La vida universitaria no es fácil

1493 Words
A la gente siempre le gusta hablar desde su experiencia personal. De hecho, a la gente siempre le gusta hablar de ella misma y lo que ha vivido. Violet está segura que la gente habla de sí misma el ochenta por ciento del día, a veces, llega a creer que más. Pero también es cierto que a ella le gusta escuchar a la gente hablar y, cuando tuvo que apuntarse a una universidad, decidió escribir psicología sin pensarlo dos veces, para poder seguir escuchando a la gente hablar de sí misma. Lo bueno para que nadie se dé cuenta que no hablas mucho, es hacerlos creer que estás hablando con ellos, cuando en realidad, solo los escuchas. Así nunca te llegan a decir “eres callada”. De hecho, esta estrategia la ha implementado desde muy pequeña y la ha librado de muchos problemas y de no estar en ningún extremo de la clase. Ella siempre se sentó en el centro, donde no estaba entre los inteligentes y tampoco los que no les interesaba nada de las clases. Siempre fue la que estaba ayudando a los demás, a los que estaban teniendo un problema y era a la que llamaban para que diera una opinión y así se resolviera un problema; algo así como la jueza. Siempre fue la que estaba atrás, sosteniendo el cartel con el que sus compañeros de clase les pedían noviazgo a sus amigas. Era esa compañera de curso que todos consentían porque era como la niña pequeña, a la que debían explicarle los asuntos del amor, porque no tenía nada de conocimiento práctico sobre los asuntos del amor; o sea, se le podía pedir consejos “teóricos”, pero nunca la escucharías hablar sobre experiencias personales. Todos sabían que era demasiado raro ver a Violet con novio; de hecho, a nadie se le cruzaría por la mente, porque era de esas chicas que todos querían como hermana menor o la niña pequeñita: todo de ella derrochaba ternura e inocencia. —Es que no vas a comprenderlo porque no te ha pasado —siempre le decían eso. Y Violet no estaba en desacuerdo con esto, porque, ya de tanto escuchar frustraciones amorosas y ver a sus padres separados desde muy niña, no le interesaba nada del amor. No se veía teniendo pareja y mucho menos casándose y teniendo hijos. Para ella, su vida estaba bien. Hasta que cumplió los diecisiete años, todo estaba bien, no cambiaría nada en su vida. Sí le habían gustado algunos chicos, pero siempre fue una atracción, porque la sociedad en la que se relacionaba no iba muy de acuerdo con ella: mientras sus amigos iban a fiestas, ella se quedaba leyendo en su casa o viendo una serie; mientras sus amigas se apuntaban a gimnasios para conocer chicos fortachones y mayores que ellas, Violet prefería apuntarse a cursos de escritura creativa para poder mejorar sus poemarios; si toda su familia se reunía para pasar una tarde, bebiendo y bailando, la joven permanecía sentada en una silla, con un vaso de cerveza que terminaba calentándose. Hubo unas excepciones, donde algunos chicos que no la conocían bien terminaban gustando de ella (solo sucedió dos veces en su vida: a los diez años y la última a los quince), donde los rechazó, porque no eran para nada su tipo y también porque le daba miedo; porque, cuando quiso darse cuenta, a sus quince años, ya era mayor para confesar que nunca había besado a alguien. Y sí… al final, terminó siendo miedo lo que le produjo el enamorarse de alguien, que fuera rechazada como les pasó a varias personas que conoció, que terminara generando apego emocional hacia alguien que le hiciera daño. Había leído muchos casos de personas que caían en una severa depresión porque terminaban muy mal una relación amorosa. ¿O qué tal y le confesara a su novio que nunca había besado y él se burlara de ella? Podría tildarla de niña y no la tomaría en serio. ¿Y si le tomaba fotos desnuda y las subía a r************* y todas las personas que la conocían las veían? Eso podría dañar su reputación… Una vez su abuela le dijo que lo mejor para no salir lastimado en el amor era abstenerse a estar con alguien. Esas palabras se le grabaron en su mente como un mantra que siempre se repetía. Y ahí estaba, a punto de cumplir dieciocho y nunca había tenido un novio, mucho menos había dado su primer beso y era evidente que nunca en su vida había tenido relaciones sexuales; solo vio uno que otro video porno que sus antiguas compañeras de preparatoria le mostraron para ver su ingenua reacción.  