y vuelva, siempre estará para ti… En ésta vida y en la siguiente. Sin poder evitar sentirse triste por alejarse de su madre. Sentirá que algo se desgarra dentro de su ser, que la desangra por dentro y que esa herida tardará en sanar. Pero siempre lo había dicho, “cuando las cosas suceden, es por algo” y ese algo era lo mejor que le podía pasar en ese momento, tal vez ahora si olvidaría todo.