El Conquistador Precoz

1681 Words
Después de haberse dormido a la 1 de la madrugada, tuvo que conformarse con 6 horas de sueño, ya que Fátima pasaría por ella a su habitación a las 8 para desayunar y comenzar con el itinerario. Preparó la tina de baño, pasó 30 minutos relajada con música y salió para alistarse. Eligió un vestido ejecutivo color azul marino, de manga corta y ligeramente bajo la rodilla, pero con una abertura sobre el muslo derecho, y un cinto n***o en la cintura. Se le ajustaba perfecto al cuerpo, resaltando sus curvas. Lo combinó con un saco largo en color n***o y unos botines de aguja del mismo color. No había mucho que hacer con el cabello, después de todo lo tenía muy corto. Para el maquillaje solo utilizó un poco de rímel, delineador n***o y brillo en los labios. Unas arracadas, un anillo discreto y su reloj de pulsera. Se miró en el espejo de cuerpo completo que estaba en la entrada de la habitación, se sonrió de lo satisfecha que estaba con su apariencia. Justo en ese momento escuchó la puerta, la abrió y ahí estaba Fátima. Tomó su pequeño bolso y salieron para desayunar. Se puso sus lentes obscuros, iba conversando con Fátima acerca del lugar donde desayunarían, y para su buena fortuna, no vio a Chris en el corto trayecto. Miércoles 8am Desayuno 10am Presentación Librería Aleph 1.30 Comida 4pm Presentación Librería Samekh Llegaron a la Librería Aleph a las 9.30 de la mañana, contemplando el tamaño de la ciudad y el tráfico, los trayectos en vehículo llegaban a ser de hasta 50 minutos, por lo que haber llegado 30 minutos antes había sido un logro. Una Librería ubicada en el centro de la ciudad, era una casona estilo barroco, adaptada para el motivo. En el centro del edificio, estaba un pequeño patio cuadrado con una fuente, pero la presentación sería en una de las grandes habitaciones de techo alto; tres candelabros enormes adornaban el techo y las paredes parecían ser libros perfectamente colocados en estanterías de madera. Había sillas para aproximadamente 500 personas, y se preguntó si en verdad sus historias llegaban a tanta gente. Se sentó en una de las sillas que había sido colocada frente a aquel gran auditorio, que en ese momento se encontraba vacío. Suspiró, y entonces se sintió orgullosa de sí misma. Ya había hecho presentaciones antes y durante mucho tiempo, pero el estar en una de las ciudades más grandes y reconocidas del mundo, pensando qué todo aquello recién comenzaba, la hizo sentir nerviosa y feliz a la vez. Diez minutos antes de la hora establecida, comenzó el flujo de personas, y algunas se acercaban a intercambiar una que otra palabra con ella. Puntual comenzó la presentación. Una persona de la Librería dio la bienvenida y una breve biografía de Aranza, mencionando cada uno de los libros que ya habían sido publicados. Después Fátima, quien hizo una hermosa y romántica reseña del libro. Y llegó el turno de Aranza. -Buenos días. Daré un pequeño dato que no debería revelar acerca de mi próximo libro, se desarrollará en Ciudad Lambda –Risas se escucharon en el lugar, Aranza también sonrió, para después agregar en tono más serio –Me siento más que bienvenida en la ciudad, y por supuesto que tiene muchos elementos que son dignos de considerar para escribir. Creo que revelándoles esto se cuestionaran si mis historias son inspiradas en mi vida o en la vida de personas que conozco, y tal vez haya algo de verdad en eso; pero se aproxima más a mis fantasías de un encuentro con el amor. Por eso todos mis libros son novelas románticas, deseo encontrar a alguien con quien compartir mi corazón. Espero que hayan leído todos mis libros y que ésta nueva historia no sea la excepción, así como también deseo que llegue a sus corazones. Gracias. – Se escucharon aplausos, y Fátima volvió a tomar la palabra para dar inicio a la firma de libros y fotografías con Aranza. Para cuando se dieron cuenta ya eran las 12.30 del mediodía. Terminaron la presentación y se despidieron del personal para dirigirse a comer juntas. Para la siguiente presentación, en la Librería Samekh, un edificio de arquitectura Bauhaus de tres pisos, les daba la bienvenida. En ésta ocasión, el lugar donde se llevaría a cabo la presentación era en el segundo piso, una amplia área que tenía un ventanal al fondo y estanterías metálicas alrededor, sobra decir que llenas de libros. Todo se desarrolló de manera natural y ágil, que pronto llegó a su culminación. Aranza estaba contenta de cómo se desarrollaba el día, y quiso salir a conocer un poco la ciudad. Después de persuadir a Fátima, que no estaba muy convencida de permitirle deambular sola por la ciudad, la dejó cerca del museo histórico que quería visitar y que ya había investigado anteriormente por internet. Entró y estaba leyendo la placa de información que acompañaba el vestuario