—Como eres, seguramente te perderías en la ciudad y no darías para encontrar la universidad —regañó Bruno a su hermana—. No vuelvas a hacer eso. Mis papás quieren que te vayas el viernes cuando acaben las clases, ¿entendiste?
—Sí —se limitó a contestar.
Curiosamente, Violet se sentía más callada de lo normal. Sabía que era lo mejor cuando Bruno quería jugar su papel de hermano mayor. A veces notaba que le gustaba regañarla, sentir que tenía control sobre ella.
Era algo que notaba que todos los que la rodeaban hacían. La regañaban, le explicaban cómo funcionaba la vida y la hacían sentir como una niña pequeña.
La reducían a una mentalidad donde ella no podía pasar un límite que le imponían. Y eso de cierta forma estaba bien, porque ella lo aceptaba; sabía vivir con ello, lo hizo tod
