Después de despedirnos de los señores Brown, me subo una vez más, al auto de mi jefe, que me sonríe una vez se sube al vehículo, poniéndolo en marcha. —Así que… Margaret te ha enseñado a cocinar… —indaga y asiento. —Sip —respondo enérgica—. Ellos me arrendaban el estudio, que tienen en su casa —confieso—. Por favor, no se lo diga a nadie en OfferMarket —pido, una vez le comento esto. —Descuida… no soy de los que habla de la vida privada de sus empleados, con otros —menciona y esa frase me dejó con una extraña y desagradable sensación, por lo que frunzo levemente el ceño—. Creo que me expresé pésimo, Zoe… No lo malinterpretes, por favor —Pide—. Me refiero que no tengo por qué hablar de esto con otras personas… ¿Se entiende mejor ahora? —pregunta y asiento, aunque eso de “sus empleados”,