Lluvia Ácida

2118 Words
Pasado de Eloisa. Hoy es el primer día de vacaciones. Le envié un mensaje esta mañana a mi Tomto para que fuéramos a Fantasilandia, pero insistió en que fuéramos a nuestro lugar de siempre y después fueramos a comer. Me gusta nuestro lugar, y se por que no quiere ir a las atracciones. Vacaciones, es igual a niños y familias completas abarrotadas en lugares de ese tipo. Odia los tumultos de personas mucho mas que yo. Pero el calor y los juegos de agua me eran muy tentadores... Me puse unos shorts y mi polera rasgada de a7x, mis vans y una pañoleta en el pelo a modo de cintillo. Con el calor que hacía me derretía con solo pensar en pantalones. Guarde mi billetera, las llaves, mi celular y una botella de agua en mi bolso. Tomé mi mp3 con los audifonos colgando y salí casi corriendo. No quería estar en casa para la hora en que llegara Antonia del trabajo. Antonella, era mi madrastra. Antonia era su nombre real y el que mas me gustaba usar con ella. Odiaba que la llamaran así; según ella, sentía que vendía pescados en la feria. La muy ridicula creia que por poner un "..ella" al final de su nombre se sentiría más cercana a la Realeza. Antonia siempre buscaba excusas para que mi padre se enfadara conmigo o para evitar que saliera con Thomas. Sobre todo, porque esperaba que Thomas se fijará en su hija Nadia o Nadie como me gustaba llamarla. Nadie solía espiar entre mis cosas, inventar cosas sobre mi o culparme de sus crímenes. Así que me apure en salir antes de que despertara. Puse "Dear Prudence" de Siouxsie and the Banshees en el Mp3 para alegrarme el viaje mientras caminaba hasta la estación de metro Cumming. Hoy me sentía feliz, culpe de mi felicidad al término de la secundaria; jamás he sido fanática del sol, pero hoy en particular, me encantaba el sol sobre Santiago; los edificios proporcionaban la suficiente sombra para mantenerme fresca y no quemarme. Al llegar al metro encontré a Thomas apoyado en las barandas junto a las escaleras. Lucia un corte de pelo reciente y se habia afeitado esta mañana; Usaba una camisa negra con los brazos arremangados y el cuello abierto. Y de su pantalón de jeans negros colgaba una cadena al costado. A mi parecer se veia guapo. —¡¿Que haces aquí...!?— me saqué los audifonos y lo salude alegre por la sorpresa mientras inhalaba su aroma fresco al abrazarlo — ¿no nos veríamos en el parque?— volvía a preguntar mientras aún analizaba su nuevo perfume en mi mente después de soltarlo. Thomas se inclinó para recoger un bolso del suelo, tomó mi mano y me condujo por las escaleras. —estaba ansioso por verte —contestó sonriendo. Cuando llegamos a las ruinas del parque, Thomas abrió el bolso en el suelo, y de él sacó una manta de cuadros en colores purpuras con líneas rojas. La extendió en el pasto y me invitó a sentarme con él en ella. Me senté junto a él y apoye mis manos en el pasto a mis costados para observar como sacaba diferentes "manjares y brebajes"del bolso "para nuestro deleite" como solía decir él cuando cocinabamos. –Así que hoy será.. ¡Piiicniiic...!— comenté sonriendo.— ¿Por qué no me dijiste?, hubiera preparado algo rico antes de venir. Thomas solo sonrió mientras se sacudía las manos y se acomodaba para recostrar su larga espalda sobre mis piernas aún dobladas; besé su cabeza que ya estaba a la altura de mi boca y pasé una mano por su pelo mientras sostenia nuestro peso en la otra. —Elli...— dijo mientras se levantaba lentamente para sentarse frente a frente. —¿hmm..?—respondí de manera suave a la par que alzaba las cejas y acariciaba su rostro gentilmente con mis dedos. Sacó su celular del bolsillo y busco en su playlist una canción. — hay una canción que siempre me hace pensar en ti...