Capítulo 03. El escape.

2224 Words
Las horas pasaban y yo sentía como el mundo se me había venido arriba y solo me hacía una sola pregunta ¿por qué no puedo ser una chica normal? A veces pienso que estoy destinada a ser infeliz toda mi vida, que no merezco que nadie me quiera de forma decente, he sido abandonada por todos, pero nunca voy a olvidar que mi sufrimiento se lo debo a mi madre, esa mujer que no supo luchar por sus hijos, que decidió irse y dejarnos como perros abandonados a nuestra suerte. Me senté en la camilla y empecé a llorar desconsoladamente, en eso entró la enfermera Castillo —Buenas noches Keith ¿estas bien? ¿Algo te duele? — —No, nada me duele, solo que la vida ha sido muy injusta conmigo, no sé por qué todas las cosas malas me pasan a mi, soy ya una joven que nunca podrá decir que disfrutó el ser joven, mi vida ha sido una mierda, estoy harta de todo, estoy harta de vivir esta vida? — —No hables así Keith, eres muy joven aun y sé que algún día estos malos momentos solo serán recuerdos, tú decides cariño si te siguen afectando, me da coraje que las jovencitas como tú, sufran tanto, pero ten fé cariño nada dura para siempre — —Gracias por siempre hacerme sentir bien— —No, gracias a ti por demostrarme el significado de ser fuerte, haz soportado tanto y aun sigues de pie, eres una guerrera Keith, pero aunque seas así de fuerte habrá un momento en que no soportarás más, te daré un consejo, huye de todo lo que te hace daño ahora estás a tiempo — —No entiendo que me quieres decir con eso Castillo — —Sólo te diré una cosa muy importante, la puerta de la habitación la dejaré entre abierta para que no haga ruido más tarde y la próxima guardia la haré yo pero muy, muy tarde. ¡Suerte! Y espero que te vaya lindo en la vida lo mereces — —Gracias, gracias, de verdad muchas gracias, es usted una gran persona, la recordaré mientras vida tenga — —Descuida cariño, mi deber es salvar vidas, hasta luego hermosa Keith y espero que tengas un futuro como siempre lo soñaste, hermoso— —Hasta luego Castillo — La enfermera me había dado un mensaje muy claro, me estaba abriendo las puertas a la libertad, pero no puedo sacar de mi cabeza la idea de que si me quedo aquí, seguiré siendo una víctima, pero si me marcho también seré una víctima pero del destino, y la verdad decido ser una víctima de un destino que aún no está trazado, ya no seguiré siendo abusada por ese horrible hombre que se hace llamar mi padre. Me quedé recostada en la camilla e hice como que me iba a dormir aún está muy temprano para hacer la escapada, apenas son las ocho de la noche, esperaré hasta después de la media noche para no ser descubierta por nadie. Esperé y esperé y ya casi era la media noche, me levanté de la cama, me puse la ropa en silencio, tomé mis cosas y salí por la puerta, lo hice todo despacio y con precaución para no ser vista por nadie, pero era imposible no ser descubierta, esto es un hospital, mientras bajaba las escaleras una de las enfermeras que pocas veces me atendió me reconoció Hey tú, Hey detente…. Bajé casi corriendo pero el dolor de la intervención anterior no me dejaba hacerlo más rápido Hey tú niña, detente No pude seguir corriendo, me detuve —Dígame señorita — —¿ Por que no te detuviste cuando te grité la primera vez? ¿Qué acaso no eres una paciente del hospital? — —No señorita enfermera, está usted equivocada, me está confundiendo — —A ver, si dices que te confundo ¿A quien viniste a ver a esta hora? Mas te vale que me digas la verdad o llamaré a seguridad — —Está bien, le diré la verdad, yo… — —Keith, mi querida Keith ¿aún sigues aquí? — —Enfermera Castillo ¿conoce usted a esta joven? — —Si, enfermera Hernández, a ella ya se le dio el alta, y pues como el doctor la firmó tarde a la joven le toca irse a esta hora — —Entiendo, bueno pues disculpe señorita