En la UCC estudiaba su hermano mayor Bruno y su prima Mariana, por eso sus padres le dijeron que hiciera el examen de admisión allí. La idea era estar con ellos en sus tiempos libres, pero nunca tenían tiempo libre. Claro, de vez en cuando iban y la visitaban en el dormitorio, para ver qué tal estaba y los fines de semana se iba con su hermano a visitar a sus padres. Violet se sentía algo frustrada, porque quería estar cerca de Bruno (era muy apegada a él) y no se imaginaba cómo sería la vida en la universidad cuando él terminara la carrera, porque ya le quedaba casi año y medio para graduarse. En los primeros días en la universidad, cuando a Violet le había dado durísimo la vida universitaria, lloró en la habitación de Bruno porque no soportaba la presión y le pedía a él que la regresara a casa. —Te vas a acostumbrar —consolaba Bruno—, encontrarás amigos y se te hará todo más fácil. Además, me tienes a mí. —¡Pero tú te vas a ir a mitad del otro año! —replicaba—. Te vas a graduar y me vas a dejar aquí, sola. —Me tienes a mí —intervino Mariana, que estaba sentada en la cama del compañero de cuarto de Bruno. Violet volteó a verla, después, regresó la mirada a su hermano y volvió a llorar. Bruno la abrazó y masajeó su espalda de forma circular. Pero él tenía razón, entre más se habituaba a la vida universitaria (que aún le seguía pareciendo espantosa), se sentía mejor. Ahora tenía a Teresa y a su novio Brian. Cuando no estaba con su hermano y su prima Mariana, se encontraba con ellos dos. Para esos momentos de soledad, donde las pocas personas que conocía estaban ocupadas, tenía la biblioteca. Estaba sobreviviendo. Se refugiaba mucho en los estudios y las cosas que no entendía, podía pedirle a Brian (porque la única que se le hacía difícil era razonamiento matemático y él era bueno para los números) que le ayudara y por veces se le apuntaba a los refuerzos, Teresa. Si no hubiera conocido a ese par, no habría soportado, porque su hermano y su prima tenían sus grupos de amigos y le decían que debía conocer gente, que socializara; así que no lograban comprenderla. Cuando llegó a su habitación, encontró a Teresa sentada en su cama y en la suya, estaba Mariana, andando su laptop. —¿Dónde estabas? —preguntó Mariana arrugando la frente. —En la biblioteca —respondió Violet, cerrando la puerta. —Te lo dije —comentó Teresa—. Si no la encuentras en la habitación, es porque está en la biblioteca. Violet se sentó al lado de su prima, dejando el libro y su bolsito n***o que traía consigo sobre el colchón. —¿Venías corriendo? —indagó Mariana, observándola. El cabello de Violet era n***o liso y lo traía cortado hasta los hombros, pero en ese momento, estaba un poco espolvoreado, así que se veía como si estuviera de punta. Intentó peinárselo con las manos. —¿Te pasó algo? —inquirió Teresa. —No —respondió con rapidez. —¿Te venían persiguiendo o algo así? —insistió Mariana en saber. —No, solo fui a la biblioteca y saqué un libro para leerlo —aclaró Violet. —¡Ah, por fin sacaste el carnet! —exclamó Teresa con una leve sonrisa. —Sí, me ayudaron. Intentó que una sonrisa no se desplegara en su rostro, pero fue imposible. Las chicas pudieron notarlo y la atusaron para que contara, así que se dio por vencida y lo confesó todo. —¿Cómo es físicamente? —preguntó Teresa. —Es mucho más alto que yo y creo que está en el equipo de fútbol, porque llevaba una chaqueta, tiene los ojos azules oscuros y su cabello es n***o liso. Sus brazos son… —Se ruborizó mucho más de lo que ya estaba—. Sus brazos son gruesos, creo que hace ejercicio. —¡Aaah te gustaaaa! —Teresa dio un salto en su cama por la emoción. Violet cubrió su rostro con sus manos, porque no soportaba la vergüenza. 
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