— dijo suavemente con la cabeza aún viendo su pantalla— .. me hace pensar en nosotros, y en un futuro juntos. Comenzó a sonar "Acid Rain" de Avenged Sevenfold por los parlantes de su celular. Se perfectamente que canción era. No sólo por el hecho de mi fanatismo por la banda, si no, porque me hacía pensar justamente lo mismo. Sonreí para el cuando tomó mis manos entre las de él. —Se que somos jóvenes aún,...y que probablemente no sea tan próximo como quisiera. Pero...—saco una de sus manos con las que sostenia las mías para meterlas dentro del bolsillo de su pantalón. —Eloisa Rivera..¿ Me darías el honor de ser tu Esposo?— preguntó nervioso mientras sacaba un anillo de plata con una piedra negra en el medio. Inhale profundo y contuve el aire para responder sin tartamudear. Me levanté sobre mis rodillas y me avalance a él en un abrazó. Me aparté rápidamente para tomar su rostro entre mis manos y viéndolo a los ojos le contesté de la única forma que se que entendería lo que estaba sintiendo. — Siempre serás mi corazón, ni siquiera las estrellas duran tanto como mi amor por ti. Si quiero ser tu esposa.— contesté citando a la misma canción de fondo. Me dio un cálido beso. Y colocó en mi mano derecha el anillo que había elegido para mí. El día maravilloso que había tenido se transformó inmediatamente al cruzar el umbral de la puerta de mi casa. No habia sacado la llave de la cerradura aún, cuando la bruja esperaba junto a la indefensa de Nadie para acusarme de robo. —¡¿Se puede saber donde estuviste todo el día?! — gritó Antonia fingiendo ser una madre preocupada. —Elli, ¿donde estuviste todo el día?,te llamé pero no contestabas el celular —hablo mi padre suavemente mientras abrazaba mi hombro para guiarme hasta el sillón. —papá, salí con Thomas.. — contesté suavemente mirando solo a mi padre. — Ahora que tu padre te da permiso de salir con ese muchacho, ¡¿Crees que puedes salir a revolcarse con él cuando se te plazca?!— me gritaba agitando uno de los brazos mientras abrazaba firmemente a su hija con el otro. — déjame hablar con mi hija, ¡poorr faaavoor! — le respondió mi padre arrastrando las últimas dos palabras para remarcarlas. —eres muy blando con ella —le dijo acercándose a nosotros y dejando atrás a su hija protegiéndola de algún posible peligro. —¡¡Me dirás ahora mismo donde está el dinero que había en mi cartera esta mañana!!— dijo mientras me agarraba de mi barbilla bruscamente, enterrando sus pezuñas en mi piel. —¡QUIEN TE CREES PARA TRATARME ASI!— exploté mientras me deshacía de su agarre y me paraba del sillón para ir a mi habitación. —¿Por qué no le preguntas a la cleptomana de tu hija?— le respondí al pie de la escalera. Antonia intento seguirme pero mi padre la tomó por el brazo.— yo hablaré con ella, ve a la cocina con Nadia por favor.— escuché decir a mi padre. Subí las escaleras pera encontrar la puerta de mi habitación abierta y mis cosas regadas por el suelo. Mi padre que estaba detrás de mi, no dijo nada cuando me giré para verlo a la cara y pedir una explicación de lo que veía. Entré en mi habitación y comencé a recoger un par de cosas del suelo y me senté en una cama deshecha. —Eloisa, si necesitabas dinero o querías comprar algo debiste decirme. No tienes cinco años para sacarle dinero de la cartera a tu madre...— se sentó a mi lado diciendo. Me levanté de un brinco, mientras sentia arder mi cara y mis manos. Como era posible que mi padre no confiara o no me conociera en lo más mínimo. Pero lo que más me enfurecia... era que llamara "mi madre" a esa bestia asquerosa. —¡¡ LARGATE!!.. ¡¡ESE ADEFESIO NO ES MI MADRE.. NO LE LLEGA NI A LOS ZAPATOS A LA MARAVILLOSA MUJER QUE ME PARIÓ!!, ¡¡LARGATE!! —grité señalando a la puerta aún abierta. Mientras más hablaba, más roja se volvía mi visión, tiritaba de la rabia pero seguí descargandome: — no me molesta que no me creas, nunca lo haces....olvídate de que tienes una hija, porque