Primeras impresiones

2423 Words
Afortunadamente, Gabriel se concentró en desarrollar las ecuaciones de los problemas y así Violet tuvo más tranquilidad de anotar en la hoja de respuestas las cifras que más se acercaban a lo que le salía en la calculadora. Si aparecía un trescientos y en la hoja había un 3,5 ella anotaba ese, ¿que cómo llegaba a esa conclusión? Pues la respuesta comenzaba con el número tres. Por momentos le entraba ganas de reírse por la empanada que estaba haciendo en esa hoja de respuesta, pero se aguantaba para que Gabriel no volteara a mirarla. A mitad de hora, se dio cuenta que él ya estaba acabando, y a ella ya le había aparecido la primera ecuación con la respuesta en la calculadora de “Syntax Error” y tuvo que apagarla, para después voltear a ver al muchacho y preguntarse si él también vio lo que apareció en la calculadora. Algo le decía que las únicas respuestas buenas que saldrían en el examen serían las de Gabriel. El muchacho hasta resolvía las ecuaciones sin calculadora, todo lo hacía a memoria y se notaba muy decisivo con las respuestas que daba, de hecho, hacía esto: R/ El resultado final es… porque, según la ecuación…. Por ende, el resultado es… Tenía una letra cursiva muy hermosa y fluida. Violet llevaba quince minutos de haber terminado de responder las preguntas; es común si las respuestas las tomas a la de Dios: que se haga la voluntad del que está en el cielo. No le quedaba ganas de revisar las respuestas porque sabía que terminaría cambiándolas todas por la duda. Faltaba veinte minutos para que acabara el examen y Gabriel estaba revisando sus respuestas una por una. Fruncía el entrecejo cuando lo hacía, tornando todo el rostro en una expresión seria. Entonces, cuando acabó, volteó a verla y después bajó la mirada a la hoja de respuesta. —¿Por qué un número fraccionario en el punto uno? —preguntó y tomó la hoja de respuesta para revisarla. —Ah… es que… bueno, eso fue lo que me dio. —La voz de Violet poco a poco descendía, hasta terminar algo temblorosa. Gabriel relamió sus labios y revisó el problema. Entonces, pasó lo peor: apoyó la hoja en la mesa y borró la respuesta de Violet, para después encerrar con el lápiz la última opción. —Este punto tiene relación con el punto seis, es el mismo problema, la opción correcta es esta. No es un número fraccionario. Ella ni sabía de lo que hablaba, lo único que quería era que se acabara el examen y poder marcharse a su habitación para llorar en silencio. Después de eso, Gabriel revisó todas las respuestas de Violet, la única que no salió mala fue el punto tres, y eso, porque la chica sí logró entender ese tema y supo resolver el problema. Así que pudo rescatar un poco su dignidad y explicarle cómo llegó a esa respuesta. Si veía el lado bueno, podría tener un buen resultado en el examen gracias al chico y así poder rescatar un poco su nota final. Tal vez y no reprobaba. Cuando entregaron el examen, Violet guardó todas sus cosas en el bolso y salió casi que corriendo del salón de clases. Tenía las lágrimas quemándole en las comisuras de los ojos y mordía su labio inferior con fuerza, pensando una y otra vez en lo patética y bruta que era. Literalmente Gabriel revisó en diez minutos todos sus ejercicios y los corrigió con semejante facilidad, rayando en la burla porque ella no había podido resolver algo tan fácil. Bueno, él no se burló de ella, pero lo sintió así. Tal vez y sí era cierto que él era un chico genio, porque llegaba a las respuestas tan rápido que muchas veces quedó con los ojos bien abiertos al verlo pensar en voz alta. Todo ese tiempo estuvo explicándole cómo se desarrollaban los problemas, pero Violet estaba segurísima que él solo hablaba consigo mismo. Esperaba no volver a sentarse al lado de él en la clase nunca más. Cuando entró en su habitación, agradeció que Teresa no estuviera allí. Tiró el bolso sobre su cama y después se sentó en un bordillo, para después dejar salir el llanto. Comenzó a limpiar las lágrimas de sus mejillas y notó que había tinta negra en su rostro. Rápidamente corrió hasta el escritorio, donde había un pequeño espejo de mesa, lo tomó y observó su rostro. Tenía tinta negra en la punta de la nariz. Su mentón comenzó a temblar y soltó el llanto con fuerza. Se dejó caer sobre la silla del escritorio y lloró tan fuerte como lo haría una niña pequeña. No le gustaba la vida universitaria. No le gustaba en absoluto su patética vida. Todo esto le quedaba demasiado grande: estaba más que segura que no podría terminar el primer semestre del año. .   . . —Mi mamá me llamó anoche —anunció Bruno a mitad del almuerzo—. Me dijo que te estuvo llamando, ¿por qué no le respondiste? Violet si a lo mucho había tocado su almuerzo. No le gustaban las arvejas, le parecían que eran desagradables, sobre todo las que preparaban en la universidad, le parecía que quedaban algo crudas. Le sorprendía la capacidad de adaptación que tenía su hermano, las comía sin ningún problema. —Se me había apagado el celular anoche —respondió con tono algo aburrido. Con ellos estaba Mariana, siempre almorzaban juntos en la cafetería central de la universidad. La UCC tenía tres cafeterías enormes y a ellos les gustaba la que quedaba cerca al lago porque era mucho más tranquilo. Pero Violet estaba segura que ella nunca comería sola allí, porque le parecía que tenía mucha gente alrededor. —Debes llamarla hoy, sabes cómo se pone cuando no puede hablar contigo —ordenó Bruno con el típico tono que usan los hermanos mayores cuando ordenan algo a sus hermanos menores. —¿Te has visto con Gael? —preguntó Mariana con cierto entusiasmo a Violet. El joven alzó la mirada de su plato y observó con curiosidad a su hermanita. —¿Quién es Gael? —indagó. —Gael es su enamorado —cuchicheó Mariana. Violet se ruborizó al ver que su hermano la veía con rostro confundido y escéptico. —Eso no es cierto —regañó la chica—. Solamente es un conocido de la biblioteca. —Un conocido que te paga las cosas —recordó su prima mientras respingaba las cejas. —¿Te está pagando cosas? —indagó Bruno con cierto tono de reproche. —¡No es así! —replicó Violet y se acomodó en su puesto, incómoda—. Mariana lo ha deformado todo. —Su prima comenzó a carcajear burlonamente—. Él me ayudó sacando el carnet en la biblioteca y ya, me pagó el papeleo, nada más. Lo hizo como ayuda, seguramente por lástima. —Gusta de ti, esa es la verdad. —Mariana volvió a comer de su plato con cierta satisfacción. Mientras, Bruno se veía un tanto serio y pensativo. —Ten cuidado, hay muchos alumnos que les gusta aprovecharse de las chicas de primer semestre. —Lo sé —musitó la joven y volvió la mirada a su plato. . . . Después de su segunda clase del día, se pasó por la biblioteca para leer un poco. Sabía que sería más cómodo leer en su habitación, pero quería ver a Gael y agradecerle por su ayuda, así que se dirigió hasta la mesa cerca de la ventana. Fue lo único agradable del día: Gael estaba allí. Esta vez tenía varios libros sobre la mesa, apilados uno sobre otro y se notaba muy concentrado en su lectura. Esta vez no estaba sentado en el puesto que a Violet le gustaba ocupar, sino que estaba al lado de este. Así que, la joven se sentó al lado de la ventana. Cuando Gael sintió la presencia de la joven, alzó la mirada del libro y volteó a verla. —Violet, ahí estás, pareces un relojito —comentó con una leve sonrisa amable. —Es mi punto de estudio —notificó. —Pero ya tienes el carnet. —Sí, pero me gusta estudiar aquí. —Me imagino. —Gael volvió la mirada al libro que leía. Estuvieron leyendo sus libros por un rato, hasta que Gael se levantó y tomó tres libros de la mesa. —Bueno, esto es lo que necesitaré —musitó. Violet alzó la mirada hasta el joven. —¿Ya te vas? El joven acentuó con un leve movimiento de cabeza. Entonces ella se levantó de su puesto sin saber cómo comentarle su intención de hablar con él. —Vamos —se anticipó Gael. A Violet le comenzaba a gustar que Gael lograba entender lo que ella quería y de cierta forma la comprendía para que no se sintiera incómoda. Salieron de la biblioteca después de pasar por la recepción y de cierta forma Violet sentía que estaba al lado de un amigo. —¿Quieres que tomemos algo? —preguntó ella con todo el rostro casi rojizo. Gael sonrió con ternura. —¿Vas a invitar? —Bueno, quiero agradecerte por… lo de ayer. —Lo de ayer no fue nada. —¡Para mí sí! —Su voz sonó más alta de lo que quería. —Está bien, vamos a la cafetería —aceptó. Mientras caminaban, Violet sentía que saltaba de la alegría internamente. Aunque intentaba mostrarse natural y no pensar que Gael gustaba de ella, por dentro le ilusionaba la idea de que sí. Llegaron hasta uno de los pequeños kioscos cerca del lago y Violet compró dos jugos de mora con panecillos. En todo momento, Gael la