Prefacio

772 Words
Septiembre de 2024 - ¡Ha sido un accidente terrible! – escuché que decía alguien en mi auricular, aunque no estaba segura. Lo único que podía ver era la imagen en las pantallas. El auto de Alessandro entre las barreras protectoras. Todo lo demás era borroso. - ¿Alessandro? – dijo Julián por la radio de comunicación. - ¿Puedes oírme? No había respuesta, mi corazón quería salirse de mi pecho. Abrí mi micrófono. -Ponme en comunicación con él. – Julián asintió en cuanto hizo lo que le pedí. - ¿Ale? – no hubo respuesta, aunque todo en mi vida estaba siendo una farsa, lo que sentía por él no lo era. Estaba demasiado preocupada. – Alessandro, mi amor, si puedes oírnos, danos alguna señal. – fije la mirada de nuevo en las pantallas, todos los autos estaban regresando al pit lane. Me faltaba el aire, Alessandro no respondía ¿estaba muerto? De repente no podía ver ni escuchar nada, era una pesadilla. - ¡Luciana! – dijo Julián zarandeándome. – El auto médico te está esperando. Salí corriendo del garaje y me subí rápidamente al auto. No podía derrumbarme en ese momento, él me necesitaba fuerte, pero si estaba muerto, Dios, ni siquiera podía tener un pensamiento coherente si él estaba muerto. En cuanto me bajé del coche me acerqué a su auto, no entendía cómo terminó ahí. – Amore, ¿puedes escucharme? Un gemido, un leve gemido fue todo lo que necesité. ¡estaba vivo! Pero no sabía si estaba herido. Los oficiales y la grúa estaban trabajando para sacarlo, tenía que darles espacio. Quería arrancarme la piel y dejar de sentir. Luego de minutos interminables sacaron el auto y Alessandro pudo salir caminando. -Eso ha estado cerca ¿verdad amore? - dijo Alessandro entrando al auto y quitándose los guantes. Sonreí y tomé su mano, estaba demasiado frío. – Me … - no pude terminar la frase. Alessandro perdió el conocimiento en ese momento. - ¡Está inconsciente! – dije en cuanto el auto inició la marcha, a punto de llorar. Contuve la respiración mientras nos dirigíamos al hospital del circuito. Rápidamente, bajaron a Alessandro, lo pusieron en una camilla, le quitaron el casco y nos condujeron por un pasillo hasta una habitación en la que no me dejaron entrar. Por la pequeña ventana en la puerta, pude ver cómo le quitaban la ropa y lo conectaban a diferentes máquinas. El médico y la enfermera se lanzaban miradas, no sabía lo que estaba sucediendo hasta que acercaron un equipo de reanimación, acomodando rápidamente las paletas en su pecho. ¡Estaba muerto! Las lágrimas empeñaban mi visión. Luego de dos descargas, el médico puso de nuevo las paletas en el equipo y se dirigió a la puerta. - ¿Señora Salvatore? – dijo en cuanto me vió. – Tendremos que trasladar a su esposo, sigue inconsciente y aquí no podemos brindarle la atención que requiere. Repasé varias veces cada palabra, esperando escuchar “lo siento” “hicimos todo lo que pudimos, pero…” Suspiré en cuanto procesé lo que me decía, no estaba muerto, habían logrado salvarlo. Nos trasladamos a la parte trasera del hospital donde una ambulancia nos esperaba, mantenía mi mirada fija en Alessandro esperando que recobrara el conocimiento, pero eso no sucedió. Al llegar al hospital lo trasladaron a una habitación a la que no me dejaron pasar. Todavía tenía su casco en mi mano, el casco con la bandera italiana, la parte superior estaba rallada y aboyada. Más lágrimas descendían por mis mejillas. Me preguntaba una y otra vez ¿Cómo habíamos llegado a esto? ¿En que momento mi vida había cambiado de esa manera? No sabía cuánto tiempo había pasado, Carlo y Laura estaba corriendo hacia mí, los abracé en cuanto los tuve cerca, dando paso a más lágrimas. - ¿Qué te han dicho? – preguntó Carlo. Laura al igual que yo estaba en llanto. Negué, separándome de ellos. – Nada, no sé nada. Más tiempo interminable pasó, tal vez un par de minutos, horas, no estoy segura. Laura lloraba y yo me decía que tenía que ser fuerte por ellos, por él, por Charlotte, por mí. Finalmente, un médico se acercó a nosotros. - ¿Familiares de Alessandro Salvatore? Los tres asentimos al tiempo. Paso su mirada por cada uno - Lo siento, hemos hecho todo lo posible… - dejé de escuchar después de esa palabra. Mi corazón se quería salir de mi pecho, quería gritar, pero solo pude quedarme ahí, como una estatua reproduciendo en mi mente todo lo que había vivido junto a él.
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