Prendí la luz de mi mesita de noche y corrí las mantas de la cama hacia un lado de un solo movimiento, me senté en la cama para ver que ocurría, pero al ver sangre todo se volvió oscuridad.
Un sollozo me trajo de vuelta a la realidad, tenía frío y algo tirante me molestaba en el brazo derecho, a la vez que mi mano izquierda estaba atrapada en un par de manos más grandes y más cálidas.
—¿Thom?— mi voz a penas se escucho en la enorme habitación.
—Amor, tranquila, llamaré a la enfermera.
Mientras Thomas iba en busca de dicha enfermera, analicé mi entorno y traté de sentarme en la cama, pero algo me quemaba en el vientre, grité del dolor, y Sentí que brazos me volvían a acostar mientras me pedían que no me moviera. Cerré los ojos y traté de quedarme lo más quieta posible tendida ahí, hasta