veía de forma divertida, ella no entendía el por qué, pero le gustaba que no se sintiera nada incómodo. Se sentaron alrededor de una de las mesitas metálicas estilo antiguo y merendaron con tranquilidad. —¿Y entonces estudias psicología? —preguntó Gael con un poco de panecillo de queso en la boca. Ella se sorprendió un tanto por lo que acababa de decir, porque sonó más a afirmación que a pregunta. —Sí, ¿cómo lo sabes? —Se dio cuenta al instante en que era una pregunta tonta, porque era bastante evidente. —Siempre estás leyendo libros de psicología —respondió con tono obvio y algo risueño. Violet respingó las cejas, fingiendo sorpresa y dibujó una leve sonrisa en los labios, pero después la esfumó, para volver al rostro casi neutral que la mayoría del tiempo llevaba. —Sí, estudio psicología —aceptó. —¿Por qué esa carrera? —interrogó con curiosidad—. No eres la chica más extrovertida que conozco y tampoco eres de muchas palabras. ¿Eres más del tipo que escucha? Ella acentuó con un leve movimiento de cabeza. —Ah, ya veo, te gusta escuchar la vida de las demás personas. —Me gusta observar —confesó y se ruborizó (más de lo que ya estaba). —¿Ah sí? —Sí, me gusta observar a las personas y mi alrededor. Además, las personas suelen sentirse cómodas conmigo, se abren con facilidad. Los ojos de Gael la estudiaban con curiosidad, parecía muy interesado en lo que Violet comentaba. Tomó un trago de su botella de jugo y después dibujó una sonrisa retorcida. —¿Y qué ves en mí? —Se acodó a la mesa. —¿Qué quieres que te diga? —Pues dime la imagen que te expreso, ¿cómo crees que es mi personalidad? Violet no sabía si era bueno comentarle todo lo que Gael le expresaba, tal vez podría incomodarlo. No quería que sus primeros pasos hacia él se perdieran por unos simples comentarios superficiales. —Eres una buena persona —se limitó a decir. Pero pareció que esto no le gustó. Hizo un pequeño mohín y soltó un suspiro. —Vamos, estamos en confianza. —Hizo una seña con una mano para que le restara importancia—. No me voy a enojar si eso es lo que crees. Quiero ver qué tan buena eres reparando a las personas. Ella tragó en seco y después se acomodó en su silla. —Bueno… —Lo meditó—. Por cómo te vistes: se nota que trabajas mucho en tu apariencia y que revisas lo que te pondrás, se nota que estás estudiando algo relacionado con empresas y por los libros, debe ser economía. También  veo que eres una persona medianamente segura de sí misma. —¿Medianamente? —Pareció que lo había confundido. —Sí, porque también necesitas la aprobación de las personas para otras cosas, sobre todo, te gusta dar una perspectiva positiva a los demás, porque eso te ayuda a sentirte bien contigo mismo. Eres alguien que sí le da importancia a los pensamientos de los demás. Sin embargo, si llega a ser negativo, aunque intentas corregirlo, cuando ves que es erróneo, le restas importancia, porque sigues siendo seguro en ti mismo. La sonrisa ladeada de Gael de a poco se iba borrando. >>Esta parte de tu personalidad también hace que logres reparar en tu entorno, sobre todo en las personas que te rodean. Se nota que te gusta ayudar a las personas que sientes que lo necesitas, pero también eres autoritario y no te gusta que te ordenen hacer cosas o que te lleven la contraria. En ese aspecto pareces ser un tanto vengativo y eres de los que gozas vengándote. Sin embargo, esto no te hace una persona mala, simplemente… eres de los que se toman las cosas muy a pecho. Gael se acomodó en su puesto, ciertamente, incómodo por ver que una joven que apenas si lo conocía, ya sabía demasiado sobre lo que él era. Violet se detuvo y bajó la mirada. Se preguntaba si el hablar demás haría que la amistad que apenas florecía entre ellos se marchitara. Hubo un silencio incómodo entre ellos de unos minutos. Después, Gael soltó una pequeña risa obviamente forzada e incómoda. —Vaya… sí que eres buena en lo que haces —expresó. —¿Realmente estudias economía? —preguntó, intentando quitar lo incómodo del momento. —Sí, estoy en octavo semestre de economía —respondió. Después de esto, la conversación giró en torno a cosas muy básicas. Tal vez Gael no quería que una desconocida escarbara en su vida. Por el lado de Violet, lo menos que quería era dar una impresión de ser una chica rara y terminar asustándolo.                            
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