Derek resoplaba con fastidio delante del espejo de su dormitorio cuando Reich entró viendo que su jefe tenía varios arañazos en el cuello y que la camisa blanca de seda que llevaba puesta estaba casi entera rota con algunas manchas de sangre. —¿Ha vuelto a atacarte? —Preguntó Reich seguro de que aquello era obra de Ava Hoffman y Derek solo contestó con un gruñido. —No debiste subirla a una de las habitaciones. Ya ha intentado escaparse varias veces Derek y cada vez que entras… —¡Ya lo sé Reich! —Contestó furioso. –Ya he intentado de todo, pero ella sigue resistiéndose. Esa mujer me desafía cada día y ya no sé que hacer para doblegarla. Cada vez que entro en esa habitación ella me ataca antes de que pueda hacer cualquier cosa, parece una fiera herida metida dentro de su jaula…lo peor es