Rafael había encontrado algo magnífico que le hizo la vida mucho más fácil, la cangurera. Ahora podía tenerla junto a él todo el tiempo y hacer sus cosas, excepto cocinar. Había pasado una semana y para él sentía que ya llevaba una vida entera con ella. Le platicaba cosas que jamás suele hablar con nadie por su falta de confianza, miraban películas infantiles que, sorprendentemente, entretenían a ambos. Ella aún dormía en su cuna junto a su cama, por no decir que solo dormía ahí un par de horas, ella desertaba y terminaba durmiendo en su pecho. En esos días había leído sobre el vínculo que la madre o el padre crea con su bebé, si lo hubiera leído antes de tenerla diría que era ridículo que él creara un vínculo con alguien que no conoce, pero ahora, sabía que ese vínculo se estaba creando