típico del maniquí detrás del vitral, cuando una voz masculina al lado de ella comenzó a narrarle una historia con referencia al vestuario. Aranza sonrió, se giró para mirarlo y descubrió a un hombre de 28 años, 1.75, aperlado, cabello castaño claro, con una barba delineada, en un pantalón de vestir y camisa celeste, con las mangas enrolladas hasta el codo. Cuando se encontró con la mirada de él, descubrió que sus ojos eran color miel y su expresión llena de picardía. Decidió aceptar su guía alrededor de varias salas, hasta que escucharon la solicitud de abandonar el museo, ya que la hora del cierre era próxima. -¿Quieres ir a tomar algo? –Le preguntó él coquetamente. -Mañana me tengo que levantar temprano, ¿te molesta si pasamos directo a lo que ambos deseamos? –La audacia de Aranza lo sorprendió, ella lo supo porque él levantó ambas cejas. Se recompuso con rapidez -¿Está bien mi apartamento? –Sugirió seguro. -Sí –Una vez que dio su consentimiento, la tomó de la mano, llevándola hacia su vehículo. Aranza iba viendo la ciudad por la ventana, sin decir una sola palabra. -No eres de Ciudad Lambda, ¿cierto? –Rompió el silencio él. -No –Respondía cortante Aranza. -¿Me dirás siquiera tú nombre? –Le volvió a cuestionar, sin dejar de mirar el camino por él que manejaba. -No –Se giró para verlo con una sonrisa traviesa –Entre menos sepamos uno del otro mejor; tómalo como una fantasía, hacerlo con un total desconocido –Él se rio y se limitó a asentir. Llegaron a un complejo de departamentos, la ayudó a bajar del auto y la dirigió al lugar. Cuando entró Aranza se sorprendió, todo se veía tan pulcramente limpio, no parecía que un soltero viviera ahí y tampoco había fotografías personales, conjeturas aparecieron en su mente. Por la manera en la que lo había conocido, ese lugar era exclusivamente para ese fin: sexo casual. Bien, mejor para ella. Dejó su bolso en la entrada, se quitó los zapatos y el saco, así como él también se quitó los zapatos y calcetines. -¿Te muestro la habitación? –Le dijo levantando una ceja de manera seductora. -Por favor –Aranza contestó llena de confianza y con aire provocador. Llegaron a la habitación rápidamente, él la tomó de la cintura y comenzó a besarla profundamente, introdujo su lengua explorando su boca y Aranza hizo que se entrelazara con la de ella. Sin dejar de besarlo, le quitó la camisa, y él encontró el cierre del vestido; despojándola del mismo, comenzó a explorar su cuerpo con sus manos, y después quiso hacerlo con su boca. Ella aprovechó para desabrocharle el pantalón, que cayó por efecto de la gravedad. Él la giró, mientras seguía besando el cuerpo de Aranza, la desprendía de las últimas prendas que le quedaban. Ella en ese ángulo, vio en la mesita de noche los condones. Se alejó de él unos instantes, los suficientes para que él apreciara su silueta, unos glúteos redondos y una prominente cadera en relación con su cintura. Cuando ella tomó un condón y se giró para acercarse de nuevo, él la recorrió con la mirada, sus senos perfectos y su zona intima depilada. Aranza le sonrió una vez que descubrió su mirada libidinosa sobre ella y le extendió la mano con el condón, que él se lo puso de inmediato. Todo estaba pasando muy rápido. Lo empujó a la cama y para cuando se percató, ella ya estaba encima de él. Llevaba el ritmo lento, el placer la comenzaba a recorrer, el vaivén se hizo más rápido, se apoyaba en su pecho. Él podía ver su rostro extasiado, se entregó al acto tomándola de la cadera y no pudo contenerse más, se descargó dentro de ella. Aranza observó su rostro perdido, mientras él la sostenía firmemente para que disminuyera el vaivén. Le sonrió desencantada mirándolo a los ojos y lo sacó de ella. No le dio oportunidad de hablar, se recostó a un lado de él, flexionó las piernas y se comenzó a masturbar, sin recato alguno. Su mano hábil, comenzó los movimientos circulares en su clítoris, rápidos y constantes. Él queriendo ayudar, le introdujo un dedo en la v****a, lo sacó, lo volvió a meter, después agregó otro dedo, unas cuantas veces más los sacaba y los metía, podía verla disfrutándolo. Ella concentró su mente en el placer entre las piernas, hasta que el mismo se desbordó por su cuerpo. Queriendo extender el orgasmo se acomodó de lado, mientras la mano seguía sus movimientos más suaves, hasta que el placer la abandonó. Se levantó de la cama con dirección al baño, cuando escuchó un susurro detrás de ella que la hizo detenerse, no había escuchado pero no quería saber. -No te preocupes cariño, lo has hecho bien –Fueron sus palabras. Tomó un baño de agua caliente, se arregló en total silencio y salió del departamento para tomar un taxi con dirección a su hotel. Siempre con la mismas idea:“Habrá una buena historia después de esto.”
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