Me quedé largas horas acostada sin poder dormir, solo estaba tumbada en la cama, en efecto neutral, sin sentir, sin pensar, y con ganas de ya no estar. De repente sonó mi teléfono y miré que era Jake. No atendía, entonces mando mensajes: "Debes bajar a cenar, Emma" Pero, ¿para qué? No sentía ni un poco de hambre. Ya eran las 8 de la noche, mi padre se puso al frente de mi puerta a hablarme. -Emma, cariño, al menos ven a comer y luego vuelves a tu guarida... Pero baja a comer. No le contesté, pero para que dejarán su preocupación tuve que lavar mi rostro el cual estaba un poco hinchado y rojizo. Me hice una coleta de caballo y baje sin verle la cara a nadie. Me senté en la mesa, sentí sus miradas desconcertadas fulminarme. -Ten. -Puso Damián unos emparedados de jamón con jugó de gu