Keith, ya puede irse a su casa — —Gracias, especialmente a usted Castillo, nunca la voy a olvidar — No volví a mirar atrás, bajé los pocos escalones que me faltaban y salí por la puerta sin importar la hora, respiré y miré al cielo en señal de agradecimiento, soy libre, al fin soy libre, bien Keith es hora de que escribas tu propio destino. Empecé a caminar sin rumbo alguno, la noche se hacía más oscura, no sé hacia dónde ir, no tengo a nadie, tampoco tengo donde pasar la noche, seguí caminando y encontré una estación de trenes abandonada, entré a uno de los vagones, noté que habían más personas allí, posiblemente abandonados o vagabundos como lo soy yo ahora, me recosté en una de las esquinas, cuidando lo poco que tenía en mi mochila, al final terminé cerrando los ojos estaba tan cansada que no me di cuenta cuando me quedé dormida, desperté con la claridad que radiaba el sol, al poco tiempo de abrir los ojos me di cuenta de que mi mochila no estaba ya conmigo, me la habían robado, ahora si es cierto que no tengo nada, salí de esa estación desconcertada, volví a caminar y a caminar, llegué a la playa y allí habían algunas mesas de restaurantes, en ellas habían platos con sobras de comida que habían dejado algunos clientes, tenía tanta hambre que me acerqué a una de esas mesas y comí lo que encontré en sus platos, pero las cosas no son tan fáciles como parece —Oye niña, largo de aquí, vete antes que te mande a sacar con seguridad — —Por favor, déjeme comer un poco de la comida que dejan sus clientes, tengo mucha hambre, le prometo que seré invisible, por favor tenga piedad — —Largo de aquí, esto no es una casa de mugrientos pordioseros, váyase que me espanta la clientela, largo, largo — Aunque las mesas estaban puestas en la misma playa, tuve que salir corriendo, no me dio tiempo de comer casi nada, seguí caminando y a la salida de la playa había un restaurante de mariscos que tenía un cartel en su puerta que decía: “Solicitamos lavaplatos, urgente” Esta es mi oportunidad, traté de arreglarme lo más que pude para verme un poquito presentable, me asomé a la puerta y con la frente en alto, saludé —Buenos días — —Buenos días señorita ¿en que podemos ayudarla? — —Vine por el anuncio que está en la puerta– —¿ Quiere decir que viene por el trabajo de lavaplatos? — —Si, eso es lo que le quiero decir — —Bien señorita, facilíteme su hoja de vida por favor — —Lo siento señor pero es que no tengo nada de eso a la mano, pero le juro que soy la mejor opción, toda mi vida he sido ama de casa y pues tengo experiencia de más, mire si quiere me pone a prueba unos días y usted dirá después si me contrata ¿Qué dice? — —Bien, me parece un trato justo, empieza usted hoy mismo — —Muchas, muchas gracias señor, le agradezco desde el fondo de mi corazón, no se va arrepentir se lo prometo — Entré hasta la cocina y empecé a lavar platos y ollas, la verdad es que son demasiados pero no me importa, debo empezar a generar dinero para poder alquilar donde vivir, fregué todos esos platos con mi mejor sonrisa, al final de la noche dejé la cocina impecable, el señor dueño del restaurante entró y su cara fue de satisfacción —Muy bien señorita, me gusta su trabajo, no se diga más, está usted contratada, y pues por el buen trabajo que hizo esta noche le daré el pago que corresponde a este día — —Gracias, no sabe lo mucho que le agradezco, acaba usted de salvar mi noche. Keith — —¿ Que? — —Que me llamo Keith Suarez, mucho gusto — —El gusto es todo mío, no sabes lo mucho que te agradezco, la verdad necesitaba a alguien que me dejara la cocina así de impecable, y mira, llegaste en mi peor momento, espero que descanses Keith, nos vemos mañana a las ocho de la mañana — —Aquí estaré señor — Salí y me fui tan feliz, caminé un poco y noté que cerca del restaurante había como una pensión, entré a