esas perras valen más para ti. Me giré para buscar mi mochila de viaje que debía estar colgada junto al ropero. Ya habia tomado una decisión, bastante había soportado a esa "familia". —¡Eloisa!, más respeto. Soy tu padre.. esta bien que no te agrade Antonella pero ella siempre se ha preocupado por ti.. Continúe guardando lo esencial en mi mochila mientras veia a Nadia acercarse en silencio al borde de mi puerta para ver lo que sucedia. Saque de mi bolso lo que llevaba para colocarlos en un banano. Levante un dedo para apuntar al hombre frente a mi -Tú, te vas a quedar solo como un perro. Porque esas plastas te van a terminar mordiendo la mano. Salí con las llaves en la mano derecha estrategicamente. Y con ella alcance a tome del pelo a Nadie antes de que escapara; la arrastre escaleras abajo mientras ella trataba de safarse a manotazos limpio y guardando de no caerse por los escalones. — ¡a donde vas ahora!, ¡suelta a tu hermana por el amor de Dios!— reclamaba mi padre siguiéndonos el paso. Lance a Nadie al piso frente a su madre que venía en su rescate. Y le tiré las llaves a la cara a Antonia. Deseaba romperle una silla en la cabeza pero seguro me denunciaría. Prefería descargarme solo con su engendro. Tiré de la puerta, ignorando los gritos en el fondo. Caminé pensando en lo que debí haber hecho o haber dicho antes de irme. Sin querer llegué a la plaza Brasil.. me senté en una banca y decidí llamar a Thomas. Lo llamé tres veces esperando una respuesta diferente a la voz enviándome a buzón del otro lado de la linea. Llamé a Andrea para pedirle ayuda pero tampoco hubo respuesta. Miré la hora, aún es temprano pensé y me levante para dirigirme a la estación de metro más cercana. Cuando llegue al terminal de buses aún no había elegido un destino. Caminé entre los andenes y las casetas buscando alguna ciudad que me llamara la atención entre los carteles. —¿Puerto montt?— preguntó un hombre acercándose a mi con un montón de papeles a los que le colgaban hilos. —¿A que hora sale?— pregunté mientras veía el letrero luminoso sobre el parabrisas. El miró su reloj y contestó—ahora en..unos... diez minutos. Asentí con la cabeza. Intenté llamar de nuevo a Thomas; deseaba su compañía en estos momentos o por mínimo escuchar su voz, pero esta vez su celular estaba apagado. Me desesperé al escuchar la voz diciendo que estaba fuera de servicio. No tenía a quien recurrir, ni donde llegar. Ni siquiera conocía a la familia de mi padre y mi madre era hija única; mis abuelos maternos habían muerto mucho antes de mi nacimiento. Ademas de eso, yo no era de muchos amigos. Caminé de nuevo hasta las casetas mientras marcaba una última vez , esta vez a Andrea. Sonó varias veces pero terminé escuchando nuevamente que me enviaban a buzón de voz. Saque de mi mochila mi libreta de dibujos y busque algún lugar de mi lista. Seria bueno comenzar en un lugar de los que ansiaba conocer. Los recorrí uno a uno, analizando mi presupuesto y si llegaría de día o de noche, Al final, elegí Pucón. Mi madre me había contado de el; ella había nacido en Villarrica, pero se mudó junto a sus padres a los pocos años a Pucón. Ahí vivió hasta que se casó con mi padre y buscaron su propio lugar soñado. Recorri el lugar por una agencia que llegara hasta allá, compré un pasaje y pregunté a que hora llegaría. —A las Seis de la mañana ... más o menos— me contestó una joven con ojeras que dejaban claro de lo cansada que estaba, y para enfatizar en ello su peinado, que habría sido una linda trenza Maria. Ahora lucia muchos cabellos sueltos. —Gracias — contesté con una sonrisa amable mientras tomaba mi boleto y me dirigía al andén. Ya tenia donde dormir, al menos por esta noche pensé aliviada, ya mañana podría hablar con Thomas y contarle todo.
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