Tan pronto como Liam escuchó el característico sonido de las arcadas, cosa que ya estaba comenzando a odiar, especialmente si provenía de Aaron, el lobo alfa se levantó tan rápido como pudo y le siguió hasta el baño.
La confusión y la preocupación empapó completamente el cuerpo de Liam al encontrar al omega vomitando aquella sustancia negra, mientras que sus manos presionaban directamente sobre su estómago, con la característica luz verde iridiscente siendo emitida de sus palmas.
Su lobo inmediatamente empujó en su mente y aulló igual de angustiado, sin saber qué demonios era lo que estaba ocurriendo.
Acercándose, Liam se arrodilló al lado del lobo omega y colocó una mano en su espalda baja mientras le observaba con preocupación, sin poder hacer nada más por él, y la impotencia que sent