investigar cuanto cobraban por pasar la noche —Buenas noches señora ¿puede usted decirme cuanto cobra por una habitación? — —Buenas noches, sólo me queda una habitación y el precio es cincuenta dólares la noche — —¿Tanto? — —Tú decides, lo tomas o lo dejas, a estas horas dudo que puedas encontrar algo más— —Bien, la tomo — Estoy cometiendo mi peor error porque es lo único que tengo pero no me importa pagarlos si eso implica dormir en una cama calentita. Me duché y lavé la ropa que llevaba puesta, no tengo nada más que ponerme así que no se me ocurre otra cosa, me alisté para dormir y la verdad es que no había sentido tanta paz en años, por primera vez dormiré sin sentir miedo de que mi padre entre a media noche hacerme daño, la paz no tiene precio y voy a luchar porque se mantenga así. Desperté, me alisté y salí para mi nuevo trabajo, estoy tan feliz, llegué y el señor que me había recibido el día anterior no había llegado, en su lugar había otra persona —Buenos días — —Si, buenos días, aún no abrimos pero en dos horas estaremos listos para tomar su orden — —No vengo a comer, soy la nueva lavaplatos y vengo a trabajar, el señor de ayer me dio el empleo luego de que lavé todos los platos y ollas, mire usted mismo puede ir a ver el resultado de mi trabajo, la cocina quedó impecable y lista para usar — —Lo siento chica pero no te conozco, así que no puedes entrar — —Pero el señor de ayer me dijo… — —No importa lo haya dicho mi padre, yo soy el dueño de este lugar y no te conozco, tampoco te contraté, te pido de favor que abandones este lugar — —No me haga esto señor, mire póngame a pruebas, le juro que no se va a arrepentir — —Ya le dije que se vaya, no me obligue a llamar a la policía señorita — —No, no… descuide, yo me voy no tiene que llamar a nadie — Era muy lindo para ser verdad, no me sorprende, a mi nada me sale bien, todo lo que creo estar logrando se derrumba, esto es un caos total, y ahora que se supone que debo hacer, no tengo dinero, no tengo a quien recurrir y prefiero morir antes que volver a casa de ese mal hombre. Estaba tan cansada que me senté en una acera a descansar, pues las personas que pasaban me empezaron a tirar moneda, al principio no le di importancia pero después me di cuenta que me daban dinero porque parecía una mendiga, estaba sucia, despeinada, parecía como si tenia toda una vida en la calle. Tomé las monedas y corrí a comprar un pan para comer, la gente me ve como un bicho raro, compré mi pan y me senté en la misma acera donde estaba anteriormente a comer solo pan, no había para comprar más nada. Decidí salir de la vida de mierda que vivía en mi casa, pero el destino está muy equivocado si piensa que seguiré viviendo bajo el mismo yugo de tristeza y melancolías, de esta salgo porque salgo o me dejo de llamar Keith Suarez. Pasaron horas y ya casi estaba anocheciendo, seguí caminando para encontrar un lugar donde pasar la noche, pero algo raro sucede, creo que alguien me sigue, no quiero mirar atrás porque temo llevarme la gran sorpresa de que mi padre me encontró, o peor aún, que unos locos psicópatas se quieran aprovechar de mi, caminé a toda velocidad casi estaba corriendo, llegué a una estación de trenes, bajé las escaleras como un rayo y tomé el tren sin importar a donde me llevara, sentí alivio porque creo que estoy un poquito a salvo, por lo menos aquí hay más personas, aunque no me dejan de mirar, no me importa. Ya casi no quedaba nadie así que decidí bajar en la siguiente estación, minutos más tarde me bajé y pues subí y empecé a caminar sin rumbo alguno otra vez, ya había oscurecido, pero mi instinto me dice que quien me seguía antes lo está haciendo otra vez ¿Qué más daño me pueden causar? Me detuve un momento y me voltee, decidí darle la cara a quien me seguía.
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